El automovilista ingresó al Salón de la Fama en 2011 y fue considerado como uno de los 75 mejores pilotos en la historia de la competencia
El corredor falleció a los 86 años en su hogar de Mooresville, Carolina del Norte. (AP Photo/File)
Fuente: infobae.com
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Bobby Allison, legendario automovilista, miembro del Salón de la Fama de NASCAR y fundador del grupo de corredores conocido como “Alabama Gang”, murió el sábado 9 de noviembre en su casa de Mooresville, Carolina del Norte, a los 86 años.
Los detalles de la causa de muerte no fueron revelados, aunque The Associated Press (AP) informó que su salud empeoró en los últimos años.
Miembros de la competencia emitieron un comunicado de prensa en el que destacaron su carrera de casi tres décadas, durante las cuales ganó “prácticamente todos los galardones imaginables”. Allison fue incluido en el Salón de la Fama de NASCAR en 2011 y ocupa el cuarto lugar en la lista de victorias de todos los tiempos.
A lo largo de su historia en la competición terminó entre los diez primeros en 446 oportunidades y es considerado como “uno de los 75 mejores pilotos de NASCAR en 2023″, según se detalló en el comunicado.
El final de una leyenda
Allison ganó la Daytona 500 en tres ocasiones. (AP Photo/Nell Redmond, File)
Jim France, presidente y director ejecutivo de NASCAR, aseguró que Allison “personificó el término ‘corredor’”, puesto que su impacto “se extiende mucho más allá de los libros de récords”.
“Como piloto, ganó carreras y campeonatos en varias divisiones de NASCAR. Pero como líder de la famosa ‘Alabama Gang’, Bobby conectó con los fanáticos de una manera profunda”, añadió France.
“De las formas más significativas, dio todo de sí por nuestro deporte. En nombre de la familia France y de toda NASCAR, ofrezco mis más profundas condolencias a la familia, los amigos y fanáticos de Bobby por la pérdida de un gigante”, lamentó el presidente y director ejecutivo de la competición.
Entre las victorias que cimentaron el prestigio de Bobby Allison en NASCAR, destacan sus tres triunfos en la Daytona 500, la carrera más famosa de este deporte.
Ganar esta carrera una sola vez ya es un logro notable, pero el legendario corredor alcanzó la cima en tres ocasiones (1978, 1982 y 1988), estableciendo una racha de éxitos que lo confirmó como uno de los más grandes en la historia de este deporte.
Bobby Allison ingresó al salón de la fama de NASCAR en 2011 (AP Photo/Terry Renna)
Su victoria en 1988 fue especialmente memorable y emotiva: a sus 50 años, Allison se enfrentó en una competencia cerrada contra su propio hijo, Davey Allison.
Otro de los momentos más recordados de su carrera ocurrió en 1979, en la primera Daytona 500 televisada a nivel nacional. Al final de la carrera, Allison se vio envuelto en una pelea en la pista junto a su hermano Donnie Allison y su colega Cale Yarborough.
Este incidente, transmitido en directo por CBS, capturó la atención de todo el país, especialmente en la Costa Este, que se encontraba bajo una tormenta invernal que había dejado a muchos televidentes en casa.
Aunque Richard Petty ganó esa carrera, la pelea posterior se convirtió en un ícono cultural y contribuyó a aumentar la popularidad de NASCAR en Estados Unidos.
“Se abalanzó sobre mí y me golpeó en la cara con su casco. Me cortó la nariz, el labio, la sangre goteaba en mi regazo y pensé: ‘Tengo que salir del auto y encargarme de esto ahora mismo o huir de él el resto de mi vida’. Así que salí del auto y el tipo comenzó a golpearme los puños con su nariz”, declaró Allison sobre aquella riña en Yarborough.
La tragedia que acabó con su carrera
Su carrera tuvo un final involuntario en 1988 luego de que sufrió un aparatoso accidente. (AP Photo, File)
El 19 de junio de 1988, durante la Miller High Life 500 en el Pocono Raceway, Bobby Allison vivió un accidente que cambiaría para siempre el rumbo de su vida y carrera. En la primera vuelta de la carrera, uno de los neumáticos de su Buick No. 12 explotó, causando que su vehículo se estrellara a gran velocidad contra el muro exterior de la pista. El devastador accidente le provocó graves fracturas en la pierna izquierda, varias costillas rotas y una conmoción cerebral severa.
La gravedad de sus heridas y los problemas de memoria resultantes hicieron imposible su regreso a las pistas como piloto, poniendo fin de manera abrupta a una carrera que, hasta ese momento, había sido una de las más longevas y exitosas en NASCAR.
Tras su retiro involuntario, Allison continuó en el mundo del automovilismo, trabajando como asesor en equipos de NASCAR desde 1990 hasta 1996.