Daniel Ortega cada vez sale menos de su búnker y cuando lo hace se mueve con 300 escoltas por temor a un atentado

El dictador nicaragüense vive recluido y las pocas ocasiones en que sale a las calles de Managua se moviliza rodeado de una descomunal cantidad de fuerzas de seguridad que impiden cualquier acercamiento a él

Más de mil personas están destinadas a la seguridad personal de Daniel Ortega, Rosario Murillo "y otras personalidades". (Foto archivo: 19 Digital)



Más de mil personas están destinadas a la seguridad personal de Daniel Ortega, Rosario Murillo «y otras personalidades». (Foto archivo: 19 Digital)

 

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Fuente: infobae.com

Daniel Ortega, el dictador nicaragüense de 78 años, pocas veces sale de su búnker, El Carmen, en Managua. Y cuando lo hace se moviliza con una escolta jamás vista en Nicaragua, que comprende hasta unos 300 guardaespaldas rodeándolo, y un dispositivo más amplio de seguridad en la zona por la que se mueve.

Su guardia personal puede alcanzar a miles de efectivos policiales y militares, calculan expertos. “Es exagerado”, concluye un militar en retiro que trabajó en seguridad personal y que pide omitamos su nombre por temor a represalias.

Para el militar, Daniel Ortega comenzó usando una gran escolta, más que por protección, como un símbolo de poder y arrogancia. Sin embargo, los últimos dispositivos de seguridad con que se mueve evidencian, para el experto, solo una cosa: miedo.

“Ellos comenzaron en el 2007 con aquellos tales Camisas Azules, que era un grupo de elite encargado del cordón de seguridad más cercano y luego han ampliado los cordones en la medida que han ido transitando de la arrogancia a un miedo más grande”, explica refiriéndose a la familia Ortega Murillo.

El búnker

Daniel Ortega se instaló con su familia en una casa de la que se apropió por la fuerza, en el reparto El Carmen, en 1979, cuando los sandinistas llegaron al poder. La casa fue confiscada al empresario Jaime Morales Carazo, a quien acusaron falsamente de “somocista”.

Para 1990, cuando Ortega perdió las elecciones contra doña Violeta Barrios de Chamorro, los Ortega Murillo eran propietarios de siete casas en El Carmen, cuyos dueños fueron expropiados o se vieron obligados a vender a precios irrisorios.

En ese residencial de clase alta de Managua, Ortega instaló su búnker. Levantó un muro de unos cinco metros de altura y 370 metros de largo alrededor de sus casas, con torres de vigilancia, cámaras, y puestos de Policía y del Ejército.

El dispositivo de seguridad fue más allá. En un perímetro de aproximadamente un kilómetro se instalaron retenes policiales, con vallas y cadenas con pinchos, para evitar el ingreso de personas y vehículos no autorizados. Los vecinos, cuyas viviendas quedaron atrapadas en el perímetro de seguridad, deben dar explicaciones a los policías para poder ingresar a sus hogares o recibir visitas.

Incluso se sellaron las alcantarillas de la zona por temor a que sean usadas en un atentado contra la familia Ortega Murillo.

Ahí, en ese complejo de El Carmen, Daniel Ortega pasa sus días. Según han relatado personas cercanas, se levanta tarde y se duerme hasta muy noche, a veces de madrugada. Suele permanecer en pijamas o trajes deportivos, viendo películas o series en los canales de streaming, ajeno casi siempre a las funciones de gobierno, que las ejecuta su esposa, Rosario Murillo. Las llamadas telefónicas a Ortega, sean de quién sean, deben ser aprobadas primero por Murillo, confió la fuente.

Ocasionalmente recibe, siempre de tarde o noche, delegaciones o personeros de gobiernos u organizaciones amigas, pero cada vez más seguido desaparece de la escena pública por largos períodos. Por ejemplo, el pasado 23 de abril apareció en la cumbre del Alba, en Caracas, Venezuela después de 55 días de ausencia pública.

Venezuela y Cuba son los únicos países que visita, y desde hace unos diez años prácticamente no sale de Managua. Sus únicas actividades públicas son los aniversarios de la revolución sandinista, un evento conocido como El Repliegue, y aniversarios de la Policía y el Ejército, los pilares que sostienen su dictadura.

Cuando sale de su búnker, lo hace con una escolta gigantesca. En 19 de julio pasado, al menos cuatro anillos de seguridad rodeaban el vehículo en que se movilizaba, sin posibilidad de que alguno de sus simpatizantes se acercara a saludarlo o estrecharle la mano, según se pudo apreciar en los videos que circularon en redes sociales.

Los comentarios irónicos llovieron en las redes sociales. “El mismo cobarde de siempre! Comandate ´ni un tiró volé´”, posteó una usuaria de X que se identifica como Laniñaveneno. Otro, de usuario Silverio Ríos, dice sobre el video: “Ortega demostrando que el estruendoso silencio de descontento social lo ha colocado en una situación que lo tiene ´cagao´”.

El cronista deportivo y opositor desterrado, Miguel Mendoza posteó: “Cuando Raúl Obregón (director de la encuestadora oficialista M&R) te dice que el 85% de la población te quiere, pero por si las moscas esa encuesta es al revés, mejor no comprobarlo”.

“Yo no encuentro razones técnicas para estar utilizando estos dispositivos tan grandes”, dice el militar consultado. “Y lo que vemos en los videos es solo una pequeña parte que va a su alrededor, porque más allá hay un dispositivo general que se instala en función de asegurar las vías, el perímetro y la tarima”.

Según la información oficial que se conoce, para el año pasado 1,262 personas estaban dedicadas a la protección de personalidades, con un presupuesto anual de 218, 229, 378 córdobas, equivalentes a poco más de seis millones de dólares.

El informe presupuestario de la Policía Nacional afirma que estos recursos están destinados a proteger “la vida e integridad física de nuestro Presidente de la Republica y Vice Presidenta, personalidades nacionales y extranjeras”, así como la “inspección física del lugar, previo a la realización de eventos y/o actividades”.

Otros presidentes

Para el experto, dispositivos de seguridad como el que maneja ahora Ortega nunca se habían visto en Nicaragua. Ni siquiera cuando vino El Papá Juan Pablo II en 1983 y 1996, cuando se extremaron las medidas de seguridad y el pontífice se movilizó en un papamóvil cubierto por un cordón de seguridad.

Las escoltas que protegen a Daniel Ortega son las más grandes que haya usado cualquier presidente nicaragüense. Incluso, el dispositivo de seguridad de Ortega fue mayor cuando él era el líder de la oposición que el que usaron en ese tiempo los presidentes Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños.

Al menos cuatro anillos de guardaespaldas rodean el vehículo en que se moviliza Daniel Ortega cuando sale a un evento masivo. (Foto archivo: 19 Digital)

Al menos cuatro anillos de guardaespaldas rodean el vehículo en que se moviliza Daniel Ortega cuando sale a un evento masivo. (Foto archivo: 19 Digital)

El dictador Anastasio Somoza Debayle se movía con una escolta pequeña y en sus últimos años, ya con el país en guerra, llegó a tomar previsiones en actos multitudinarios como decir sus discursos desde una urna blindada por temor a algún tirador.

El 20 de julio de 1978, un año antes de su derrocamiento, Anastasio Somoza sufrió un atentado sin mayores consecuencias. Un opositor conocido como Fernando “El Negro” Chamorro se alojó en la habitación 716 del Hotel Intercontinental para desde ahí disparar dos cohetes contra el búnker del dictador. La falta de pericia de los tiradores y la calidad “artesanal” del armamento hicieron fracasar el plan.

Contra Daniel Ortega nunca se ha conocido de atentado alguno.

“Daniel Ortega no corre ningún peligro real”, considera el militar consultado. “La gente ha expresado su descontento por medios cívicos y no han hecho uso de la violencia, y con ese nivel de dispositivo es bien difícil acercarse a Daniel Ortega. Ya no es el Daniel Ortega de antes que iba hasta donde está la gente, y que iba a abrazar señoras y chinear (cargar) niños”.

Por su experiencia, considera que el dispositivo de seguridad que rodea a Ortega, más que protegerlo de algún tirador o un dron, que son posibilidades remotas, está diseñado “para evitar que alguien empujado por un descontento extremo se le pueda acercar y le dispare. Algo similar a lo que hizo Rigoberto López con Somoza García”.

Casi a la medianoche del 21 de septiembre de 1956, el poeta Rigoberto López Pérez, de 27 años, disparó cinco proyectiles contra el fundador de la dinastía de los Somoza, Anastasio Somoza García, mientras el dictador participaba en una fiesta para celebrar su candidatura a la reelección presidencial.