Gamal Serhan Jaldin (@gamalbolivia)
¿Cuántas veces nos hemos quedado atrapados en una fila interminable para comprar gasolina? Bajo el sol, la lluvia o el viento, escuchando a la gente quejarse mientras miramos el reloj y nos preguntamos si alcanzará para todos. Es una escena que se repite una y otra vez desde hace bastante tiempo en Bolivia. Y lo peor es esa sensación de estar atrapado en un problema que parece no tener solución.
Pero ¿y si hubiera otra opción? Imagina estar en casa, disfrutando un café mientras tu auto eléctrico se carga en el garaje. Nada de filas, nada de emisiones contaminantes y gastando menos dinero en transporte. Esta es la promesa de la electromovilidad, una idea que no solo podría cambiar la forma en que nos movemos, sino también transformar la economía y el medio ambiente de Bolivia.
La gran ventaja que tenemos para hacer realidad ese sueño se llama Salar de Uyuni, hogar de una de las mayores reservas de litio del planeta, esencial para las baterías de los vehículos eléctricos. En otras palabras, tenemos el «oro blanco» del futuro.
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Si logramos industrializar este recurso, podríamos no solo abastecer al mercado interno de vehículos eléctricos, sino también convertirnos en un actor clave en la transición energética regional y global. Sin embargo, esto no es sencillo, ya que la extracción de litio requiere una inversión significativa, tecnología avanzada y fundamentalmente seguridad jurídica para dichas inversiones.
Actualmente, Bolivia importa la mayor parte de la gasolina y el diésel que consume. Según cifras oficiales, en 2014 producíamos el 78% de nuestra gasolina internamente, pero hoy solo generamos el 44%. No hay dólares, pero sí una demanda creciente y unos subsidios que consumen millones del presupuesto nacional. Es un círculo vicioso: dependemos de las importaciones, pero estas nos hunden económicamente. Y las filas en las gasolineras son solo el síntoma más visible de este problema.
Aquí es donde los vehículos eléctricos ofrecen una salida. No requieren gasolina ni diésel, solamente electricidad, y Bolivia tiene un gran potencial para generar energía limpia a partir de fuentes como la hidroeléctrica. Si aprovechamos esta capacidad, podríamos movernos hacia una matriz energética más independiente y sostenible.
Sin embargo, hay un “pero”. Nuestra red eléctrica no está preparada para una avalancha de autos eléctricos. ¿Qué pasa si todos empiezan a cargar sus vehículos al mismo tiempo? Un apagón en pleno centro de cualquier ciudad, y todos con las baterías al 10%. Sí, necesitamos reforzar nuestra infraestructura eléctrica, y eso cuesta.
El otro problema es el costo de los vehículos eléctricos. En un país donde la mayoría lucha por llegar a fin de mes, gastar miles de dólares en un Tesla está fuera de discusión. Pero, la gran ventaja es que nosotros tenemos nuestro propio Tesla y se llama Quántum, la primera empresa nacional que fabrica vehículos eléctricos. Sí, leíste bien. Tenemos nuestra propia marca de autos eléctricos, accesibles y hechos aquí. Esto no solo demuestra que el cambio es posible, sino que podemos liderarlo. Apoyar a empresas como Quántum no es solo un acto patriótico; es una apuesta por un futuro mejor.
Y hay otro punto interesante: aunque comprar un auto eléctrico puede costar más al principio, mantenerlo es muchísimo más barato. No gastas en gasolina, y el mantenimiento es mínimo porque no hay motor de combustión. Al final, podrías ahorrar mucho dinero.
Ahora ¿De qué sirve tener un auto eléctrico si no hay estaciones de carga? Este es un problema que no podemos ignorar. Actualmente, en Bolivia, estas estaciones son prácticamente inexistentes. Eso significa que, si te compras un vehículo eléctrico, tendrás que cargarlo en casa… siempre y cuando vivas en una zona con electricidad estable.
La buena noticia es que los problemas son solucionables. La mala noticia es que necesitamos empezar ahora. Cada día que seguimos dependiendo de la gasolina es un día que perdemos dinero, tiempo y salud. La electromovilidad no es solo una moda, es una oportunidad para construir un país más sostenible, independiente y moderno.
Es hora de que el estado, las empresas y la sociedad trabajemos juntos. Invertir en la infraestructura necesaria, crear políticas de estado que incentiven, el uso de energía amigables con el medio ambiente y educar a la población son pasos necesarios para hacer realidad este sueño.
La próxima vez que estés atrapado en una fila interminable en una gasolinera, piensa en esto: podrías estar en casa, tomando un café, mientras tu auto se carga solo. Ese futuro no está tan lejos como parece. Está en nuestras manos, y el primer paso para alcanzarlo es empezar a imaginarlo juntos. Porque el cambio comienza con una idea, pero se concreta con acción. ¿Nos subimos al auto del futuro?