La denuncia realizada de YLB por daño económico al Estado de 425 millones de bolivianos deja muchas dudas sobre el futuro de la industria del litio. > El proyecto del litio iniciado por el gobierno de Evo Morales en 2010, es hoy parte de la política de industrialización de la administración de Luis Arce.
Fuente: El Diario
La última denuncia realizada por Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) por daño económico al Estado de Bs 425 millones en la construcción y mantenimiento de las piscinas evaporíticas en el salar de Uyuni sembró muchas dudas sobre el futuro de la extracción y producción de litio, un mineral menos contaminante que podría hacer que países, como Chile, Argentina y Bolivia cambien su rumbo y puedan desarrollarse a pasos agigantados.
El Gobierno ha reconocido al litio como un pilar fundamental de la economía nacional y ha llegado a admitir que el tiempo del gas ya pasó. Sin embargo, la incertidumbre cubre el desarrollo de esta industria, por los obstáculos que se presenta a su paso, como la denuncia presentada recientemente por los personeros de YLB, por la cual deberán responder ante la justicia 10 funcionarios, acusados de incumplimiento de deberes, contratos lesivos al Estado, conducta antieconómica e incumplimiento de contratos.
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Ante esta realidad, considerando que por este hecho 18 piscinas evaporíticas quedaron inhabilitadas, lo que provocará demoras en el proyecto del litio, se presentan muchas dudas en cuanto a la industria del litio en Bolivia, proceso que por el momento no está exento de dificultades.
A este mal momento también se suman otras incertidumbres en cuanto a la provisión de materia prima, agua y gas natural para los posibles complejos industriales; al funcionamiento de la tecnología seleccionada; a su marco legal; a la subordinación tecnológica a empresas extranjeras; y a sus impactos ambientales, resume el investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), Alfredo Zaconeta.
En este sentido, “la incertidumbre cubre todos los aspectos de esta nueva industria; las únicas certezas que presenta el proyecto son la renuncia a la anunciada soberanía tecnológica en este sector y la dependencia de la tecnología extranjera”, afirmó.
Asimismo, señaló que las reservas de litio en Bolivia anunciadas por el Gobierno no cuentan con una certificación internacional de un tercero validado y acreditado para poder autenticar las cifras que presentan las autoridades nacionales, lo cual se constituye en otro contratiempo para el desarrollo real de este proyecto. Las autoridades nacionales anunciaron que una certificación internacional, recién será posible en el segundo semestre de este año.
A pesar de este escenario, el proyecto del litio iniciado por el gobierno de Evo Morales en 2010, es hoy parte de la política de industrialización con sustitución de importaciones de la administración de Luis Arce, y está contemplado en el Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) 2021-2025.
Para la nueva tentativa de desarrollar esta industria, el PDES contempla metas ambiciosas hasta 2025, como la producción acumulada de 80.959 toneladas (tn) de carbonato de litio (16.191 por año), de 64.000 tn de materiales catódicos y de 88.000 baterías de litio, así como la obtención de $us 3.134 millones en ingresos por la venta de estos productos ($us 627 millones por año).
Una proyección del Gobierno señala que, con el funcionamiento de cuatro complejos industriales con tecnología de extracción directa, los ingresos generados llegarían a los $us 9.600 millones en 2026, de acuerdo con la cotización internacional de carbonato de litio (entre $us 25.000 y 35.000 la tonelada), valor que supera con creces lo generado por el gas en su mejor momento ($us 6.133 millones en 2013).
En este contexto, el litio sí podría reemplazar al gas como principal generador de ingresos del país, más aún si se toma en cuenta que las exportaciones gasíferas llegaron a los $us 2.972,6 millones en 2022, un valor que continúa en descenso producto de la caída de la producción de hidrocarburos y de la reducción de sus reservas.
Sin embargo, aún hay mucho camino por recorrer para alcanzar esas cifras. En 2022, el volumen de carbonato producido apenas llegó a 600 toneladas (el máximo alcanzado) y su valor de $us 52,7 millones, según un reporte del Ministerio de Hidrocarburos y Energías.
Para el investigador Carlos Arze Vargas, los proyectos gubernamentales para la industrialización del litio, promovidos en los dos gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS), con sus “giros y retrocesos”, dejan en evidencia las limitaciones del país para enfrentar el proceso de transición energética que se está dando en el mundo.
Contextualizó que desde la década de los 50, el país ha ido analizando las formas en la que podría cambiar su matriz extractivista de recursos naturales por otra basada en la industrialización de materias primas: antes con la fundición del estaño y hoy con la industrialización del litio. “El proceso ha estado atravesado por la presencia del capital extranjero y ahora se busca que el Estado boliviano tenga el 100% de los derechos del mismo, por tratarse de un recurso estratégico posible”.
Sin embargo, casi 10 años después, el presidente Arce hizo conocer que, retomando las declaraciones del viceministro de Altas Tecnologías Energéticas en 2019, la empresa alemana Acisa se negó a instalar una industria de baterías de litio en el país, como establecía el contrato, porque no les resultaba rentable. Lo mismo ocurrió con la empresa china Xianjiang TBEA.
Por lo expuesto, se puede afirmar que el proceso de industrialización de los recursos naturales bolivianos sigue presentando las mismas dificultades y desafíos de hace décadas.
La construcción de la planta de carbonato de litio, una de las principales obras del expresidente Evo Morales, en más de una década tuvo una inversión de más de $us 960 millones, pero sin resultados positivos para el país. Ahora, cuando está lejos del poder, desde el Gobierno de su partido, el MAS, revelan varias deficiencias en el fallido proyecto del exmandatario.
El 10 de mayo de 2008, se inició en la localidad de Llipi, la construcción de obras civiles de la primera planta piloto de litio en Uyuni, departamento de Potosí. Las obras civiles terminaron el 2009 y las instalaciones para el aprovechamiento del recurso en 2013. Un año antes se implementó la planta piloto de Cloruro de potasio, también la planta piloto de baterías de litio y en 2017, la planta piloto de materiales catódicos
Fuente: El Diario