Mamani Mamani: «No hay pretextos para no hacer lo que uno desea»

Roberto Mamani Mamani es uno de los máximos exponentes del arte boliviano cuya obra es un vibrante homenaje a la cultura aymara y a la rica diversidad de las tradiciones andinas.

Brisa Mariaca

Fuente: lostiempos.com



 Conocido por sus cuadros llenos de color y simbolismo, Mamani Mamani se ha convertido en una figura icónica que ha llevado el arte boliviano a escenarios internacionales. Su estilo único mezcla la espiritualidad y cosmovisión ancestral con una modernidad que resuena profundamente en quienes contemplan sus obras. El artista es el nuevo invitado del Pódcast OH! donde revela los pormenores de su carrera, sus inspiraciones y sus pensamientos.

—¿Qué te inspiró a convertirte en artista y cómo influyó tu infancia en tu carrera?

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– Tengo dos formas de verlo. Primero, en la mañana me siento como un cóndor, un mallku que sobrevuela la cordillera; al mediodía, me transformo en un chachapuma, un hombre puma que se desprende de sí mismo, saltando por las llanuras y disfrutando del paisaje. Y por la noche, me convierto en un katari, una serpiente sagrada. Es en ese momento cuando toda la inspiración que he recogido durante el día se transforma en creatividad: comienzo a componer, a crear mis obras, a pintar. Eso es lo que soy, Mamani Mamani.

La segunda versión es más sencilla: como cualquier niño, empecé dibujando y pintando. Recuerdo que en Cochabamba usaba el carbón que mi madre utilizaba para cocinar a leña, y mis soportes eran periódicos y cartones que encontraba. Por eso siempre digo en mis charlas: No hay pretextos para no hacer lo que deseas.

—¿Cómo describirías tu conexión personal con la cultura aymara y cómo se refleja en tu arte?

– Creo que está en nuestros genes, en nuestra formación que data de cientos de años. No olvides que venimos de grandes culturas y naciones. Este año cumplo 162 años, y aún me siento joven. Muchos hermanos afirman tener 3 mil años, y es verdad, porque nuestras culturas madres son nuestro origen.

—¿Qué mensaje esperas transmitir a través de tus obras?  

– Para mí, la identidad es fundamental, es nuestra fortaleza, la coraza de quiénes somos. En nuestra Constitución se reconocen más de 36 naciones, y en realidad somos muchas más. Esta diversidad fortalece una unidad rica en identidades, cada una con su propia cosmovisión andina, su manera única de interpretar la vida y el mundo.

—¿Cómo afrontaste las críticas a tu trabajo al inicio de tu carrera?

– Es un proceso de aprendizaje. Las críticas te enseñan a no rendirte. Llevaba mis cuadros a diferentes círculos y, a veces, no me aceptaban. Muchos me decían que era mejor así, porque de lo contrario me habría quedado estancado. Esas negativas eran un revés, pero me levantaba y seguía adelante. Mi misión ya estaba clara: los colores y símbolos que había construido en mi mente y en mi ser me impulsaban a seguir avanzando.

—¿Alguna vez estuviste casado?

– Soy el príncipe aymara, y el príncipe aymara sólo tiene ñustas, princesas que, en tiempos antiguos, confeccionaban la ropa para el inca, tejían, componían poemas, cantaban y tenían muchas otras virtudes. Mamani Mamani sólo tiene ñustas. Sin embargo, estoy agradecido con la vida, porque tengo cuatro hijos: Illimani, Illampu, Amaru y Maya.

—¿Cómo ha impactado la Fundación para el Desarrollo Artístico Cultural Mamani en la comunidad?

– Nunca tuve la oportunidad de asistir a una escuela de arte, pero siempre quise tener una. Por eso, sentí la necesidad de crear una escuela en casa, donde se enseña pintura, dibujo, guitarra y piano. Es mi ayni, una forma de reciprocidad: he recibido tanto, ¿cómo no devolver? La escuela ya tiene 10 años y han salido muchas generaciones. Muchos de mis estudiantes han sido premiados y ahora están trabajando en otros países.