Irán y Venezuela: La geopolítica del oro negro

Irán y Venezuela, dos naciones con vastas reservas de petróleo y objetivos geopolíticos desafiantes, han sido sometidas a sanciones internacionales que, a primera vista, parecen comparables en su severidad.

Fuente: https://ideastextuales.com



Sin embargo, las diferencias en la forma en que han gestionado estas sanciones y el impacto en sus respectivas capacidades productivas revelan dos caminos profundamente divergentes. A pesar de los paralelismos en el tipo de sanciones impuestas, Irán ha logrado mantener una relativa estabilidad en su producción petrolera, mientras que Venezuela ha visto cómo su industria se derrumba.

¿Por qué, entonces, dos países enfrentados a presiones externas similares han experimentado resultados tan distintos? La respuesta a esta pregunta se encuentra en una compleja red de factores que incluyen la gestión de los recursos, la infraestructura energética y las alianzas internacionales que cada nación ha tejido a lo largo de los años.

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Resiliencia frente a la adversidad

Las sanciones sobre Irán, impuestas principalmente debido a su programa nuclear, han sido duras y sostenidas. Desde la década de 1980, tras la Revolución Islámica y la posterior guerra con Irak, la industria petrolera iraní ha tenido que adaptarse a un contexto de aislamiento económico. En la década de 2000, estas sanciones se intensificaron, bloqueando el acceso de Irán al sistema financiero global y restringiendo sus exportaciones de petróleo. A pesar de estas restricciones, Irán ha logrado mantener una producción estable, con cifras que alcanzan los 3,4 millones de barriles diarios (mbd) en 2023 y que se proyectan en torno a los 4 mbd para 2024.

La resiliencia iraní frente a las sanciones se puede atribuir a 3 factores clave:

  • Economía de resistencia: Irán ha desarrollado lo que denomina una “economía de resistencia”, invirtiendo en infraestructura energética doméstica y buscando formas alternativas de sortear las sanciones. Este enfoque le ha permitido redirigir sus exportaciones hacia mercados aliados como China, su principal comprador de crudo.
  • Diversificación económica: A pesar del bloqueo internacional, el gobierno iraní ha trabajado para diversificar su economía, ampliando sectores como la industria petroquímica y fortaleciendo sus lazos con potencias no alineadas con Occidente, como Rusia y China. Esta diversificación ha sido crucial para contrarrestar los efectos negativos de las sanciones.
  • Inversiones internas: A diferencia de otros países sancionados, Irán ha mantenido un nivel significativo de inversión en su infraestructura petrolera, lo que ha permitido sostener su capacidad productiva a pesar de las restricciones.

Estas estrategias han permitido a Irán mantener un nivel de producción que, aunque menor que el de los años previos a las sanciones, sigue siendo considerable. Sin embargo, esta capacidad de adaptación no ha eliminado los problemas económicos del país, que sigue luchando con altos niveles de inflación y la devaluación de su moneda.

El colapso de una potencia petrolera

En el otro extremo del espectro está Venezuela, una nación que en 1999 producía alrededor de 3,5 mbd bajo la presidencia de Hugo Chávez, pero que en las últimas décadas ha experimentado un colapso dramático de su industria petrolera. Las sanciones internacionales, impuestas a partir de 2014 en respuesta a la represión gubernamental y la corrupción, han profundizado una crisis que ya estaba en marcha.

A diferencia de Irán, Venezuela no ha sido capaz de mantener su capacidad productiva. En 2020, la producción cayó a tan solo 0,5 mbd, y en 2023 se mantuvo por debajo del millón de barriles diarios. A pesar de tener las mayores reservas de petróleo probadas del mundo, el país no ha podido capitalizar estos recursos debido a una combinación de sanciones, mala gestión interna y corrupción.

Las razones de este colapso son variadas:

  • Mala gestión de PDVSA: La politización y la corrupción dentro de la estatal petrolera PDVSA han sido devastadoras para la industria. A diferencia de Irán, que ha priorizado el mantenimiento de su infraestructura energética, el gobierno de Venezuela desvió recursos de PDVSA hacia programas sociales y políticos, lo que dejó a la empresa sin capacidad para mantener su infraestructura o invertir en nuevas tecnologías.
  • Fuga de talento y corrupción: La pérdida de expertos en el sector energético ha agravado la situación. Con el éxodo de profesionales capacitados y la corrupción endémica que afecta a la gestión de la empresa, PDVSA ha quedado incapacitada para operar con la eficiencia necesaria para sostener la producción petrolera.
  • Dependencia de las exportaciones de crudo: A diferencia de Irán, Venezuela no ha diversificado su economía. Su dependencia del petróleo como única fuente significativa de ingresos lo ha hecho extremadamente vulnerable a las sanciones internacionales y a la fluctuación de los precios del crudo.

Adaptación frente al colapso

La comparación entre Irán y Venezuela destaca las diferencias fundamentales en la gestión de sus recursos y la adaptación a las sanciones. Mientras que Irán ha mostrado una notable capacidad para reorganizarse y encontrar alternativas, Venezuela ha caído en una espiral de declive que ha sido acelerada por sus propios errores internos.

Por un lado, Irán ha aprovechado sus alianzas internacionales con potencias como China y Rusia para mantener un flujo constante de exportaciones de petróleo, a pesar de las restricciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados occidentales. Además, su enfoque en el desarrollo de infraestructuras y la diversificación de su economía ha permitido al país amortiguar los efectos más severos de las sanciones.

En Venezuela, por el contrario, la falta de inversión en infraestructura energética y la corrupción han exacerbado los efectos de las sanciones, conduciendo a una caída libre en la producción. El país sudamericano no ha conseguido establecer alianzas estratégicas tan efectivas como las de Irán, y su dependencia casi exclusiva del petróleo ha limitado sus opciones frente al aislamiento internacional.

Proyecciones a futuro

Las perspectivas para ambos países son radicalmente diferentes. Irán, con su infraestructura relativamente robusta y su capacidad para forjar alianzas con grandes economías emergentes, tiene una oportunidad de recuperarse a largo plazo, especialmente si se logra algún alivio en las sanciones mediante un nuevo acuerdo nuclear. Las reservas de petróleo y gas de Irán siguen siendo un activo importante, y el país tiene la posibilidad de aumentar su relevancia en el mercado energético asiático.

Para Venezuela, el futuro es mucho más incierto. A pesar de poseer las mayores reservas de petróleo del mundo, la falta de inversión, la corrupción generalizada y el colapso de PDVSA han debilitado su capacidad de recuperación. Sin reformas profundas en la gestión de la industria petrolera y un cambio en la política interna, es probable que la producción venezolana continúe en niveles bajos, agravando una crisis económica y social que ya ha desplazado a millones de personas.