Cuentan las crónicas del 7 de noviembre de 1876 que, tras un periodo traumático y convulso que había terminado por fraccionar a los Estados Unidos de América –fruto de la Guerra Civil que se había producido durante varios años, otorgándoles su libertada a más de cuatro millones de personas–, se desarrollaban los comicios para elegir nuevo presidente. Durante el periodo de Reconstrucción, los votantes negros, apoyaron ampliamente al Partido Republicano, siendo postulados y elegidos para ocupar cargos públicos por primera vez en los Estados Unidos. Por su parte, el movimiento esclavista, que apoyaba al Partido Demócrata, se valía de la intimidación y la violencia, en lo que para muchos fueron las elecciones más difíciles del país del Norte.
En las últimas décadas, la democracia se ha visto dramáticamente vulnerada, pasando raudamente de un sistema dictaduras o totalitarismos a desarrollar procesos oligárquicos, que en palabras del pensador y filósofo español Antonio Garcia Trevijano, constituyen un sistema de la oligarquía de los partidos u “oligocracia”. Este argumento puede encontrase ampliamente desarrollado en trabajos tales, como: “La Democracia en América” de Tocqueville o “La Teoría Pura de la República” escrito por Antonio Garcia Trevijano, donde se establecen con absoluta claridad que durante los procesos de transición se ha vendido falsamente la idea de “separación de poderes”.
Durante las elecciones desarrolladas en Estados Unidos el año 1876, los candidatos de ambos partidos gozaban de un enorme prestigio. Rutherford B. Hayes, candidato por el Partido Republicano, estaba considerado como un héroe de guerra y había sido electo gobernador por el Estado de Ohio, proponía limpiar la administración pública y servir por tan solo un mandato. Por su parte, el candidato del Partido Demócrata, era el conocido Samuel J. Tilden, gobernador de Nueva York, un líder político que combatía frontalmente la corrupción.
A pesar de los antecedentes de sus candidatos, ambos partidos organizaron una campaña completamente sucia y absurda, en la que mostraban a Tilden como un borracho que usaría los recursos públicos para cubrir las deudas que habían dejado los conflictos de la antigua Confederación, por su parte, los otros afirmaban que Hayes era un vulgar ladrón que había robado armas y dinero a su familia durante la Guerra Civil.
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Durante la celebración de los comicios, a vista y paciencia de todo el mundo, hubo quienes repetían su voto más de una vez o aquellos que también se daban a la tarea de desechar el voto del contrario, registrándose en varios lugares intimidación física, agresiones a votantes negros en un intento por mantenerlos lejos de los centros de votación. Tras el escrutinio los resultados no estaban claros, en Carolina del Sur, Luisiana y Florida ambos partidos reclamaban la victoria, debido a lo que las acusaciones de fraude y manipulación no se hicieron esperar.
Tras arduas jornadas de debate, el Congreso de Estados Unidos de aquel entonces, decidió finalmente crear una Comisión Electoral, conformada por cinco diputados, cinco senadores y cinco miembros de la corte de justicia, debiendo encargarse ellos de dilucidar la cuestión. Para marzo de 1877, cuatro meses después de la elección, la comisión votó dividida, logrando por apenas uno de los votos, elegir a Hayes como ganador de aquel proceso cubierto por irregularidades y malas prácticas que de acuerdo a lo que explica Alison LaCroix (Docente de la Universidad de Chicago), fueron más evidentes por parte de los demócratas, lo cual hubiera influido en la decisión de la comisión para favorecer al candidato republicano.
Volviendo al presente, el antecedente más reciente acerca de un proceso electoral complejo y lleno de irregularidades en los Estados Unidos se desarrolló el año 2020. Las denuncias e investigaciones no se hicieron esperar a pesar de que, transcurridos cuatro años, no se conoce nada concluyente. Cuatro años en los que el planeta ha experimentado una serie de conflictos en las que la participación del principal país del mundo era inevitable. Se vienen por delante otros cuatro años en los que la agenda globalista amenaza fuertemente a occidente, por lo que el próximo presidente norteamericano puede ser el que se encargue de salvar a la cultura occidental.
A manera de cierre y a pocos días de celebrarse las elecciones en Estados Unidos, “democracia” es un término que se reluce en los escaparates de la política y sirve como principal bandera de guerra y discursivo de los actores políticos. No obstante, constituye una de las mayores infamias provocadas por la “oligocracia”. La democracia, al igual que otras instituciones encargadas de velar y brindar las garantías para las personas se encuentran bajo el control de pequeños grupos que manipulan y controlan a la gran mayoría, por lo tanto, debemos establecer con absoluta claridad que han sido secuestradas y que primeramente deben ser rescatadas.
Cuando la ciudadanía logre entender que la democracia no consiste únicamente en elegir listas elaboradas por partidos, quizá despierte del legado bastardo de la Ilustración y su mentira más conocida como “política de la verdad” que no es otra cosa que la “mentira almibarada” servida en platos de porcelana en lugar de la salada y horrible verdad. Liberarse de la “política de la verdad” por ser la responsable de crear una “falsa conciencia” relacionada al igualitarismo, fraternidad, paz, solidaridad que deberá acabar con la miseria y el desempleo, le permitirá avanzar como sociedad libre; siendo únicamente la libertad la vía para rescatar el sistema democrático y sus instituciones
Carlos Manuel Ledezma Valdez
Escritor, Docente Universitario & Divulgador Histórico