Me gustó y me divertí enormemente, como no lo hacía hace mucho tiempo, leyendo un artículo de La Prensa, que entre otras curiosidades de este mundo “aséptico” se había dado el trabajo de contabilizar a 28 periodistas que ingresaron a la carrera política en los años de democracia.
Primero que “La Prensa” parece no haberse enterado que ya no estamos en democracia y que ir a las urnas es un ejercicio, casi el último que queda de la anterior democracia que se nos está terminando y que amenaza despedirse para siempre de la vida política de los bolivianos.
Pero hay algo que caracteriza a La Prensa, diario de circulación nacional y es una pretendida asepsia que los ha llevado a lavarse la boca con jabón cada vez que dicen algo que por supuesto implica una tendencia pero que ellos pretenden enmascarar o enjuagarla para que parezca que entraña una tendencia ideológica.
En este entendido, sería bueno que sepan los del diario La Prensa, que Centa Rek no era comentarista de La Estrella del Oriente, sino directora de ese medio de prensa y que cumpliendo esa función fue atacada duramente por ellos, con falsas sindicaciones en una especie de cacería de brujas, con la que le hacían un favor al gobierno que tenía las mismas intenciones e inclinaciones que ellos, que a su vez eran la cola que el gobierno del MAS quería comerse: Tal vez esto lo podamos entender con los ejemplos que nos ofrecen ciertas especies de lagartos o lagartijas que sueltan la cola cuando son perseguidos, para entretener o calmar a sus víctimas. Por este motivo no creo en la imparcialidad de nadie, y sabemos que en todos los costales se cuecen habas y que precisamente los que pretenden ser más transparentes o de cristal profesan mayores inclinaciones o tendencias que suelen o intentan ocultar tras una cortina de humo, o en una cola que sueltan para tranquilizar a quienes los persiguen.
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Según el artículo del diario La Prensa los periodistas sería una especie rara de Aves de Cristal que viven en el limbo de la imparcialidad. Esto no es verdad porque ellos tienen su tendencia, La Prensa tiene su tendencia como la tiene Amalia Pando, como la tiene Ana María Romero, como la tengo yo y la tenemos todos los que no somos ángeles y vivimos en este mundo terrenal que no exime a los que obtienen un título de periodismo de ser hombres y mujeres traspasados por la historia, la realidad, las injusticias, las reivindicaciones, las subjetividades que permiten no sólo ser de carne y hueso sino personas que viven y conviven con su época, sus vicisitudes y los problemas y conflictos que hacen a su realidad.
Esos dioses del Parnaso que dicen ser los periodistas Aves de Cristal, deberían tener un poco de humildad y aceptar que ellos toman partido, que a veces no sólo se inclinan sino que también se postran, se arrodillan o usan la lengua para limpiar el camino por el que transitan los poderosos.
Yo, la humilde comentarista, rebajada a tal por la intencionalidad del diario La Prensa, no tengo ningún problema de ponerme a caminar los caminos de tierra y polvo del pueblo amordazado por tantas Aves Cesares, que creen tener la aguja por la que debe pasar el camello, con su permiso, para ingresar al reino de los justos.
Lo que no saben las Aves de Cristal es que la credibilidad no la da un título, no la da un medio de comunicación, no la da ser de tal o cual cadena de medios, la da tu compromiso con lo que crees que es la verdad o por lo menos una parte de la verdad y de la justicia y de la libertad que intentas ver desde tu lugar de lucha, con polvo en los zapatos, con pueblo en tus manos, que no sólo de tinta vive el hombre y no sólo de tinta y chupa tintas viven los pueblos que necesitan que la verdad los libere y los haga libres.
Veremos con el tiempo y las aguas quienes tienen más pueblo en sus venas, quienes tienen más voz para hablar por los que no pueden hablar, si los pulpos que tiran la tinta para enceguecer a sus víctimas o los que dejan que la tinta corra y se mezcle con las vivencias, con la vida, con la circunstancia que es lo que permite que los pueblos salgan de sus conflictos y suelten sus cadenas.
Por otra parte aclaro que no soy periodista ni quiero, ni aspiro a serlo. Soy analista de elección y vocación, y como tal me puedo permitir analizar también a quienes dicen dedicarse a un aséptico periodismo.
Freud dijo que habían tres profesiones imposibles, enseñar, gobernar y analizar, razón por la que para ejercer de analista no necesito permiso, no necesito título, sólo el libre ejercicio de mi intelecto, de mis principios y de mis sentimientos siempre listos a cooperar a la sociedad y al prójimo.