No es fácil tener que decirles lo que les espera el año 2025. Después de haber escuchado todos los deseos de prosperidad y felicidad de fin de año. Es ciertamente frustrante. Pero algo en mi interior me impulsa a tener que advertirles, para que se preparen.
Ustedes tienen la vivencia diaria de ver cómo el valor de sus ingresos, decaen cada semana en el mercado. De buscar dólares al precio que sea, para resolver sus problemas, de hacer filas por horas para adquirir unos litros de gasolina. Todo esto es innecesario repetir, porque lo que buscan en el horizonte es la salida.
Dicho esto, les comparto la visión del futuro que tengo.
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En Bolivia la política y sus decisiones afectan directamente la economía. El centralismo político y el presidencialismo es tan fuerte, que de lo que haga el presidente o deje de hacer dependemos, empresarios, trabajadores, comerciantes y al final, toda la sociedad civil.
La situación económica es muy delicada, tanto, que podemos afirmar que está en terapia intensiva.
El gobierno viene gastando desde hace 10 años, más, de los ingresos que tiene, esto representa en dólares unos 4 mil millones aprox. cada año. Sucede debido a que las exportaciones de gas han caído de 6 mil millones de dólares a 1.500 millones
Para cubrir el déficit fiscal, el gobierno ha usado las reservas internacionales. De $us. 15 mil millones el año 2014 hemos pasado a tener $us 1.9 mil millones. Es decir, no tenemos reservas para garantizar las importaciones de al menos 3 meses.
Si no tenemos reservas, si gastamos más de lo que tenemos, si nos endeudamos al tope, quiere decir que hemos llegado a un punto de quiebre. El Estado boliviano está técnicamente en quiebra. Por eso la calificación de riesgo país es de más de 2 mil puntos. Lo que nos deja fuera del mercado financiero para obtener créditos.
Una situación como esta, requiere de ajustes muy drásticos, no de maquillaje económico. Y eso significa que el Estado debe ajustarse el cinturón. Reducir sus gastos para equipararlos con sus ingresos. Debería eliminar las empresas públicas deficitarias, disminuir el número de empleados públicos al mínimo necesario, eliminar las instituciones públicas innecesarias, eliminar los subsidios a combustibles y otros bienes de primera necesidad, congelar salarios.
Todos esto frena la emisión de billetes inorgánica, que actualmente viene haciendo el Banco Central, para financiar esos gastos fiscales. El control de la emisión monetaria, resuelve la paridad del boliviano ante el dólar. Obliga al Estado a declarar libre el comercio para exportar e importar, sin restricciones, ni aranceles innecesarios, ni barreras arancelarias.
No me extiendo en mayores detalles, pero debo preguntarles, dada la receta que el gobierno debería aplicar, ¿ustedes creen que hará su tarea? En lugar de leer la realidad, el gobierno nos dice que todo es una guerra de especulación. Y no quiere aceptarla. Entonces, si para el gobierno no hay problema, es inútil buscar soluciones.
La salida, en el camino de la desesperación y la esperanza, se ha vislumbrado en las elecciones generales de este año. Ante la gravedad de la crisis, la solución pasa de ser técnico-económica a ser política. Y entonces las elecciones aparecen como la solución.
Y es en este punto, que paso a mostrarles el futuro que les espera el año 2025.
Las alternativas políticas al gobierno actual, candidatos de vieja data política, les están mintiendo. Todos hablan de ser, personalmente, la solución. Ninguno les ha dicho en qué basan sus afirmaciones de ser, personalmente, la solución. Lo cierto, es que ninguno tiene el valor de anunciar que deberá aplicar una receta dolorosa pero necesaria. Todos disimulan, y ofertan un país, capital mundial del litio, o un país de emprendedores, o un país de negocios con China. Frases huecas.
Ante este panorama, lo posible es que tengamos elecciones donde el ganador, en primera o segunda vuelta, no tendrá la mayoría suficiente en la Asamblea Legislativa para sanear la economía, como se debe, y ello, en vez de resolver la crisis la agravará.
El año 2025 será, entonces, el año de la inestabilidad política, del agravamiento económico y la desesperación social. La producción de bienes nacionales, será menor. La demanda hará que los precios se incrementen y el descontento social será enorme. Con un gobierno desesperado por hacer lo mínimo con el déficit fiscal, por buscar financiamiento externo, sin tener garantía alguna para ello y por evitar bloqueos, huelgas y protestas en todos lados.
Si tienes aún posibilidades de liquidar tus activos y buscar otros horizontes, hazlo. Si decides quedarte, deberás cubrir tu patrimonio y prepararte para sobrevivir. Serán cinco años muy largos y penosos.