Accidentes: una epidemia


Accidentes: una epidemia

En estos días, dos hechos de tránsito han vuelto a golpear al país. El primero el domingo, en el Salar de Uyuni, cuando un bus de la empresa Asunción  colisionó contra una vagoneta para turistas y dejó tres muertos y 16 heridos. El segundo fue el lunes, cuando un trufi repleto de pasajeros  invadió un carril en la avenida del Poeta y chocó de frente contra un minibús y dejó muerto al conductor y heridas a siete personas.
Nuevamente  estos hechos, que se reportan a diario, obligan a reflexionar sobre el elevado índice de accidentes graves que se registran en caminos y carreteras del país y los factores que lo condicionan. Y es que la siniestralidad vial está a punto de convertirse en la nueva epidemia de los países pobres y en vías de desarrollo. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado la voz de alarma. Si no se hace nada para frenar la tendencia, los muertos anuales en las carreteras de estas zonas del mundo ascenderán a dos millones en 2030  y los accidentes de tráfico se situarán al nivel de las muertes por sida, que es una de las principales causas de mortalidad en el mundo en desarrollo. Los siniestros, además, implican un gasto público equivalente "al 2% del PIB de los países desarrollados y hasta el 5% del de los demás”, según el  Programa de Calificación Internacional de las Carreteras.

"No son furgonetas, son latas abarrotadas de gente y lanzadas a toda velocidad. Los conductores trabajan a comisión, las reparaciones se hacen con cinta adhesiva”, cuenta una responsable  de Médicos Sin Fronteras que vivió casi una década en Sudáfrica, al describir los minibuses, uno de los transportes más usados en el país. ¿Algún parecido con nuestra realidad?



La mezcla de infraestructuras inadecuadas, coches viejos, falta de educación vial y de leyes adecuadas está en el origen de estas cifras. Los países en vías de desarrollo poseen la mitad de los vehículos existentes en el mundo, pero concentran el 80% de los 1,3 millones de muertes por accidentes varios (más de un millón, incluidos los peatones atropellados). La revista especializada Ward’s ha calculado que en 2011 había en el mundo 1.000 millones de coches. Según el Banco Mundial, en 2010, en los países en desarrollo había 121 coches por cada 1.000 habitantes, frente a 620,5 por cada 1.000 habitantes de los países ricos.
En muchos países en desarrollo las ciudades se expanden desordenadamente. Así que la apresurada construcción de carreteras muy a menudo no incluye vías peatonales. Resultado: la mitad de los fallecidos en accidentes son peatones, ciclistas y motociclistas. "La gente camina por las carreteras. No es raro ver a ciclistas que viajan en sentido contrario al de los coches y motos diminutas que transportan familias enteras. Los vehículos no tienen faros y las carreteras no están iluminadas: desplazarse de noche significa arriesgar la vida”, menciona el informe.

Más ejemplos familiares. En Venezuela, el país con mayor siniestralidad de América -y una de las gasolinas más baratas del mundo-, mueren anualmente por accidentes de tráfico 37 personas por cada 100 mil habitantes. En muchos países de América Latina  la licencia de conducir se compra: no hay ningún control  y la corrupción policial es frecuente.

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Pareciera un entramado imposible. Y lo es.  Sin embargo,  existen posibilidades de que viajar en una carretera no involucre un riesgo de muerte. De hecho, en España  la reforma introducida hace ocho años (el carnet por puntos) ha sido  clave en la brusca   reducción  de los hechos de tránsito (50% de baja entre 2006 y 2013). Pero no ha sido la única medida, también incide el endurecimiento penal a quienes violan las normas de tránsito. Esto último  se ha podido lograr sólo gracias a un trabajo conjunto de Gobierno y partidos de oposición con la participación activa de la sociedad civil.

En otras palabras, las  soluciones para que la gente deje de seguir muriendo en las carreteras  no sólo es mejor infraestructura y recursos, sino educación ciudadana y respeto de la vida y las normas.

La siniestralidad vial está a punto de convertirse en la nueva epidemia de los países pobres y en vías de desarrollo por gravedad y frecuencia.

La mezcla de infraestructuras inadecuadas, coches viejos, falta de educación vial y de leyes adecuadas está en el origen de estas cifras de muertes.

Fuente: http://www.paginasiete.bo/