Houston, teníamos un problema


Fuente: Ideas Textuales

Mauricio Jaime Goio



Desde las profundidades de la selva amazónica hasta el rincón más recóndito del planeta, el ser humano ha demostrado un afán insaciable por la conectividad. No ha sido suficiente conquistar el ciberespacio o tejer una red de telecomunicaciones que nos mantiene conectados al instante. Ahora, la Luna es el nuevo territorio donde se libra la batalla por la comunicación plena.

Con el programa Artemis de la NASA y la incursión de empresas privadas como Nokia e Intuitive Machines, la exploración lunar entra en una nueva era. No se trata solo de poner pies en la superficie lunar, sino de garantizar que esos pasos puedan transmitirse en tiempo real, con la misma calidad con la que enviamos un mensaje de WhatsApp desde un café en Buenos Aires o un tren en Tokio. La conectividad es la nueva bandera del progreso.

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Las misiones Apolo confiaban en sistemas rudimentarios de comunicación punto a punto. La transmisión de Neil Armstrong pisando la Luna en 1969 era borrosa y de baja calidad, pero suficiente para la época. Hoy, en la era del 4G y el inminente 5G, la narrativa ha cambiado. No basta con escuchar a los astronautas, necesitamos verlos en 4K, compartir sus experiencias en redes sociales y hasta hacer videollamadas desde la Luna.

Nokia Bell Labs, con financiamiento de la NASA, está diseñando la primera red celular lunar, una infraestructura que, en un principio, servirá para conectar módulos de aterrizaje, rovers y trajes espaciales, pero que eventualmente se extenderá a futuras colonias lunares. La misión IM-2 probará esta tecnología, dando el primer paso hacia un internet lunar funcional.

Pero no es solo cuestión de poner antenas en la Luna. Las condiciones extremas del satélite presentan desafíos técnicos formidables. Temperaturas extremas, radiación solar y un regolito que podría afectar la propagación de señales. A esto se suma un conflicto latente con la radioastronomía, pues las frecuencias de LTE pueden interferir con la observación del cosmos.

Además, hay un vacío regulatorio. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) aún no ha determinado las bandas de frecuencia para redes celulares en la Luna. Nokia obtuvo un permiso especial para su misión, pero un despliegue masivo necesitará nuevas normas internacionales.

El deseo de estar siempre en línea es una obsesión humana. Si en la Tierra ya se debate sobre la hiperconectividad y sus efectos, en la Luna esta discusión apenas empieza. Proyectos como LunaNet de la NASA y Moonlight de la Agencia Espacial Europea buscan crear un internet interplanetario que permita la transmisión de datos de manera ininterrumpida.

El sueño de estar conectados en cualquier parte del universo está cada vez más cerca. Y con ello, una nueva realidad. La posibilidad de que, algún día, desde un módulo lunar alguien haga una llamada a la Tierra simplemente para decir: «Llegué bien».

Mauricio Jaime Goio.


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