Historia repetida

Evo Morales quiere olvidar cuando le conviene, pero repite la historia del centralismo que siempre ha tratado a Santa Cruz como su colonia.

ElNuevoDia Editorial El Día

Los españoles no se pueden fiar de la promesa del presidente Morales de dejar atrás el pasado y olvidar los rencores. Por eso es que la prensa de ese país le dio poca importancia a las declaraciones del líder indigenista, para quien el resentimiento es una constante en su discurso y el motor de sus políticas. ¿De qué va a hablar Evo Morales si decidiera realmente dejar a un lado el revanchismo con el que ha conducido su Gobierno en los últimos cuatro años?



El problema es que el presidente maneja las palabras y la memoria a su regalado antojo. Una vez en Santa Cruz pidió que no lo culpen a él por las invasiones que protagonizaron los campesinos de Ucureña a Santa Cruz en 1957 y 1958, que causaron una verdadera masacre, con el pretexto de disolver revueltas separatistas en la región. “Yo no tengo la culpa, yo ni siquiera había nacido”, contestó el mandatario. Pese a sus palabras, no sólo ha promovido el odio hacia todo lo que signifique la herencia española, sino que ha dirigido sus dardos racistas especialmente contra los cruceños, que nada tienen que ver con la triste historia de los indígenas y campesinos de la región andina, donde supuestamente les arrancaban los ojos y las manos para que no puedan leer ni escribir. En todo caso, el oriente boliviano se ha constituido durante los últimos cincuenta años en la tierra prometida para cientos de miles de esos sufridos habitantes del altiplano y los valles.

La historia no es para olvidarla, pero tampoco para repetirla y menos para nutrir con ella el resentimiento. No es serio machacar con los 500 años y pecar de amnésico con la humillación que sufrió Bolivia en 1879.

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Santa Cruz también tiene sus heridas marcadas por un Estado centralista que siempre trató esta región como a una hijastra. Está bien que el presidente no quiera recordar el triste episodio de los ucureños, le conviene así; pero todos en este departamento deben tener en cuenta que Evo Morales está siguiendo fielmente el libreto de los que siempre han manejado este país desde los andes y que consideran a Santa Cruz como su colonia.

¿O es que algunos piensan que es la primera vez que se tilda a Santa Cruz de separatista? Ese ha sido el eterno pretexto para aplastar a los líderes locales cada vez que quisieron levantar cabeza. La historia republicana registra por lo menos diez avanzadas militares e incursiones de milicias que llegaron a reprimir y asesinar a los que alguna vez osaron propalar demandas regionales. Andrés Ibáñez, Domingo Ardaya, José Domingo Ávila, Apiaguaiqui Tumpa, Udalrico Zambrana y Melchor Pinto son sólo algunas de las víctimas del canibalismo andino que llegó a considerar a Santa Cruz como zona de guerra (1924) y actuó en consecuencia.

No se puede excluir de esta serie de infamias a la barbarie de Pando del año pasado y el cerco que durante varios días mantuvo en zozobra a la población cruceña. Si el presidente quiere olvidar, olvidemos todo, eso sería saludable. Pero no es posible lograrlo, cuando los ucureños y generales de antes, hoy llegan disfrazados de populistas y tienen el rostro de Quintana, de Almaraz, de Rada y García Linera. Nadie quiere repetir la historia, presidente y menos una tan desagradable.

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