Raíces y antenas. Gonzalo Chávez A.
A raíz de un artículo sobre universidades como clusters del conocimiento y solidaridad que publiqué un par de domingos atrás, alguna gente me ha pedido que profundice el tema de los desafíos de la educación virtual y su aplicación en un país en vías de desarrollo.
Cabe recordar que en un mundo cada vez más globalizado que vive el auge de la revolución de la información y la tecnología, las universidades deben convertirse en clusters con una doble misión. Por una parte, la creación y difusión del conocimiento y, por otra, la promoción-acción de la solidaridad y desarrollo social.
Las universidades deben enraizarse con su entorno y ser los dínamos de parques industriales, de ciudades del saber o, de una manera más general, de territorios inteligentes. Uno de los instrumentos que tienen las universidades para impulsar un cluster es el e-learning.
La educación a distancia es una práctica antigua. En los años 30 y 40 las personas podían estudiar corte y confección, inglés, mecánica, contabilidad y otras carreras por correspondencia. Era sólo inscribirse al curso y, en algunas semanas, le llegaba un paquete con libros, tareas y exámenes.
En Villazón, mi pueblo natal, existían técnicos superiores y en algunos casos licenciados graduados de prestigiosas universidades e institutos de la hermana República de Argentina por correspondencia. Con el tiempo y las innovaciones tecnológicas, estos cursos se sofisticaron y enviaban lecciones y prácticas en discos de vinilo, casetes y posteriormente en CD.
También en el pasado existían otras formas de estudiar a distancia, como la radio y la televisión. En Bolivia aún tenemos varias escuelas radiofónicas, y aunque en el campo de la televisión no incursionamos mucho, otros países desarrollaron decenas de cursos a través de este medio de comunicación.
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La tecnología de la comunicación e información vienen revolucionando de manera significativa tanto la educación a distancia como la presencial.
Una visión tradicional de educación insiste en que para garantizar calidad y un buen binomio enseñanza-aprendizaje, nada sustituye a las escuelas y universidades presenciales, que si bien se pueden usar muchas tecnologías de información, en la práctica no hay nada más motivante y emprendedor que las salas de aula y las maravillosas bibliotecas.
Muchas universidades, como Harvard, insisten en este modelo, que se lo puede ilustrar con la historia de una pizzería de Brooklyn que ofrecía los mejores manjares italianos en toda Nueva York y que a su entrada colocaba un letrero que reflejaba un modelo de negocios que decía: "Nosotros enviamos nuestras pizzas sólo a Frank Sinatra”. Aplicado el concepto a la educación, para obtener una buena formación, la única manera es aproximarse físicamente a una universidad de prestigio.
Del otro lado del espectro educativo están las universidades en línea, que han permitido que ciudadanos de Burundi, o Perú o dentro de un país de diferentes grupos sociales puedan adquirir conocimientos y destrezas de una calidad que mucha gente considera aceptable. No tengo la menor duda de que la revolución tecnológica ya está produciendo una revolución en la educación y es cuestión de tiempo para que las universidades, en especial en los países en vías de desarrollo, por lo menos tengan un modelo educativo híbrido, presencial y virtual, lo que en inglés se conoce como el blended-learning. Éste es un cambio, en el modelo de negocios, radical e implica transformaciones profundas, tanto en los profesores como en los alumnos.
El desafío, para las universidades que quieren convertirse en dínamos de un cluster del conocimiento y la solidaridad, está en construir modelos educativos usando intensamente las tecnologías de la información, pero sin perder la perspectiva de que el objetivo final de toda educación, en todos sus niveles, es el aprendizaje como una experiencia innovadora y retadora.
Lo difícil en la construcción de este nuevo modelo educativo es la selección, priorización y consistencia de los instrumentos tecnológicos e informáticos, que al mismo tiempo deben estar muy bien sintonizados con los contenidos de la educación. Sólo el uso de internet, por ejemplo, no transforma las personas.
En un futuro cercano, las escuelas y las universidades estarán en nuestras computadoras y iPads. Los profesores estarán a miles de kilómetros de distancia y los colegas del curso serán de diversas partes del mundo. Más aún, los profesores serán los aplicativos. De hecho, esta experiencia pionera ya se la puede tener en lo que se conoce como Massive Open Online Courses (MOOC), que permite que un estudiante de Bolivia pueda tomar un curso en el MIT o la Universidad de Princeton. Sugiero visitar los proyectos EDx y Coursera.
Gonzalo Chávez A. es economista
En un futuro cercano, las escuelas y las universidades estarán en nuestras computadoras y iPads. Los profesores estarán a miles de kilómetros.
Fuente: http://www.paginasiete.bo/