Entre la celebración, el repudio y las utopías cósmicas

Cada 12 de octubre, las calles de diversas ciudades en América Latina y España se llenan de banderas y discursos que buscan encontrarle un sentido a lo que se construyó y destruyó a partir de la llegada de Cristóbal Colón a América.

Fuente: https://ideastextuales.com



Lo que alguna vez fue conocido como el Día de la Raza, hoy es un campo de batalla simbólico entre el pasado colonial y el futuro de una identidad mestiza en constante transformación.

Para entender cómo esta fecha se ha impregnado de significados contradictorios, hay que mirar hacia un hombre cuyo legado ha moldeado la discusión cultural en el siglo XX: José Vasconcelos, el intelectual mexicano que soñó con una raza cósmica. El término, acuñado por él en 1925, fue más que una simple teoría racial. Era un intento de reconciliar los diferentes pueblos y culturas que surgieron tras la colonización, proponiendo una visión optimista del mestizaje como el destino inevitable y superior para América Latina. En sus sueños el mestizaje no era solo una mezcla biológica, sino un proyecto espiritual, donde los latinoamericanos se convertirían en la vanguardia de una nueva era global.

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Este idealista plan, que en su época prometía esperanza para los pueblos mestizos, hoy resuena de maneras diferentes. Por un lado, está la perspectiva de quienes ven en el mestizaje la base de una identidad única que ha resistido siglos de dominación externa. Por el otro quienes denuncian la idea de la raza cósmica como una continuación de las jerarquías raciales, disfrazadas de utopía.

El Día de la Raza se convierte en un espejo de estas contradicciones. La celebración que alguna vez buscó exaltar la mezcla racial y cultural, hoy está bajo el escrutinio de movimientos indígenas y afrodescendientes que rechazan la narrativa del encuentro de dos mundos como una distorsión histórica que invisibiliza la violencia y el despojo.   Es, a la vez, la celebración de una identidad compartida y la reafirmación de un sistema de opresión que se niega a desaparecer.

En esta encrucijada, el legado de Vasconcelos se siente tan vigente como problemático. Su propuesta de una raza mestiza que superaría las divisiones raciales y culturales, con América Latina a la cabeza de este proceso, puede parecer anacrónica para las nuevas generaciones, que luchan por redefinir lo que significa ser indígena, afrodescendiente o mestizo en el siglo XXI.

La realidad es que el 12 de octubre tiene múltiples significados. En España, sigue siendo conocido como el Día de la Hispanidad, un homenaje a la expansión del mundo ibérico. En varios países latinoamericanos, ha adoptado diferentes nombres y matices, desde el Día de la Resistencia Indígena en Venezuela o el Día de la Diversidad Cultural en Argentina.

La resignificación de la fecha refleja las tensiones de identidades que aún buscan un lugar propio en la construcción de una narrativa nacional y continental. Los movimientos indígenas, en particular, han sido claros en denunciar lo que ven como una glorificación de un proceso violento que llevó al despojo de tierras, culturas y vidas. ¿Es el mestizaje una solución que nos permite avanzar hacia una sociedad más justa, o perpetúa la invisibilidad de las culturas indígenas y afrodescendientes? Quizá, como sugería Vasconcelos, la respuesta está en el diálogo constante, en la reinterpretación del pasado y en la construcción de un futuro donde todas las voces puedan ser escuchadas.

Por Mauricio Jaime Goio.