La alcaldesa de El Alto es el activo del arco nacional popular más valiosa tras “sobrevivir” a la compleja política local tras enfrentarse a Morales y mantener distancias con Arce
Fuente: El País.bo
Eva Copa fue el primer cuadro que se atrevió a desafiar directamente a Evo Morales después de la crisis de 2019. Lo hizo siendo aún una “ilustre desconocida” senadora suplente por El Alto, cuota de la UPEA, que decidió no renunciar aquel 10 de noviembre en el que se sembró el caos y Adriana Salvatierra se quedó sin la presidencia del Senado por seguir una instrucción que nadie entendió: la cúpula instruyó la renuncia masiva de todos sus cuadros institucionales siguiendo el ejemplo de Morales, pero apenas los más allegados o los que tenían más remordimientos – como los invitados tarijeños – cumplieron.
La rebelión de los cuadros electos sobre la que poco se escribió entonces no era aislada, sino que completaba el silencio de los movimientos sociales durante los 21 días de protesta de la oposición que acabaron con Morales rumbo a México. Apenas los cocaleros del Chapare en Cochabamba y algunos grupos aislados de mineros se habían movilizado.
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Fueron momentos de confusión para un MAS que seguía teniendo una mayoría arrolladora en la Asamblea y que se puso en riesgo por una estrategia incomprensible. La historia podía haber sido diferente si la Asamblea quedaba sin quórum y solo los más ilusos creen que aquello podía haber acabado con un levantamiento popular que retornara a Evo Morales a la Casa Grande del Pueblo y no en una dictadura “de transición” que podía haber acabado aún peor para el partido azul.
La cuestión es que Copa y unos cuantos parlamentarios más, sin demasiadas tutelas, se movieron rápido y organizaron otro enfoque de la resistencia que no pasara por derramar sangre en las calles, sino por controlar el poder desde la Asamblea. El tiempo ha ido ubicando a cada cual en su lugar.
Áñez asumió el poder sin sesión de la Asamblea y con un militar colocándole la banda. Eva Copa asumió la presidencia del Senado en un acto sin participación de las otras bancadas. En pocos días hubo dos matanzas significativas y el propio Andrónico Rodríguez abrió la posibilidad de explorar la vía democrática de resistencia mientras la institución legislativa, la Asamblea Plurinacional, se mantenía en pie y operando para “desgracia” de quienes a uno y otro lado detestan ese mecanismo de control.
No está claro en qué momento Evo Morales le puso la cruz a Copa, pero como tarde fue el día que la presidenta del Senado señaló que “no hablaban por teléfono”, dejando claro que estaba en otra. En aquellos días ya empezaron a circular aquellos memes con Arturo Murillo rodeándole los hombros con su brazo y aquella interna con Adriana Salvatierra, a cuenta precisamente de Eduardo del Castillo, que afianzaba la idea clave de la narrativa contra Copa: “traidora”.
Con Copa al frente se ordenó la transición: se renovó en tiempo récord al Tribunal Supremo Electoral, seguramente más plural que nunca, se llenó el vacío institucional con la Ley transitoria que alargaba mandatos y se convocaron las elecciones para el 3 de mayo. Si la elección hubiera sido en ese momento, probablemente el resultado hubiera sido diferente, pero llegó la pandemia.
La desprotección inicial y los problemas económicos posteriores derivados de una cuarentena decretada por importación, y sobre todo, el manejo del Estado que ensayaron los acólitos de Áñez no tardaron en entregar de nuevo el gobierno en bandeja al Movimiento Al Socialismo, cuyos movimientos, ahora sí, se habían movilizado.
Copa fue una de las principales responsables de aquella victoria del MAS, pero sobre todo, uno de los pilares que sostuvo la democracia en el Estado Plurinacional. Efectivamente, nadie en las altas jerarquías del MAS se lo reconoció.
Copa alcaldesa
Probablemente no fue invitada, pero Eva Copa estuvo en el escenario principal en Chimoré cuando se recibió a Evo Morales después de su entrada por Villazón el 9 de noviembre, un día después de la posesión de Luis Arce y seguramente, origen de los roces que derivaron después en la ruptura.
Copa estaba allí y todos la veían, pero por momentos parecía que levitaba. Caras de sorpresa. Los exministros apenas se dirigieron a ella. Por entonces ya se sabía que Copa pretendía ser alcaldesa de El Alto, pues no había sido incluida en las listas para renovar como parlamentaria. También se sabía que Morales no tenía ninguna intención de concederle ese deseo.
Tras la negativa, Copa tardó pocas horas en conformar su alternativa con la agrupación Jallalla del inefable Leopoldo Chui, de la que fue expulsada pocos meses después por motivos obvios propios de la gestión y del liderazgo.
Copa ganó la elección con un 70% abrumador para el propio Evo, que había patrocinado a “Ratuki” Marquera. El batacazo fue épico porque además afectaba intrínsecamente al relato de Morales de su retorno poderoso. El Alto dictaba sentencia definitiva y algunos pensaron que liberaba de tutelas no solo a Copa, sino al propio Luis Arce.
Cualquier gestión municipal puede ser compleja, la de El Alto es por demás desgastante por la propia vitalidad y emergencia de la ciudad, y a eso se han sumado las insaciables ganas de venganza y un sentido patriarcal que no ha dejado de infravalorar a Copa.
Por supuesto no han faltado escándalos de corrupción, cuestionamientos a la eficiencia de la gestión y no pocas campañas con pestilencia machista atacando a Copa en su intimidad, sin embargo, la alcaldesa ha sabido zafar y se sigue mostrando como un activo poderoso, tal vez el último que le queda cerca a Luis Arce, con quien ha tenido una relación correcta sin ceder tampoco a las “pretensiones de absorción”, pues ha sabido mantener distancias y decir algunas cosas claras.
En esas, Copa hoy es uno de los grandes valores del arco nacional – popular con lealtad probada, experiencia de gestión y que simboliza la renovación. Sin duda es la tapada del proceso.