La población de Bolivia enfrenta un incremento de precios que supera el 100% en algunos casos, mientras que la inflación se convirtió en un fenómeno cotidiano que afecta a las familias más vulnerables.
La economía boliviana experimentó un cambio drástico desde el inicio de la pandemia del covid-19. Antes de 2020, el país vivía un periodo de relativa estabilidad económica, con precios controlados en productos esenciales y una canasta familiar accesible para la mayoría de la población.
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Sin embargo, el impacto de la pandemia y las medidas de contención transformaron este panorama, sumiendo a Bolivia y a la ciudad de Sucre en una crisis que puso en jaque la calidad de vida de las personas.
A la ya complicada situación preexistente se le añadieron la escasez de dólares, el desabastecimiento de combustibles y un alarmante aumento de precios en la canasta básica. La falta de divisas limita las importaciones, lo que genera un efecto dominó sobre los precios de productos esenciales.
Hoy en día, la población enfrenta un incremento de precios que supera el 100% en algunos casos, mientras que la inflación se convirtió en un fenómeno cotidiano que afecta a las familias más vulnerables.
Para entender mejor la magnitud de este cambio, se tomaron como referencia los precios de 2019, extraídos de la lista de canastones de una empresa local. Estos precios, que reflejaban una situación económica más estable, se contrastan con las cotizaciones actuales en el mercado Abasto para 2024. Esta comparación revela un aumento en los costos de los productos básicos.
Gobierno garantiza carne de pollo “a precio justo”
El ministro de Desarrollo Productivo, Néstor Huanca, anunció que el Gobierno, a través de Emapa, garantizará el suministro de carne de pollo a precios accesibles, tras el reciente encarecimiento en los mercados.
La autoridad informó que la mayoría de la carne proviene de productores de Santa Cruz y Cochabamba, quienes aseguraron un suministro continuo, destacando que los pollos están listos para la comercialización.
Sin embargo, mencionó problemas en la producción y distribución, como bloqueos y condiciones climáticas adversas. A pesar de estos inconvenientes, el Gobierno intensificó controles para prevenir el contrabando de carne.
Actualmente, el costo de la carne de pollo aumentó de Bs 14 a 16,50 por kilo, y la carne de res de Bs 38 a 48. Esto llevó a los carniceros de Santa Cruz a declarar un paro de 72 horas que, en la noche de este domingo se amplió a uno indefinido.
En su pronunciamiento, el gremio advierte que la especulación y la falta de control de precios están perjudicando directamente a la población.
Intermediarios desvían carne de res al exterior
Pese a que el Gobierno aseguró que la producción de carne de res en el país es suficiente, con 347.000 toneladas anuales frente a un consumo de 305 mil, el viceministro de Comercio Interno, Grover Lacoa, denunció que intermediarios desvían ilegalmente el producto a Perú, Argentina y Brasil, afectando la oferta interna y provocando un aumento de precios.
Según Lacoa, a esas acciones se suma el contrabando de ganado en pie y la afectación de la crisis climática que impactó el ciclo de engorde de las reses. Mencionó, además, a las quemas que afectan las pasturas y provocan que los animales no tengan suficiente alimento.
Este lunes 7 se realizará una reunión con ganaderos y la Confederación de Trabajadores en Carne (Contracabol) para abordar el alza de precios y el contrabando, buscando consensos para privilegiar el suministro interno y regularizar las exportaciones.
El objetivo es determinar consensos y mecanismos “de hacer de que este alimento privilegie a los bolivianos y en sus excedentes se exporte, pero legalmente. Otra cosa es el contrabandeo o el contrabando a la inversa”, indicó la autoridad.