La confesión y la culpa presidencial que responsabilizó a la gente de propagar “falsedades” a través de las redes sociales en relación con lo ocurrido el 26 de junio, que el poder lo bautizó como “golpe de Estado fallido” denota algo importante: el rol protagónico y la decisiva participación de la ciudadanía que se expresó en democracia.
Así lo establece el Art. 106 y 107 de la Constitución Política del Estado: todo ciudadano tiene derecho a la libertad de expresión y de opinión, y el Pacto de los Derechos Políticos, Sociales, en su Art. 19: Nadie puede ser detenido, perseguido o amedrentado por ejercer esos derechos.
Pero esto va más allá de ese suceso confuso en la historia accidentada e intensa de Bolivia. Ha sido como que alguien abriera las tranqueras para que la gente sea consciente de la enorme necesidad que tiene de hacer conocer su malestar, su opinión y sus demandas y que ahora nada puede ser ocultado, silenciado, amordazado ni censurado.
Si bien, en los años 80 y 90, los ciudadanos tenían pocas posibilidades de ejercer su derecho a la libre expresión, ya que la televisión, los periódicos, las radioemisoras si bien hacían su labor de informar, pero no todo el mundo tenía acceso a sus páginas o sus espacios para verter su opinión de algún tema o cierta inquietud.
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Llegó el internet, luego las redes sociales y las aplicaciones tecnológicas que nos permiten expandirnos sin límite alguno por todo el mundo, precisamente, en este bien indispensable o esta necesidad que tenemos los humanos de expresarnos, de sacar desde adentro lo que nos indigna, molesta, o simplemente lo que queremos que se conozca.
Ralph Waldo Emerson, el filósofo que molestó bastante al poder en su tiempo, nos pide algo sencillo y esencial: “Creer en tu propio pensamiento, creer en que lo que consideras verdad en tu fuero interno es verdad para todos los hombres: en eso consiste el espíritu”. Una provocación para tomar en cuenta.
Los filósofos de todas las épocas tenían un problema: se impulsaban a opinar, especular y teorizar de todos los temas. Metían sus narices en las cosas del poder, de la religión, de la ciencia, de la vida. Claro, eso molestaba a quienes iban dirigidos sus dardos. Hasta el extremo que la Iglesia Católica hizo quemar a Giordano Bruno, expulsó a Spinoza de su ciudad y en la Grecia decretaron la muerte de Sócrates, dicen “por pervertir a la juventud”.
Regresando a la Bolivia plurinacional no tienes pretexto para ser indiferente, ni callarte ni ocultar la cabeza como el avestruz cada vez que llega la tormenta. ¿Acaso vas a permitir que se sigan robando los recursos económicos del Estado, sin que se sancionen a los responsables directos e indirectos? ¿Acaso no te molestarás por los violadores y pedófilos del poder que quieren, señoritas a su disposición y sin que la justicia les haga cosquillas? ¿Acaso dejarás pasar que se sigan destruyendo los ríos, parques, áreas protegidas a nombre del desarrollo nacional por la minería ilegal del oro y que viene contaminando con mercurio? ¿Acaso no sentirás explotar en tu interior cuando los peces gordos del narcotráfico se pasean por las calles y bares de tu ciudad y cuyo producto viene destruyendo vidas y sueños de miles de personas? ¿Acaso no te provocarás a la indignación cuando los fiscales y jueces bailan al ritmo que le pone el poder y el dinero, convirtiendo la justicia en un recurso inhumano? ¿Acaso no te moverá a expresarte con ganas cuando tienes parlamentarios que ganan más de Bs. 20.000 y de yapa le regalan celulares modernos, sin que su labor haya sido relevante? ¿Acaso te ocultarás cuando ves a la policía que delinque, atropella, vulnera los derechos de los ciudadanos y sin que sean sancionados?
Como ves hay muchos motivos para expresarte, para indignarte y también para alegrarte, por ello, no te calles, habla, participa, exprésate, usa las redes sociales que están esperando la expansión de tu fuerza, y con seguridad que te sentirás libre, en paz con tu conciencia y con la confianza que estás aportando a salir de las tinieblas.
Después no te arrepientas de lo que no pudiste hacer cuando tenías las condiciones para ello, porque el poder no se atreverá a meter preso o procesar a millones de bolivianos que han decidido expresarse, como lo hicieron con la jornada accidentada del 26 de junio, siendo para la mayoría de esas opiniones que lo sucedido fue un autogolpe, simulacro o un acto armado por el gobierno en complicidad con algunos generales de las FFAA.
Emerson nos confiesa un secreto “cada persona debería aprender a detectar y contemplar el relámpago de luz que le atraviesa la mente desde el interior de sí mismo”, así que solo vos conoces el poder que tienes y debes dar rienda suelta al mismo.
Así que EXPRESATE y PARTICIPA.