La política internacional de Bolivia y el mismo Servicio Exterior han sido puestos a las órdenes de los intereses económicos y políticos del partido cocalero: el Movimiento Al Socialismo (MAS).
Esta desnaturalización de la Cancillería se expresa en dos vertientes: por una parte, se concentra la mayor parte de los esfuerzos de relaciones exteriores en la promoción de la hoja de coca, apuntando a su despenalización internacional, lo que en el actual contexto no significaría otra cosa que una libre exportación de materia prima para la fabricación de cocaína.
Por otro lado, las embajadas y consulados se convierten en oficinas de campaña del partido oficialista, buscando cooptar el voto de los bolivianos en el exterior a costa de desfigurar el rol institucional de esas legaciones diplomáticas.
Mientras tanto, las que deberían ser las verdaderas prioridades de la política externa en función de los intereses nacionales, languidecen por falta de atención.
La apertura de mercados internacionales, por ejemplo, se ha visto reducida a acuerdos fallidos con países en declive, como la Venezuela chavista que ni siquiera puede pagar las importaciones realizadas desde Bolivia.
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De igual forma, vemos que mientras varios países vecinos avanzan con la obtención de una flexibilización en las condiciones migratorias de sus ciudadanos a la Unión Europea, el Estado Plurinacional de Bolivia no registra avance alguno en esa temática…