El crudo invierno escandinavo resabio del exilio

Las 16.15 la luz del día ha desaparecido. Esa luz estará de regreso después de las 9.00 am, cuando estemos ya en pie para concurrir a la misa en nuestra parroquia de Cristo Rey. Acabo de ver una muy solemne procesión en mi ciudad natal, allí 10 obispos de los 30 que tiene Bolivia acompañaron a los sacerdotes y feligreses celebrando los cien años de la creación de aquella diócesis, cuyo primer pastor acompañó la consagración de su imponente catedral construida en piedra granito. Una joya arquitectónica estrenada al cumplirse los 100 años de la República.

Claro está que mis recuerdos están impregnados de nostalgia y añoranza, los nombres de Cleto Loayza, y su sucesor se mantienen vivos en nuestra memoria que hoy en pleno invierno cuando el frío está en grado cero, cuando los días son cortos de sólo 6, 7 horas, de cuando la oscuridad domina el ambiente en noches largas de 17, 18 horas, de cuando es casi imposible salir al aire libre, especialmente porque no tenemos los emigrantes latinos la cultura del frío a la que los escandinavos desde niños se habitúan sin pena. Ellos sí, abrigados según corresponde, salen al aire libre, disfrutan de las actividades en medio de una fogata en que departen, comen, beben, ríen y disfrutan de la cercanía de sus seres queridos.



Sin rencor, ni resentimiento, me pregunto en lo más íntimo, pregunto a la Providencia, ¿por qué estoy en el Polo Norte y no en Bolivia, mi suelo natal? Veo la mano de Luis García Meza, subido al poder no tuvo empacho en ordenar mi detención y mi extradición sin juicio, sin sentencia, sin culpa alguna lo que sucedió el 6 de febrero de 1981, a poco de arrebatarle el poder a Lidia Gueiler, pariente suya que pagó con el exilio haber sido elegida la Primera Dama presidenta de Bolivia.

García Meza no pudo asimilar que un modesto comunicador, le hubiese rechazado la propuesta de formar parte de «su golpe de Estado» fiel a sus convicciones humanistas y cristianas que expresaba a menudo desde Radio Cosmos, desde Presencia, desde Los Tiempos, desde todos los medios que confiaban y respetaban mi razonamiento, mi prédica de libertad, de democracia de vigencia plena del Derecho. Nada de eso gustó al «caudillo que se proclamó dictador» sin límite de tiempo, bajo una «democracia inédita» que supuso de 20 años, que las FF.AA redujeron a 10 meses, luego vendría el juicio, la prisión, su muerte en Chonchocoro donde cumplió parte de su condena a 30 años.

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Así contra mi voluntad viene la asociación de ideas: frío, nieve, oscuridad, aislamiento con el injusto trato del dictador, detención, incomunicación, traslado a Buenos Aires y allí por elección propia exilio en Suecia, bajo el amparo de la ONU, y el apoyo de la Cruz Roja Internacional y el Reino de Suecia… que desde hace más de 40 años ha permitido nuestra subsistencia, la formación de mis 6 hijos todos profesionales, de familias establecidas que nos dejan 11 nietos, 6 bisnietos para nuestra felicidad y consuelo por encima de todo.