Estoy combinando cuatro categorías que tienen que ver con cualidades humanas que las estamos necesitando con urgencia.
Movimiento es acción, por lo tanto, vida; se relaciona a una condición de organización, empatía, resiliencia colectiva, es ir en el mismo sentido, a pesar de las diferencias.
Gente, en este contexto, es suma de individualidades que asumen cualidad social para establecer un principio de cohesión social, de acuerdo.
La decencia es la honestidad, los buenos modales y el respeto por los demás, teniendo un fuerte sentido del bien y del mal.
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La «buena voluntad», significa el gusto y benevolencia que tiene el ser humano de querer o no querer algo, con libertad, disposición al bien, y con una actitud amistosa y servicial hacia los demás.
He tomado la categoría de “Movimiento de la Gente Decente” del político español Felipe López García, que él le incorpora un elemento de justicia, solidaridad y compromiso con “el otro”. Y ya sabemos que la buena voluntad es recuperada como un mensaje de confraternidad al escuchar las campanas que sonarán arrebato el 24 de diciembre por la noche.
Ese momento, más allá de los credos, ideologías y culturas, plantea sosiego y actitud distendida que supera la violencia, las guerras y la rabia sembrada tan generosamente en el mundo. Por un momento, nos volvemos buenos, abrazaremos y brindaremos con los licores de nuestra tierra, en todas sus versiones. Es la conjunción aimara que se da mientras caminamos por las cuatro esquinas de la mesa reconociendo a los dioses del lugar, el nuestro que traemos, reconoce a los que estamos ahí mientras recordamos los que ya son recuerdo. Es la Minga chiquitana que suma el esfuerzo solidario y colectivo, superando las diferencias, para lograr un resultado común.
El ejercicio que estamos realizando estos días, debe servirnos de preparación para otro que se iniciará el 1 de enero del 2025, el año de la celebración de nuestro Bicentenario. El 6 de agosto estaremos cumpliendo una etapa de construcción colectiva del imaginario nacional en la que deberemos trabajar laboriosamente para caber todos.
¿Qué ocurrirá el próximo año? Ya lo descubriremos, ahora, envainemos la espada y sintamos que somos tierna y débilmente humanos, necesitados de un abrazo que nos cobije.