Javier Paz García
En países más civilizados que el nuestro no es infrecuente que un servidor público renuncie luego de haber sido descubierto en una conducta impropia. El plagio de una tesis doctoral, el descubrimiento a la luz pública de una relación extramarital o el trato misógino hacia alguna funcionaria de menor rango han sido motivos para que funcionarios, incluso de muy alto rango, renuncien en otros países. Por supuesto, en Bolivia es mucho pedir funcionarios con doctorados, y los plagios de títulos suceden a nivel de licenciatura o incluso de colegio, y por otro lado la actitud machista y la infidelidad marital son motivos de orgullo entre los hombres, por lo tanto es difícil crear suficiente presión social para obligar a un alcalde a renunciar simplemente por tener una mano demasiado larga y cariñosa.
Don Percy Fernández tiene culpabilidad por sus exabruptos, su entorno tiene culpabilidad, ya que demuestra una ausencia de autocrítica, a tal punto que incluso las mujeres que trabajan para él han salido a justificar en varias oportunidades acciones injustificables con respecto a sus manoseos a mujeres. Pero el mayor culpable de los excesos del alcalde es el ciudadano, que no exige cierta ética a sus funcionarios. Yo voté por Percy, y me parece que hace una excelente gestión, más aún si uno compara lo que hicieron sus predecesores. Sin embargo, me gustaría que los funcionarios públicos sean un ejemplo de ciudadanos, en capacidad, honestidad, humanidad y respeto. Don Percy ha cometido tantos exabruptos, con la prensa y con las mujeres, por lo que no volveré a votar por él y, de hecho, me gustaría que renuncie.
Sabemos que no renunciará. Las mieles del poder son demasiado dulces para abandonarlas y además, como indican sus encuestas, sigue manteniendo un alto grado de aprobación, muy por encima del 50%, lo cual nos da una idea de la poca importancia que las propias mujeres en esta ciudad otorgan a los temas de acoso de género. Sabemos también que, a pesar de la incuestionable evidencia gráfica, no se puede confiar en el trabajo de la justicia boliviana, que ni es justa ni imparcial. Nos queda solo ofrecer nuestra opinión, con la esperanza (muy leve) de que sirva para elegir a mejores líderes en el futuro.
El Deber – Santa Cruz
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas