Fragmentaciones e ilusiones electorales

Una conversación con el politólogo Carlos Saavedra sobre la encrucijada política actual en Bolivia y cosas peores.

Por Pablo Deheza



 

Fuente: La Razón

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El punto sobre la I

En un momento de profunda polarización y con una crisis política en ciernes en Bolivia, resulta esencial contar con análisis lúcidos y perspectivas informadas sobre la compleja realidad del país. En este contexto, tenemos el privilegio de conversar con Carlos Saavedra, destacado politólogo e intelectual tarijeño, cuya aguda mirada sobre el escenario político boliviano nos ofrece valiosas reflexiones para comprender mejor los desafíos que enfrenta la nación.

Carlos Saavedra, con su experiencia y conocimiento de la historia política y social de Bolivia, nos brinda una perspectiva detallada de la actual coyuntura, desentrañando las dinámicas de poder, las estrategias de los diferentes actores políticos y las posibles consecuencias de la dinámica en curso.

En esta entrevista, el politólogo aborda temas cruciales como la fragmentación del MAS, la reconfiguración de la oposición, el pragmatismo político imperante y los riesgos de una mayor polarización. Sus respuestas no solo describen la situación actual, sino que también ofrecen una reflexión crítica sobre los desafíos que Bolivia deberá enfrentar para mantener su estabilidad y avanzar hacia un futuro más cohesionado y democrático.

– ¿Cuál es la situación política actual en Bolivia y cómo se han configurado los diferentes bloques?

– Bolivia está viviendo una multipolarización destructiva caracterizada por un pragmatismo utilitario muy marcado. Si bien se mantienen los clivajes políticos de los bloques populares versus los bloques conservadores, las fronteras de articulaciones utilitarias entre unos y otros parecen desaparecer al calor del pragmatismo político.

El primer elemento para analizar este momento de multipolarización destructiva es la fractura del bloque popular, que a través del MAS logró durante los últimos 20 años consolidarse en una representación partidaria mayoritaria de las fuerzas de izquierda, los movimientos indígenas y campesinos. El MAS logró durante todo este siglo ser una simbiosis de esas fuerzas populares que hoy están siendo consumidas por disputas fratricidas que parecieran estar derrumbando la expresión política-partidaria más consistente del pasado y el presente siglo de los movimientos populares.

Pareciera que la implosión interna del MAS ha fracturado no solamente las fuerzas que lo componen, sino también la posibilidad de proyectar el horizonte de futuro en la construcción del Estado Plurinacional.

La implosión del MAS llegó a profundizar tanto su intensidad que las articulaciones políticas con las fuerzas más radicales del bloque conservador fueron cada vez más frecuentes y permanentes. La discusión hoy no pasa por cómo se proyectan las nuevas causas y aspiraciones en la construcción de lo Plurinacional, sino que pareciera que el ala radical sólo busca el derrumbe económico y el cataclismo político del país para proyectar la figura del ex presidente Evo como el «salvador» ante el caos.

Por otro lado, al ala renovadora- arcista le queda la tarea de ver cómo defiende la estabilidad del país ante el ataque político del evismo y el bloque conservador, que están empeñados en profundizar una situación de crisis multidimensional que hoy marca la opinión pública del país.

Ante la fractura expuesta del masismo, el segundo elemento que configura el escenario opositor es la configuración del bloque opositor al MAS. Si bien la oposición no tuvo la capacidad de articular un horizonte político, un discurso y un liderazgo alternativo al de la construcción del Estado Plurinacional, hoy está aprovechando muy bien el quiebre del MAS, usando las disputas internas para intentar instalar la idea del fin de ciclo del MAS en el poder e impulsar la idea de la necesidad de un cambio político al interior del mismo.

La oposición también está dividida en al menos tres grandes bloques: el primero, que representa la oposición tradicional al masismo de los últimos 20 años, está conformado por una articulación entre Comunidad Ciudadana, Creemos, Unidad Nacional, MNR y algunos líderes como Vicente Cuellar y autoridades locales de diferentes departamentos.

El segundo bloque de la articulación opositora es Manfred Reyes Villa, quien pareciera que ha decidido construir un perfil distinto al de la oposición tradicional, intentando ocupar ese difícil espacio del centro que es muy complejo de mantener en sociedades que presentan altos grados de polaridad política.

El tercer bloque de oposición al MAS, que todavía lucha por posicionarse, es el de los outsiders que buscan representar una posición alternativa a toda la política convencional. En este tercer bloque hay economistas que intentan emular a Milei, o figuras tan potentes como María Galindo, aunque hay dudas sobre su decisión de incorporarse como candidata del sistema político. También están los grupos de activistas de redes sociales que buscan consolidarse como partido político desde la radicalidad de su oposición al MAS.

– ¿Qué caracteriza el debate político actual en Bolivia y cuáles son los consensos que unen a distintos sectores?

– La política en Bolivia hoy no discute con prioridad horizontes de futuro, posiciones ideológicas sobre el devenir de la sociedad, la economía, las culturas u otros temas que son vitales de reflexionar y proyectar en los países.

Pareciera que todas las fronteras de alianza política coyuntural son flexibles. Si algo caracteriza el momento político es el alto pragmatismo en las alianzas coyunturales de los actores en juego, quienes se acusaban mutuamente de fascistas se pueden dar la mano con el objetivo común de generar un escenario económico y político de convulsión donde el evismo y las oposiciones tradicionales buscan erigirse ante la opinión pública como los «salvadores de la patria».

La materialización de grandes consensos que unen a las alas del masismo con las oposiciones, más allá de sus supuestas diferencias ideológicas, se expresan en dos temas que marcan la opinión pública nacional.

El primer consenso que une al ala evista con las oposiciones al MAS es el trabajo coordinado que existe para exacerbar un sentimiento de crisis multidimensional en la economía, la política, la institucionalidad, la sociedad, entre otros. Es indudable que el ala radical y la oposición trabajan para profundizar la incertidumbre en la sociedad con la finalidad de inviabilizar políticamente al actual Presidente en cualquier aspiración de reproducción del poder.

No sólo lo discursivo une al ala radical del MAS con la oposición sino acciones como el bloqueo a créditos en la Asamblea Legislativa Plurinacional que significarían el ingreso de divisas para paliar la actual situación económica del país.

El segundo consenso que rompe fronteras ideológicas y genera consenso entre disímiles es la decisión coordinada de la oposición al MAS y del ala renovadora de no permitir la repostulación del ex presidente Evo Morales a una nueva candidatura presidencial.

– ¿Cuáles son las principales narrativas políticas del evismo y del arcismo en el contexto actual?

– El evismo, como uno de los bloques políticos del oficialismo, construye una narrativa política basada en la hiperpersonalización del liderazgo de Evo Morales, planteando que sólo su liderazgo será capaz de «salvar Bolivia» de la crisis. En su construcción discursiva no se vislumbran cuáles serían los ejes conductores de un nuevo momento del Estado Plurinacional.

Para que el discurso del evismo funcione, trabajó desde hace mucho tiempo una narrativa de crisis en el país, atacando la estabilidad de la economía, la fragilidad de la institucionalidad ante la corrupción, acusando de falta de liderazgo al presidente Arce.

El Gobierno Nacional y el ala arcista en la gestión intentan posicionar la narrativa de preservar la estabilidad ante el complot político articulado entre el evismo y la oposición; y en términos políticos el arcismo logró posicionar que tuvo la capacidad de articular a las organizaciones sociales que hacen parte central del MAS y que han decidido luchar por la democracia interna ante el abuso de poder por parte del caudillo histórico del MAS.

– ¿Cuáles son las estrategias discursivas de los diferentes bloques opositores en Bolivia?

– El bloque de oposición tradicional conformado por CC, Creemos, Unidad Nacional, MNR entre otros intenta posicionar la vieja fórmula narrativa de unidad en contra del MAS, y enuncia la necesidad de un cambio, aunque sin una propuesta política que supere todavía la consigna discursiva.

Manfred Reyes Villa intenta tomar el centro, mostrando viabilidad política a partir de sus credenciales de gestión pública que son altamente valoradas en Cochabamba. Reyes Villa trabaja en desmarcarse del bloque tradicional de oposición al MAS, dejando entrever la idea política de que es necesario un «cambio responsable» en el país donde se haga un giro de 180 grados en las cosas que no están bien en el país, pero que se rescaten algunas banderas discursivas del masismo como la inclusión política y social de los grandes sectores populares.

Entre los outsiders existen diversas líneas discursivas que tienen en común el rechazo furibundo a todo el sistema político, desde los libertarios que emulan a Milei intentando calcar el escenario boliviano al argentino, el anarquismo explosivo y potente de María Galindo, el activismo radicalizado en las redes sociales de actores que a pesar de su esfuerzo sostenido que realizan continúan siendo marginales en la configuración del escenario político.

– ¿Qué factores están afectando la estabilidad política en Bolivia y cuál es el papel del referéndum propuesto por el presidente Arce?

– Definitivamente juega en contra de la estabilidad del país la ambición de poder que tienen varios actores, que buscan en el desmoronamiento del MAS y del Gobierno una oportunidad para tomar el poder en las urnas como no lo hicieron desde hace más de 20 años.

La necesidad de poder en Bolivia de algunos actores que apuestan al caos e intentan incendiar el país para gobernar aunque sea sólo las cenizas del mismo genera altos niveles de conflictividad y han posicionado un sentimiento de crispación y estrés colectivo en la sociedad boliviana.

El referéndum planteado por Arce, que dadas las observaciones del Tribunal Supremo Electoral se quedará sólo en dos temas: reelección indefinida y subvención de carburantes, parece haber terminado de electoralizar el país, con la apuesta elevada del oficialismo gubernamental a que los bolivianos puedan encontrar en las urnas los consensos que no logró la clase política en los espacios institucionales.

Sólo el tiempo dirá si el referéndum planteado por el Presidente logró ser una válvula de escape al sentimiento de crispación colectiva o más bien terminó de encender la chispa de la conflictividad radicalizada.

– ¿Cuáles son las perspectivas para el futuro político de Bolivia?

– No hay buenos escenarios prospectivos para el futuro político del país. La polarización destructiva que estamos viviendo genera un vacío muy grande de pensamiento de horizontes de futuro compartidos para la nación boliviana; pareciera que el canibalismo político se está imponiendo, en una lógica de tribalización de la política que amenaza permanentemente con destruir la pluralidad e imposibilita pensar en la construcción de consensos mínimos para la estabilidad del país.

Los esfuerzos de mantener estabilidad y de retomar los centros políticos pueden ser fácilmente absorbidos por un escenario de ultrapolarización que elimina cualquier posibilidad de acuerdo racional o bases de un pacto social y político mínimo de convivencia en la pluralidad.

– ¿Cuál es el riesgo de un crisis mayor en Bolivia y qué podría desencadenarla?

– Cuando la política no puede resolver los escenarios de conflictividad a través de los espacios institucionales o de la democracia directa vía voto popular, son las calles las que terminan siendo el espacio de toma de definiciones.

El estallido social es una posibilidad que está latente ante la incapacidad del sistema político en general. Si la política formal no es capaz de construir acuerdos mínimos de convivencia y consensos básicos para afrontar lo que viene en términos políticos, sociales y económicos, estaremos ante el escenario ideal para una crisis sistémica de representación en Bolivia.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

Fuente: La Razón