¿Por qué se asociaron estos colores con los géneros?


¿Alguna vez te has preguntado por qué dicen que el rosa es para chicas y el azul para chicos? Este es uno de esos temas que damos por sentado, como si siempre hubiera sido así. Pero lo cierto es que esta división no siempre existió. Es más, hasta hace poco más de un siglo, los colores no tenían género. Así que, ¿cómo llegamos hasta aquí? Acompáñame en este viaje por la historia para entender cómo el marketing y la sociedad nos llevaron a asociar estos colores con los géneros.

Antes del siglo XX: cuando los colores no tenían género

Imagina que viajas en el tiempo a finales del siglo XIX. En esa época, nadie se sorprendía si veías a un niño con ropa rosa o a una niña vestida de azul. Los colores eran simplemente eso, colores. No existía una regla fija que dijera que uno u otro debía asociarse a un género específico.



De hecho, en algunos casos, las cosas eran al revés. Por ejemplo, en una revista de moda de 1918, se recomendaba el rosa para los niños porque era un color fuerte y decidido, mientras que el azul, más suave y delicado, se sugería para las niñas. ¿Sorprendido? Yo también lo estaría si no supiera cómo cambian las modas y las normas sociales con el tiempo.

La transformación de los colores: el marketing toma el control

Llegando a las décadas de 1940 y 1950, la cosa empezó a cambiar. Aquí es donde la historia se vuelve realmente interesante. Después de la Segunda Guerra Mundial, hubo un gran impulso para reafirmar los roles de género tradicionales. Y adivina qué, el marketing fue un actor principal en este cambio.

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Las empresas de ropa infantil y juguetes empezaron a buscar formas de diferenciar más claramente sus productos. Y ahí fue cuando comenzaron a promover el rosa para las niñas y el azul para los niños. Esta tendencia no surgió de la noche a la mañana, pero poco a poco, la idea de que estos colores debían estar vinculados a géneros específicos se fue afianzando.

Si te pones a pensar, es una estrategia comercial bastante astuta. ¿Qué mejor manera de vender más si haces que los padres compren ropa y juguetes específicos para cada género? La publicidad de la época estaba llena de imágenes de niñas con vestidos rosas y niños con camisas azules, reforzando esta nueva norma.

La consolidación cultural: de la moda a la norma social

Para los años 50 y 60, ya no había vuelta atrás. El rosa y el azul habían encontrado su hogar en los géneros. A medida que la televisión se convirtió en un medio de comunicación dominante, esta asociación de colores se propagó como la pólvora. Los programas de televisión, las películas y los anuncios reforzaron la idea de que las niñas debían amar el rosa y los niños el azul.

¿Y qué pasó con el resto del mundo? Bueno, la influencia cultural de Estados Unidos era tan fuerte que muchas otras sociedades adoptaron estas normas de color casi sin cuestionarlo. La globalización hizo el resto, y lo que comenzó como una estrategia de marketing se convirtió en una norma social aceptada en gran parte del mundo.

Ahora, piensa en cuántas veces has visto productos, desde ropa hasta artículos de decoración, que siguen esta norma. Es casi imposible escapar de ella, ¿verdad? Y esto nos lleva a reflexionar sobre cuánto de lo que consideramos «natural» o «normal» es en realidad un constructo social.

En mi opinión, es fascinante cómo algo tan arbitrario como el color puede tener un impacto tan profundo en nuestra percepción de género. Pero también me pregunto, ¿no sería hora de romper con estas convenciones? Hoy en día, vemos más y más iniciativas que buscan desafiar estas normas, promoviendo colores neutros o simplemente dejando que los niños elijan lo que les gusta sin preocuparse por lo que se supone que deberían preferir.

Aquí en WWWhatsnew.com, siempre estamos explorando cómo la tecnología y la cultura están cambiando nuestras vidas. Y este tema del rosa y el azul es un gran ejemplo de cómo algo tan cotidiano puede tener una historia tan rica y compleja detrás.

Quizás, en el futuro, estos colores volverán a ser simplemente eso, colores. Sin género. Sin reglas. Solo una elección personal. ¿Te imaginas un mundo donde los colores no determinen quiénes somos? Yo sí, y creo que sería un lugar mucho más divertido y libre.

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