La democracia después de 42 años

Mgr. Fernando Berríos – Politólogo

La mítica Corazón “Cory” Aquino, cuando se convirtió en oposición contra el gobierno autocrático de Ferdinand Marcos en Filipinas, sostuvo: “No tengo ninguna fórmula para derrocar a un dictador o para instaurar la democracia. Todo lo que puedo sugerir es que se olviden de sí mismos y piensen en su pueblo. Siempre es el pueblo que hace que las cosas sucedan”. A 42 años de haber recuperado la democracia en Bolivia, lo dicho por Cory parecen premonitorio para seguir construyendo democracia más allá del MAS, partido que ha destrozado la institucionalidad democrática y han hecho bandera del autoritarismo en una sociedad que, tras la crisis de 2019, parece haber perdido su horizonte. El concepto de Zavaleta, la “democracia como autodeterminación de las masas”, una democracia radical, vigorosa y combativa, no existe; el pueblo (demos) solo parecen estructuras de votación y el poder (cratos) es una fachada sin representación.



Hay tantas formas diferentes de democracia como naciones democráticas en el mundo, no hay dos sistemas que sean exactamente iguales y no hay uno que sirva de “modelo”. De allí que la construcción del modelo de democracia en Bolivia, determina las perspectivas para el futuro político de Bolivia y en ese contexto no hay buenos escenarios para construir ese futuro. La destructiva polarización que vivimos genera un vacío muy grande de pensamiento, hay una fragmentación en la población que impide ver horizontes de futuro compartidos; pareciera que la política amenaza permanentemente con destruir la pluralidad y por lo tanto imposibilita pensar en la construcción de consensos mínimos. No hay forma de mantener estabilidad porque lo político está por encima de lo democrático, por esto en los últimos tiempos, Bolivia ha estado permanentemente en puertas de una crisis mayor, porque si la política no puede resolver aquellos escenarios de conflictividad a través de los espacios institucionales o de la democracia directa, son las calles las que terminan siendo el espacio de toma de definiciones, es una posibilidad siempre latente ante la incapacidad del sistema político en general. La política formal tiene que ser capaz de construir acuerdos mínimos de convivencia y consensos básicos para afrontar lo que viene en términos políticos, sociales y económicos, lo contrario no pone en el escenario ideal para una crisis general de representación en Bolivia.

El MAS en sus oportunidades perdidas lamentará no haber consolidado la democracia como representación, ha construido su propia democracia al impulsar un fallido Estado Unitario de Derecho Plurinacional Comunitario con un modelo Económico Social Comunitario y Productivo basado en la generación y distribución de excedentes generados por los sectores llamados estratégicos, haciendo del Estado el mayor generador de economía, ocurrió todo lo contrario, otro fracaso del socialismo. La democracia del MAS no contiene alternancia y no concede a la sociedad civil que se encargue de las formas de la democracia, asumen que son la principal y única forma de representación. Equivocan el camino, ningún sistema, sea capitalista o socialista, puede estar fuera del sistema de partidos políticos como esencia de la democracia representativa. Un país sin partidos políticos, es un país sin representación democrática. La constitución de ese sistema de representación fue la génesis para la recuperación de la democracia el 10 de octubre de 1982.

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Ahora se trata de retomar la verdadera democracia, el MAS nos plantea ese desafío. La capacidad del sistema de partidos políticos para superar las líneas de conflicto que han construido los masistas, superar los problemas estructurales, articular visiones inclusivas que dejen atrás las divisiones históricas y responder a las aspiraciones de nuestra sociedad, esa es la configuración del futuro político y democrático de Bolivia.

Fuente: eju.tv