Al son de esta estúpida letanía, una jauría de desadaptados, más parecida a una manada de simios primarios que a humanoides, armada con machetes, piedras, palos y uno que otro fusil, se desplazaba por la carretera que une Cochabamba con la ciudad de Santa Cruz vociferando con fiebre homicida su deseo de deflagrar una cruenta guerra civil entre “hermanos bolivianos” como les gusta llamarnos.
Más que temor, sentimos una inmensa pena por nuestra madre patria y la suerte que le cupo sortear con estos émulos de Caín, que ya llevan en la conciencia la muerte de hermanas y hermanos que, por causa de sus fatídicos bloqueos, los privaron hasta del Oxígeno, cuando yacían moribundos en algún hospital.
Es más, la incomprensible actitud de la manada, que en un principio alguien nos hizo creer que obedecía únicamente a una supuesta defensa de su macho Alfa, por evitar que lo enjuicien por acciones criminales comprobadas, como: la pedofilia, el estupro, la violación, el asesinato y un largo etcétera, pronto cayó en actitudes de un sainete tragicómico, donde el actor abandona el libreto y se viste como Clint Eastwood, con sombrero tejano, lentes Rayban y poncho agringado, para dar rienda suelta a su psicopatía, disparando desde un motorizado que es de propiedad de un ejecutivo de la estatal petrolera venezolana PDVSA en Bolivia. Con lo que, a la larga lista de delitos, ahora se involucra a los venezolanos.
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Después de hacer caso omiso a la orden de aprehensión que se le dictó a través del poder judicial, él protagonizó un ridículo conato de atentado que derivó en una obra teatral jocosa donde se estableció, mediante estudios de pericia criminal que los disparos fueron realizados de dentro hacia fuera del vehículo en el que él transitaba y supuestamente, la bala que según Evo ingresó por el vidrio trasero y tocó la nuca del conductor era tan falsa como el ridículo autoatentado y tan espurio, como el chorro de sangre que manaba de la nuca de acero del conductor.
Finalmente, ante tamañas y delirantes bravuconerías del cocalero y su jauría, este pasado domingo, sus secuaces anunciaron que tomarán unidades castrenses si los militares no abandonaban la zona. Lugareños de Villa Tunari iniciaron en la tarde una vigilia en las afueras de la Novena División del Ejército debido a que, aseguran, los militares ayudaron a los policías que habrían participado en el operativo denunciado por Morales.
A su vez, el supuesto atentado a Evo Morales fue tajantemente desmentido en un comunicado difundido, hace pocas horas por el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas (FFAA), donde se afirma: “Son rotundamente falsas las acusaciones relacionadas con el supuesto atentado al expresidente Evo Morales Ayma”.
Sin embargo, las consecuencias de su criminal actitud les vale nada, pues ya vienen de haber incendiado su hábitat selvático y estarían dispuestos a quemarlo todo, comenzando por el ingreso de ellos mismos hacia la civilización. De ahí que su retahíla maléfica y cansina sólo quedará en su ridícula frase: ¡Ahora sí, Guerra Civil”!