Ganaderos se ven obligados a rematar su ganado a mitad de precio ante la escasez de forraje

La sequía en Santa Cruz obliga a los productores a rematar sus vacas a precios bajos. La falta de alimento y los altos costos de insumos ponen en riesgo al ganado, que pierde peso

Ernesto Estremadoiro Flores.

Es evidente la pérdida de peso en los animales/Foto: Ricardo Montero
Es evidente la pérdida de peso en los animales/Foto: Ricardo Montero

 

Fuente: El Deber



En 12 años de experiencia es la primera vez que Estanislao tiene que alistar un lote de vacas de buena genética para ser rematadas. Junto con cuatro vaqueros, acomodan en un corral un grupo de animales; unos son piel y hueso, otros aún conservan musculatura, pero su venta urge porque algunos están en riesgo. Con lo recaudado se podrá comprar alimento para el resto de vacas en una pequeña estancia de 360 cabezas de ganado, ubicada en la localidad de Pailas.

En promedio, cada animal será vendido hasta en $us 600, incluyendo hembras con terneros. Pero el valor real de cada ejemplar supera los 1.200; si las circunstancias fueran distintas, estas operaciones nunca se realizarían.
Pero la falta de forraje hace que algunos productores tomen esta decisión en momentos de desesperación.

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Estanislao es un vaquero con mucha experiencia. Ha trabajado administrando diferentes propiedades ganaderas, sabe cuánto come cada animal, y sobre todo entiende cómo funciona el ciclo climático. Eso es esencial para la ganadería; ya sea para lechería como para engorde.

“Lo que se está vendiendo es porque no hay pasto, y para que no se chiflen, es mejor ir sacando”, explicó el hombre. El término “chiflar” refiere a que el ganado se enflaquezca debido a la falta de alimento, lo que podría poner en riesgo la salud de los animales.

A un costado, donde las vacas en mejores condiciones son acomodadas, otra de color negro reposa incapaz de pararse por sí sola. Atrás de ella, otros animales también delgados por la falta de alimento caminan sobre el potrero, raspando con sus hocicos algo de la escasa pastura que brotó tras una jornada de lluvia.

Esta escena se repite en otros poblados ganaderos cómo Tres Cruces, Mora y San Ignacio de Velasco. Allí, muchos productores están rematando sus animales ante el temor de que se dé una mortandad, por la fuerte sequía que se registra en Santa Cruz

Muchas cabezas de ganado son compradas por otros ganaderos o intermediarios que cuentan con capital para asumir el costo de la alimentación.
“Si la vaca está flaca, ¿quién la va a comprar? Solo quien tiene alimento para engordarla. En algunos casos, los terneros están en condiciones críticas”, explicó un experto en ganadería consultado para este reportaje.

La raíz del problema

El ciclo climático normal en la región oriental de Bolivia está compuesto por periodos de lluvias y sequías. Todos los años este ciclo es predecible: comienza con lluvias entre enero y abril, y después llega la sequía, empezando en mayo.

En este mes algunas lluvias pueden presentarse, pero generalmente son insuficientes para el crecimiento del pasto.

En julio y agosto, hay una escasez de lluvias, lo que limita el crecimiento de las plantas. Además, estas precipitaciones están acompañadas por vientos que terminan secando las pampas de pastura. Luego, entre septiembre y noviembre comienza la época seca. Y en diciembre se reinician las lluvias.

Pero este año fue atípico, los periodos de lluvias no llegaron y la sequía se recrudeció alcanzando niveles históricos. Esto no permitió un fotoperiodo óptimo de las pasturas. Este concepto se refiere al proceso en el cual las plantas se adaptan a los cambios estacionales para poder crecer.
Esto dificultó la producción de granos y otros insumos que son usados en la dieta de los animales.

A esto se suma el incremento de alimentos como el rollo de pastura, que de Bs 140 pasó a costar Bs 300, es decir, un 114,29%.

Así también la alimentación balanceada, como el maíz y otros insumos que se usan para engordar al ganado, subieron y esto encarece el proceso de producción y, por ende, la carne en el mercado.

Daniel Arce es un ganadero que lleva 20 años en el sector, coincide en que la situación es atípica y la sequía impactó no solo en la cría de ganado, sino en la agricultura, afectando la disponibilidad de forraje para los animales.
“En la Chiquitania, la sequía se ha alargado tanto que muchos ganaderos se han visto obligados a vender sus animales a precios muy bajos”, dijo el productor.

La situación es alarmante, y aunque con las primeras lluvias algunos están recuperando el pasto, el proceso es lento. “Tarda entre uno y dos meses para que el ganado pueda alimentarse adecuadamente”, explicó.

El aumento de precios en los insumos también ha sido un factor crítico. El costo del silo subió significativamente, alcanzando hasta los Bs 1.000 por tonelada, mientras que los rollos de pasto han pasado de Bs 120 a Bs 350. “Muchos productores se desprenden de sus animales, ya que no pueden costear el alimento que, está tres veces más caro”, agregó.

A esto se suma, el desequilibrio en el mercado, donde los ganaderos a menudo no obtienen precios que generen ganancia por su ganado. “En momentos de alta demanda, los precios pueden bajar drásticamente. Por ejemplo, las vacas para carnear han visto fluctuaciones en su precio, pasando de Bs 10 a Bs 8 y luego recuperándose hasta Bs 12. Este vaivén es una constante en nuestra actividad”, detalló.

La comercialización del ganado se realiza bajo el esquema de “kilo vivo” que es el peso del animal antes de ser sacrificado y el “kilo gancho” que es el peso del animal faenado y listo para la venta.

Al ganadero se le paga por el kilo vivo, que tiene un precio significativamente menor, y que luego este valor aumenta en el mercado cuando se comercializa el kilo gancho. Por ejemplo, menciona que el kilo vivo puede venderse a Bs 15, mientras que el kilo gancho puede alcanzar los Bs 27 o Bs 28.
Mientras que un comercializador de carne en los diferentes mercados vende el producto entre Bs 45 y 50 el kilo de carne primera, pero cortes de diferentes precios que puede subir este margen.

En la actualidad, el sector comercializador culpó a los productores ganaderos de incrementar el costo de este alimento. Incluso realizaron un paro contra esta situación.

Desde la Confederación de Ganaderos de Bolivia (Congabol) explicaron que ellos no fijan los precios, sino que son “tomadores de precios” determinados por el mercado y los intermediarios.

Otro especialista consultado por EL DEBER explicó que el ganadero necesita entre dos y tres años para criar un animal apto para el consumo, mientras que los intermediarios pueden obtener ganancias significativas en pocos días tras comprar y revender el ganado.

En cambio, muchos productores tienen que rematar sus animales al no tener con qu e alimentarlos evitando que mueran de hambre en los campos secos del oriente.

Fuente: El Deber