Durante la misa de canonización, el Sumo Pontífice convirtió oficialmente en santa a Mama Antula al leer en latín la elevación a los altares de “Beatam Mariam Antoniam a Sancto Ioseph de Paz y Figueroa”; al final de la ceremonia, el presidente Milei saludó al Papa con un abrazo muy fuerte
Fuente: La Nación
ROMA.- Mama Antula ya es la primera santa argentina. En una ceremonia de canonización en la que participó también el presidente argentino, Javier Mieli, que al final le dio un impactante abrazo, en un evento histórico Francisco, un papa también argentino, leyendo una fórmula en latín, a las 9.45 exactas de la mañana, elevó al máximo honor de los altares a la “beatam Mariam Antoniam a Santo Ioseph de Paz y Figueroa”.
La ceremonia, que duró una hora y media y tuvo lugar en la Basílica de San Pedro, culminó con un saludo entre el Pontífice y el primer mandatario de su madre patria, que no fue protocolar, como se esperaba, sino marcado por afecto e informalidad. Cuando el Papa, en silla de ruedas, se acercó a saludarlo al final, en efecto, Milei, más allá de un pasado de agravios del que se había mostrado arrepentido, se lanzó a abrazar efusivamente al máximo líder de la Iglesia católica que, a su vez, respondió con sonrisas y palmadas. El abrazo fue impactante y una buena señal después de un pasado conflictivo y en vista de la audiencia oficial que Milei tendrá mañana lunes con el máximo jefe de la Iglesia católica. Milei en ese momento estaba acompañado por los miembros de su comitiva: su hermana Karina, secretaria general de la presidencia -vestida ajustada a protocolo, de riguroso negro-, la canciller Diana Mondino, y los ministros del Interior y Capital Humano, Guillermo Francos y Sandra Pettovello.
Durante la celebración, marcada por un enorme tapiz con la imagen de la nueva santa, cuando se leyeron las intenciones, un pedido estremeció a los argentinos presentes, preocupados por la situación que atraviesa el país: “Que Dios inspire a nuestros gobernantes la sabiduría del diálogo y la voluntad de contribuir al bien común, superando lo que divide y buscando lo que une”, pidió un lector, en español.
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@Pontifex_es y @JMilei en la canonización de #MamaAntula en la que en una intención se pidió “que Dios inspire a nuestros gobernantes sabiduría del diálogo y la voluntad de contribuir al bien común, superando lo que divide y buscando lo que une” 🇦🇷🇻🇦 pic.twitter.com/YP6SInu6HL
— Elisabetta Piqué (@bettapique) February 11, 2024
Antes de que el Papa proclamara santa a la fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires, bellísimos coros de la Capilla Sixtina entonaron el Veni Creator Spiritus, el himno para invocar la presencia del Espíritu Santo. El canto fue entonado por los 50 cardenales y obispos presentes -entre los cuales Vicente Bokalic, obispo de Santiago del Estero, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva y el obispo auxiliar de La Plata y secretario general del Episcopado, monseñor Alberto Bochatey-, en una ceremonia concelebrada por 230 sacerdotes, entre los cuales muchos connacionales, en un clima de gran fervor religioso argentino.
Como prevé el rito de canonización, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, leyó una breve biografía de Mama Antula, nacida en 1730 en el norte -cuando la Argentina aún era un virreinato- y que murió el 7 de marzo de 1799 con fama de santidad, después de haber difundido los ejercicios espirituales contra viento y marea, en todo el país, tras la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 y luego de haber ayudado a los más necesitados.
Las litanías de los santos precedieron el momento culminante, cuando el Papa proclamó a Mama Antula santa, la segunda argentina después del cura Brochero, elevado al honor de los altares en 2016. Si bien en noviembre de 1999, durante el mandato de Carlos Menem, Juan Pablo II canonizó a Héctor Valdivielso Sáez (1910-1934), que fue entonces considerado el “primer santo argentino”, este hermano lasallano de familia española nació casualmente en Buenos Aires y vivió la mayor parte de su vida en España, donde murió como mártir.
Durante la ceremonia, en la que Milei estuvo en primera fila y apareció concentrado, recogido en la oración, a la derecha del Pontífice -que vestía paramentos blancos-, los servicios litúrgicos fueron representativos de la familia Antulana. La primera lectura la hizo Fernanda González, laica consagrada de la Arquidiócesis de Buenos Aires, responsable de la Santa Casa, en español. La segunda, en italiano, por una hermana de las pobres bonaerenses, porque su fundadora Camila Rolón estuvo en la Santa Casa en Buenos Aires.
La postuladora de la causa, Silvia Correale, acompañada por Emilia y Roxana dos consagradas de la Santa Casa, e Inés y Ángeles, dos representantes legales de los colegios de Mama Antula, llevó hasta el altar la reliquia ósea.
En su sermón, el Papa, reflexionando sobre la primera lectura y el Evangelio que hablaban de la lepra, habló de la importancia de estar cerca de los que la pasan mal. “¡Cuántas personas que sufren encontramos en las aceras de nuestras ciudades! ¡Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más! También en nuestro tiempo hay tanta marginación, hay barreras que derribar, “lepras” que sanar”, dijo. “Pero, ¿cómo?”, se preguntó. “Veamos lo que hace Jesús. Él realiza dos gestos: toca y sana”, agregó.
Subrayó la importancia de la caridad “escondida de cada día, esa caridad que se vive en la familia, en el trabajo, en la parroquia y en la escuela; en la calle, en las oficinas y en los negocios; esa caridad que no busca publicidad y no tiene necesidad de aplausos, porque al amor le basta el amor”, de la cercanía y de la discreción. Y llamó a seguir el ejemplo de la santa María Antonia de Paz y Figueroa. “Fue verdaderamente una caminante del Espíritu. Recorrió miles de kilómetros a pie, a través de desiertos y caminos peligrosos, para llevar a Dios. Hoy es para nosotros un modelo de fervor y de audacia apostólica. Cuando los jesuitas fueron expulsados, el Espíritu encendió en ella una llama misionera basada en la confianza en la Providencia y en la perseverancia”, destacó. “Invocó la intercesión de San José y, para no cansarlo demasiado, también la de San Cayetano. Por este motivo introdujo su devoción y su primera imagen llegó a Buenos Aires en el siglo XVIII. Gracias a Mama Antula este santo, intercesor de la Divina Providencia, se hizo camino en las casas, en los barrios, en los transportes, en los negocios, en las fábricas y en los corazones, para ofrecer una vida digna a través del trabajo, la justicia, el pan cotidiano sobre la mesa de los pobres”, evocó. “Recémosles todos a María Antonia, Santa María Antonia de Paz de San José, para que nos ayude mucho”, pidió. “Y que el Señor nos bendiga a todos”, concluyó, en un sermón que pronunció en italiano.
Llevaron las ofrendas luego Claudio Perusini, que gracias a un milagro por su intercesión se curó de un ACV, su esposa e hijos. Natalia y Leandro, representantes legales de las obras de Mama Antula y Dolores Rodríguez del Busto que representa el refugio de María que es un hogar para mujeres en situación de calle que funciona en la Santa Casa. Y familiares de Mamá Antula: Luisa Sanchez Sorondo, Jorge Bayá Casal y Silvia Paz.
Al salir de la Basílica de San Pedro junto a @karcher_karcher y gentilhombres, @JMilei volvió a detenerse a saludar a connacionales y fans, sonriente y disponible #MamaAntula pic.twitter.com/u02ErVAw5d
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Entre los asistentes, también estuvo un grupo grande de empresarios venidos especialmente para la ocasión, liderados por Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA, así como Manuel Wirtz y Leo Dan, que compusieron la canción en homenaje a la nueva santa. Al final de la ceremonia, en un clima festivo, el Papa también fue saludado por el resto de la comitiva presidencial y hubo sonrisas y abrazos especiales cuando lo hizo el ministro del Interior, Guillermo Francos, que fue su alumno cuando Jorge Bergoglio aún no era sacerdote, sino “maestrillo” jesuita que enseñaba Literatura y Psicología en el colegio de El Salvador. También saludó al Papa el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri y muchos otros argentinos presentes.
Al retirarse de la inmensa Basílica, como ya había hecho antes del inicio de la ceremonia, Milei, vestido de traje y corbata, muy gentilmente y disponible se detuvo a darle la mano o sacarse selfies a los connacionales y fans que se acercaron. Luego, regresó a su hotel de la Vía Veneto.
@Pontifex_es recordó la canonización de #MamaAntula y pidió un aplauso para la nueva santa argentina en el Ángelus: lis compatriotas argentinos, encantados 👇🏻 🇦🇷🇻🇦 pic.twitter.com/C8YBQtmJ0Z
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Al mediodía local cuando, como es tradición, el papa Francisco se asomó desde la ventana de su despacho del Palacio Apostólico para la oración mariana del Ángelus, para alegría de los peregrinos argentinos presentes en la Plaza de San Pedro, lo primero que hizo fue recordar la reciente canonización de la primera santa argentina y pidió a la multitud un aplauso para ella. Entonces se agitaron banderas albicelestes y hubo coros de “¡Mama Antula! ¡Mama Antula!”.
Entre los entusiastas, no sólo había peregrinos venidos de Santiago del Estero, cuna de la nueva santa y del resto del país, sino también de Bélgica, como Magdalena Paz, descendiente de Mama Antula. De la séptima generación de familiares, Paz contó a que vive desde hace 25 años en ese país europeo y que viajó con un grupo de ocho amigas para este histórico evento religioso. “Es muy emocionante para mí estar acá”, reconoció, resumiendo el sentir de todos los presentes y subrayó que había tres cosas que la habían impactado de la canonización. “El hecho de que alguien de mi familia haya llegado a la santidad es un modo de decir que la santidad es posible; la misión de promover los ejercicios espirituales que ella tuvo en ese momento de la historia hoy tiene un impacto porque mucha gente no sabe de dónde viene ni a dónde va, ni quién es: esos retiros ayudaban y siguen ayudando; y, finalmente, Mama Antula fue canonizada hoy, 200 años después de todo lo que hizo y entonces me hace pensar en que todo lo que uno hace tiene un impacto que podés no ver, pero todo sirve”.
Por Elisabetta Piqué
Fuente: La Nación