La precariedad laboral y la falta de recursos limitan las oportunidades de mejora y dañan el bienestar psicológico, impulsando una crisis global que afecta tanto a individuos como a economías nacionales
Un informe de la ONU denuncia que la pobreza triplica las posibilidades de sufrir trastornos mentales como ansiedad y depresión (Reuters)
Fuente: infobae.com
- La precariedad económica aumenta el riesgo de ansiedad y depresión.
- El estrés de vivir en pobreza impide una vida plena y afecta la productividad.
- La ONU propone una renta básica universal como solución parcial.
Lo esencial: un reciente informe de la ONU denuncia que la pobreza aumenta tres veces la probabilidad de sufrir trastornos mentales. Según el documento, las condiciones laborales inestables y la falta de recursos impulsan una crisis de salud mental global que afecta tanto a los individuos como a las economías nacionales. Además, señala que más de 970 millones de personas padecen algún tipo de trastorno mental, lo que representa un costo anual de un billón de dólares debido a la disminución de productividad y gastos en tratamientos.
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Por qué importa: la relación entre pobreza y salud mental limita las posibilidades de mejora económica, perpetuando un ciclo de vulnerabilidad y afectando la estabilidad social.
- La pandemia de covid-19 exacerbó esta crisis, aumentando un 25% los casos de trastornos mentales.
- La propuesta de una renta básica universal podría reducir el estrés financiero y mejorar el bienestar mental
Las condiciones económicas inestables agravan la salud mental, limitando la capacidad de superar la vulnerabilidad, señala Olivier De Schutter (Nytimes)
Un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presentado por Olivier De Schutter, relator especial sobre Pobreza Extrema y Derechos Humanos, denuncia que vivir en condiciones de pobrezatriplica las probabilidades de sufrir trastornos mentales como la ansiedady la depresión.
Esta relación con la salud mental se convirtió en una de las mayores barreras para que millones de personas puedan salir de su situación de vulnerabilidad. Según el experto, la precariedad económica afecta las condiciones materiales de vida y socava también la estabilidad psicológica, que limita la capacidad de las personas para encontrar oportunidades de mejora.
El documento, titulado “La economía del ‘burnout’: pobreza y salud mental”, fue presentado ante la Asamblea General de la ONU, y destaca que quienes enfrentan pobreza están expuestos a un estrés constante que resulta perjudicial. Las presiones de vivir con recursos limitados y en condiciones laborales inestables impiden que muchas personas puedan desarrollar una vida plena y saludable.
El informe incluye cifras contundentes: más de 970 millones de personas, aproximadamente el 11% de la población mundial, padecen algún tipo de trastorno mental, con la depresión y la ansiedad como los más comunes.
La primera se convirtió en una de las principales causas de incapacidad en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), compuesto por 38 países como Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, entre otros, y su impacto en la vida de quienes la padecen es profundo, que afecta tanto sus relaciones personales como su desempeño en el trabajo. Los trastornos mentales, además, están detrás de 700.000 suicidios anuales, siendo esta la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.
«La economía del burnout» destaca que el estrés constante de la pobreza daña la salud mental y social (Fernando Calzada)
Uno de los aspectos en los que el informe hace especial hincapié es en el impacto que tiene la precariedad laboral en la salud mental. La expansión de la economía informal, los empleos temporales y el trabajo por cuenta propia sin beneficios generó condiciones de estrés y ansiedad que afectan de forma grave a los trabajadores.
Estos trabajos, que muchas veces no garantizan ingresos estables ni derechos laborales, imponen a las personas una incertidumbre constante que afecta su estabilidad psicológica y emocional. Según De Schutter, la falta de previsibilidad y la imposibilidad de planificar el tiempo personal minan la salud mental de los trabajadores, generando una situación de agotamiento que limita su capacidad de disfrutar de una vida plena.
Además, la economía contemporánea ha dado lugar a una dinámica laboral donde la falta de contratos estables y el aumento de empleos “gig” o temporales dejó a millones de personas sin acceso a un trabajo seguro. Estos caracterizados por la flexibilidad y la falta de beneficios, exponen a los trabajadores a condiciones difíciles, en las que es imposible planificar a largo plazo o mantener un equilibrio entre vida y trabajo. De Schutter subraya que en algunos casos, aceptar este tipo de empleos puede tener efectos negativos en la salud mental, superando incluso a los efectos del desempleo.
Según la ONU, la precariedad laboral y la economía informal aumentan el estrés y la ansiedad entre trabajadores (Nytimes)
Las consecuencias económicas de la crisis de salud mental son enormes. El informe estima que las pérdidas para la economía mundial superan el billón de dólares al año debido a la reducción de la productividad y los altos costos asociados al tratamiento de trastornos mentales. Esto refleja el impacto que tiene el agotamiento psicológico en la capacidad productiva de las personas, y cómo las economías se ven afectadas por una fuerza laboral cada vez más vulnerable.
Además, la pandemia de covid-19 ha empeorado esta situación: en su primer año, el número de personas con trastornos mentales aumentó en un 25%, reflejando el impacto del confinamiento y la incertidumbre económica en la salud emocional.
Para enfrentar esta crisis de salud mental, De Schutter propone una serie de medidas dirigidas a mejorar las condiciones laborales y la seguridad económica de las personas. Una de las recomendaciones más destacadas es la implementación de una renta básica universal, que proporcionaría a las personas un ingreso garantizado sin importar su situación laboral, reduciendo así el estrés asociado a la falta de recursos económicos.
Más de 970 millones de personas sufren trastornos mentales, impactando globalmente, según el informe (Ashish Vaishnav/SOPA Images via ZUMA Press Wire/dpa)
Otra propuesta importante en el informe es la creación de políticas que regulen los horarios laborales en sectores donde los trabajadores están sometidos a cambios de turno constantes y sin aviso. La falta de predictibilidad en los horarios dificulta que las personas puedan planificar su vida y encontrar un equilibrio entre sus responsabilidades laborales y personales.
El relator especial sugiere que los gobiernos establezcan leyes que garanticen un mínimo de horas de trabajo para quienes se desempeñan en empleos temporales o a tiempo parcial, protegiendo así la estabilidad mental de los empleados.
El relator De Schutter propone una renta básica universal para reducir el estrés económico y mejorar la salud mental (EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)
Además, el informe menciona el acceso a espacios verdes y entornos naturales como una estrategia para mejorar el bienestar emocional de las personas. Estudios han demostrado que el contacto con la naturaleza reduce el estrés y tiene efectos positivos en la salud mental, especialmente en áreas urbanas y en contextos de pobreza, donde la calidad de vida suele estar marcada por la falta de acceso a áreas de esparcimiento.
En un análisis más amplio, De Schutter cuestiona el modelo económico actual, al que considera una “economía del agotamiento”. Para el relator de la ONU, la obsesión por el crecimiento y la competitividad ha generado una crisis de salud mental que afecta a quienes viven en pobreza extrema y a quienes ocupan empleos altamente demandantes.
Esta “economía del agotamiento” creó una dinámica en la que el bienestar de las personas queda en un segundo plano, mientras que el aumento del Producto Interno Bruto (PIB) y los beneficios de una élite son los objetivos prioritarios. En opinión de De Schutter, esta situación ha llevado a una desigualdad extrema que perjudica tanto a las personas de bajos ingresos como a la sociedad en general, al limitar las oportunidades de desarrollo y perpetuar la pobreza.