Rubén Costas de manera personal y con generosidad ha pedido a un buen número de representantes políticos del país, que podamos acompañarlo este sábado en el congreso nacional de su partido.
En honor a la verdad, a más de uno se le ha tenido que explicar la importancia de este evento para conseguir su asistencia o aprobación. Y en eso quiero insistir.
Rubén, a pesar de todo lo malo que sus detractores puedan apuntar de él, tiene grandes ventajas: ha sido tres veces gobernador del departamento que más ha crecido, ha sido el único cruceño en formar partido en los últimos 25 años y es el único personaje que teniendo chances ha renunciado a la posibilidad de ser candidato nacional.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
No es poca cosa. O como diría mi padre, no es moco de pavo.
Por eso es que un congreso de su partido, o su partido mismo, se convierte en una excelente plataforma de convergencia nacional de oposición.
Pero aclaremos lo siguiente.
Rubén, amigo mío, hace pocos días se declaró «liberal de izquierda», aspecto que no podemos dejar pasar. Porque yo soy, desde mi temprana juventud, un hombre convencido de la derecha nacional, conservadora y antimarxista. De la derecha dura, para ser sincero.
Esa fue mi escuela. Esos son mis principios.
Pero me encuentro no en la vereda opuesta pero sí en una franca disidencia ideológica, que se resolverá en su momento, cuando restauremos la República.
Por ahora, soy consciente de la urgencia nacional que vivimos, por la profunda crisis que atravesamos.
Y como él tuvo la gentileza de invitar a este «facho», este «facho» tendrá el mismo desprendimiento para asistir.
Lo cortés no quita lo valiente.
Todo el país es consciente de que en este momento, en este año electoral, los esfuerzos tienen que ser descomunales para vencer al MAS y así evitar que Bolivia termine en el estercolero de la historia.
No lo digo yo, la gente te lo repite en cada esquina.
En otras palabras, son más las urgencias que las diferencias. Y una vez devuelta la democracia a nuesto país, las diferencias políticas, los partidos, no sólo serán posibles, sino absolutamente necesarios. Porque ha quedado abundantemente demostrado que sin partidos no hay democracia. Y que el monopolio político termina haciendo pedazos la economía, las instituciones y las relaciones sociales de un país.
Asimismo, tengo entendido que este sábado 11 de enero no se proclamará como candidato a presidente a nadie, lo que me parece prudente, y que el congreso servirá para que Rubén tenga los poderes plenipotenciarios de su partido para poder buscar un acuerdo nacional (no tanto esa trillada unidad que con tanto apodo antipático hoy distintos grupos bautizan).
Yo lo entiendo así.
Pero también, como dije líneas más arriba, servirá para que líderes regionales, sin ningún compromiso previo, puedan verse las caras y acercarse. Que tanta falta hace.
Quisiera ver ahí a muchos de mis amigos que han decidido separar aguas y tomar caminos solitarios. Creo que Bolivia se merece esa oportunidad.
Pero soy franco, no creo que de allí salgan -de momento- grandes definiciones, ni siquiera grandes acuerdos. Nada quedará escrito en piedra. Todavía muchas cosas han de pasar hasta abril. Pero confío en que será el primer paso para derrotar al MAS.
Uno ese mi anhelo al del pueblo.
La próxima semana les contaré cómo nos fue en este congreso.
Por ahora me queda felicitar a Rubén, que «sirve» de punto de apoyo nacional. Como nosotros deberemos servir en su momento, como punto de apoyo municipal en Sucre.
Allá nos vemos.
¡Salud!
Por Horacio Poppe