Mgr. Fernando Berríos Ayala
Politólogo
El 22 de enero de 2006 Evo Morales se convirtió en el presidente de Bolivia, trajo consigo un mandato denominado “proceso de cambio”, incluía reformas estructurales en lo económico, social, político y jurídico-constitucional. Un modelo económico social comunitario productivo, donde el Estado y los demás actores sociales recuperan el control de los recursos naturales estratégicos, la soberanía monetaria e incluyen una matriz productiva que asegure la generación, apropiación y uso del excedente en beneficio del desarrollo económico y la creación de empleos e ingresos con el objetivo fundamental del “vivir bien”. Para el “proceso de cambio”, fue necesaria una nueva Constitución Política, promulgada en el 2009, que dejara en el pasado la mirada colonial y republicana de Estado, e incluyera a los 36 pueblos indígenas y superara la exclusión, el racismo y la discriminación. Se trata del Estado plurinacional. Puesto así, es una hermosa tesis doctoral. El modelo funcionó mientras el país tuvo ingresos por el gas y los minerales, muchos ingresos, 60 mil millones de dólares que, o fueron tirados a la basura o se los “distribuyeron” los masistas, ese dinero hizo creer a Evo que podía ser el mandatario de por vida.
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A pesar de estos avances en materia social y el auge económico mal aprovechado, los problemas de Evo empiezan cuando permanece por más de doce años en el poder y comete el error de confundir políticas de Estado con políticas de Gobierno; el país y la democracia nunca estuvieron de acuerdo con la aspiración reeleccionista de Evo. La supuesta “reserva moral” del planeta había sumido al país en deshonrosos manejos y los recursos públicos están afectados por actos de corrupción que día a día se fueron descubriendo. Fue el principio del fin del MAS, la mayoría no desea un proceso de cambio, sino un cambio de proceso, ese fue el mensaje del resultado del referendo del 21 de febrero de 2016 convocado por Evo para ir a la reelección por cuarta vez, el pueblo le dijo NO y pidió obediencia a su decisión: “el 21F se respeta”. Evo Morales, no lo hizo, fue el único que no interpreto la democracia y utilizó al Tribunal Constitucional Plurinacional como su carta defensiva para volver a ser candidato el 2019, otra vez recibió el rechazo de la gente, tuvo que huir para no enfrentar su responsabilidad en la manipulación de resultados de aquella elección. Hoy continua en esa línea, para él nunca hubo un 21F, pretende ser nuevamente candidato en las elecciones generales de este agosto, deja ver que para volver al poder hará todo lo posible e, incluso, lo que no sea posible.
Demás esta advertir que la decisión del pueblo boliviano por mayoría absoluta dijo no a la reelección del presidente o vicepresidente del Estado plurinacional de Bolivia. No obstante, independientemente de que, si Evo Morales pudiera ser habilitado a las elecciones generales de este año, la política del vivir bien que ha impulsado el masismo desde que llegaron a la presidencia esta destrozada, el sucesor Arce, no tuvo la capacidad de hacerle frente a los retos que estaban pendientes en la agenda establecida hasta este 2025. El vivir bien se ha quedado en un discurso de la Constitución Política y en una política de gobierno, pero no como una política pública, al contrario, cada vez fueron mayores los problemas para hacerla sostenible en el tiempo. Además, tampoco se ha avanzado en la construcción de ciudadanía que esté empoderada con ese sentimiento y mucho menos se ha vislumbrado un relevo generacional en el poder que continúe con el “proceso de cambio”. La derrota del MAS no proviene de las urnas, el desconocer el 21F significó un punto de no retorno y facilita el arribo al Palacio de Gobierno de nuevos aires que deberá reconstruir todo lo que se ha destruido. No será nada fácil.
No es nada nuevo, suele suceder que quien está en el poder, si desea reelegirse, lo logra; primero fue Evo y ahora va Lucho en esa dirección, (no quiere decir que sea un hecho su reelección) y no hay peor mal para una democracia que la perpetuación en el poder. Es una contradicción que una de las tareas de Evo era desaparecer las fuerzas llamadas de dominación patriarcales, pero, a la postre, él ha intentado establecer otro modelo a perpetuidad. La alternancia es el oxígeno en las venas del poder, es imprescindible para evitar absolutismos vestidos de democracias y que quieren a cualquier costo, aferrarse al poder. El problema nunca fue el poder, el problema son los mesías, vengan de donde vengan, no bastan los discursos populistas que aprovechan la insatisfacción de los ciudadanos. Ni Evo ni su entorno supo interpretar políticamente el 21F, y si lo hicieron, se engañaron entre ellos. Aquel referendo copó todos los espacios políticos y mediáticos, resultó ser un eficaz instrumento para deslegitimar el discurso democratizante del gobierno de Evo, provocó una pérdida de su popularidad sobre todo en los sectores de clase media urbana. En agosto de 2018 Morales tenía un 29% de intención de voto, cuando cuatro años atrás esta cifra superaba el 60%, en otras palabras, Morales logró su objetivo de repostularse por cuarta vez, pero el costo político fue muy alto.
El gobierno de Evo siempre estuvo negando la realidad de los resultados, siempre ha querido enterrar el 21F y ha luchado por posicionar la narrativa de que la oposición sumó una derrota, la ciudadanía con todo en contra decidió que es mejor, en términos de oportunidad política, canalizar su rechazo al gobierno de Evo en las urnas de las elecciones del 2019, la política había pasado a un escenario electoral, incluso con la incógnita de que sí la oposición estaba a la altura del desafío. En cualquier caso, las posibilidades para el triunfo de un candidato opositor parecían más claras por primera vez en 15 años. El desgaste político de Evo tras 15 años en el poder, la derrota de la demanda boliviana en La Haya, el alejamiento de una buena parte de la clase media urbana del MAS, los signos cada vez más evidentes de manipulación de las instituciones por parte del ejecutivo y la corrupción e ineficiencia gubernamental, fueron elementos que debían ser capitalizados por la oposición, no fue posible. Hoy el 21F vuelve con más fuerza.
Fuente: eju.tv