Del Encuentro a las primarias ciudadanas

 

Claro que el Encuentro Multipartidario no fue el Pacto de la Moncloa, pero hacen falta acuerdos institucionales. Aunque estemos en un régimen híbrido-autoritario, hay que recordar que en casi toda América Latina, a lo largo de los ’80, políticos y militares tuvieron que sentarse a hablar, en público o en privado, para encontrar la salida a los procesos de facto.



Como decía Borges: “los griegos empezaron a conversar y hemos seguido desde entonces. El diálogo es uno de los mejores hábitos del hombre”.

También es cierto que el convocante TSE es el tribunal menos controlado por el gobierno, que tiene sobre él influencia pero no hegemonía. Varios de los puntos concertados son ambiguos, como el que establece una auditoría “o estudio” del padrón, pero todo acuerdo siempre será considerado insuficiente y hay quienes dicen que los mejores convenios son aquellos donde todas las partes quedan algo insatisfechas. Bastaba ver las caras de oficialistas y opositores en la foto del evento, para saber que nadie se consideraba un claro ganador.

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Lo interesante de este acuerdo es que aísla a Evo Morales, un actor que debe salir de manera definitiva del escenario político boliviano. La norma a derogar, la ley de primarias a padrón cerrado, donde sólo votarían los militantes registrados de cada partido, fue hecha a su medida para terminar de “olear y sacramentar” la postulación inconstitucional en las elecciones del 2019, y ahora pretendía reincidir en ese modus operandi, volviendo a utilizarla para forzar la aceptación de su candidatura, una vez más.

Lo que necesita la oposición boliviana para unificarse es otro instrumento, unas primarias a padrón abierto, que pueden ser organizadas de manera ciudadana o privada, como reconoció el presidente del TSE, Óscar Hassenteufel, cuando al ser consultado por el tema hace unos cuatro meses estableció taxativamente que “la ley no las prohíbe” y que “los partidos pueden hacerlas por su cuenta”.

Este sería el mecanismo óptimo y la segunda alternativa es montar un sistema de selección como el que usaron los opositores mexicanos, con al menos dos rondas de foros de debate de los precandidatos, seguidas de encuestas acordadas y supervisadas en conjunto, hasta llegar al postulante con mayor apoyo y proyección.

Pero esto no es lo único en lo que tiene que ponerse de acuerdo la dispersa oposición. También es fundamental construir una estructura de control electoral con llegada a todo el territorio nacional, como la que existió para el referéndum del 21-F, integrando plataformas y partidos, un tema en el que evidentemente se aplazaron las fuerzas opositoras que siguieron en carrera en las elecciones del 2020.

Posdata: en cuanto al diálogo sobre las elecciones judiciales, que se habría roto por la cuestión de los “autoprorrogados”, el punto puede resolverse con un interinato (secretarios y decanos de los tribunales) que incluya un blindaje para que la Sentencia Constitucional 1010/2023 no pueda ser revisada por los interinos, sino por los magistrados definitivos que surjan de los comicios. Pero esto, nuevamente, exige aislar al evismo.