Estado incierto de la ruleta electoral


 

Ningún candidato opositor puede ganar la próxima elección presidencial si no logra conquistar una mayoría de los votos de la clase media emergente.



Este sector votó ciegamente por el MAS hasta el referéndum de 2016. A partir de esa fecha se fue apartando poco a poco de Evo y del masismo. Hoy es un voto de libre disponibilidad, capaz de apoyar tanto a un candidato moderado del MAS, como a cualquier candidato opositor capaz de conquistar su voto. Es un sector que ya no vota por consigna.

Hay un otro tercio conformado por masistas rábidos que votarán hasta la muerte por el candidato más duro o mejor posicionado del MAS. En el otro extremo está el tercio de anti-masistas rábidos que votarán por el candidato más anti-masista de todos.

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Antes de evaluar las perspectivas de la oposición veamos las de Luis Arce Catacora, en caso de que se lance al ruedo. Recordemos cómo este burócrata gris ganó las elecciones de 2020.

Desde Buenos Aires Evo Morales le dio su dedazo para que sea candidato, aplastando a todos los demás aspirantes. Durante su campaña se mostró conciliador, apelando a la clase media emergente, así como a muchos votantes de la clase media tradicional.

Una vez electo encarceló a la ex Presidenta Jeanine Añez, al Gobernador de Santa Cruz Luis Fernando Camacho y a otros dirigentes opositores, amedrentando a los que se atrevan a sacar cabeza contra su débil gobierno. En su último año de mandato le quitó a Evo la sigla del MAS y lo arrinconó en el Chapare. Tal vez no sea tan simple como lo pintan algunos.

El 55% de los votantes que lo eligieron el 2020 estaba compuesto de un 30% del voto válido proveniente de los masistas de base. Evo le garantizó ese voto mediante un MAS unido que le respondió en ese momento. A este 30% se añadió un 20% del voto válido que Arce conquistó por su cuenta, sacándolo del tercio de votantes de la clase media emergente.

Este año pinta muy diferente para Arce. Sufre considerable desgaste por las denuncias del sector de Evo que lo acusan de todas las barbaridades que estos mismos acusadores cometieron durante más de una década. Ni qué decir del estado calamitoso de la economía.

Todas las encuestas muestran que Arce Catacora está en la lona, no solo como Presidente, sino como candidato. Su única salida es imitar el golpe de Maduro, garantizando que el Organismo Electoral y el Tribunal Constitucional lo declaren ganador, sin que importe ningún recuento.

Pasando a los candidatos opositores, recordemos que en las elecciones de 2020 Carlos Mesa no se esforzó en conquistar a la clase media emergente. Luis Fernando Camacho la rechazó de plano. El resultado de ese descuido y de esa división fue la elección de Luis Arce Catacora.

En este momento hay dos candidatos opositores que están bien posicionados para conquistar el voto decisivo de la clase media emergente, siempre y cuando sepan aprovechar sus respectivas ventajas. Estos dos candidatos son Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa.

Samuel puede conquistar a los que forman la clase media emergente ofreciéndoles un vasto programa de capacitación y financiamiento para que se conviertan en pequeños empresarios exitosos.

Es algo que Samuel ha estado haciendo durante muchos años con grupos más pequeños. Tiene la formación, la experiencia y el capital necesario para ampliar esta oferta al sector pendular del electorado que le puede dar la victoria.

Manfred Reyes Villa tiene años de entregar obras en los barrios pobres de Cochabamba, donde esas obras le han ayudado a conquistar el apoyo de un gran sector del MAS. Temerosos de este apoyo varios candidatos opositores proclaman que Manfred es una marioneta del MAS.

No se dan cuenta que sus acusaciones convencen a masistas y ex masistas de que Manfred no está del lado altanero y que está del lado del pueblo. Este conglomerado popular jamás votará por quienes los menosprecian con tanta fuerza.

Sin duda Manfred (al igual que los otros candidatos opositores) ha tenido que hacer mayores o menores concesiones al MAS para poder sobrevivir décadas de persecución judicial. Esa estrategia no significa que Manfred piense en este momento que le conviene subirse al barco naufragante del MAS.

Es absurdo acusar a cualquier político que no sea un idiota de subirse a un barco que se hunde. ¿La prueba? Durante su campaña Manfred denunciará elocuentemente las barbaridades cometidas por cualquier candidato del MAS que haya ocupado un cargo de gobierno.

Por su parte Tuto Quiroga cuenta con una mayoría abrumadora de votos de las clases media y alta en todas las ciudades de Bolivia. En este momento no parece interesado en cortejar a la clase media emergente. Puede ganar en primera o segunda vuelta si es el único candidato fuerte de la oposición y si el voto del MAS se divide entre varios candidatos.

En caso de que la encuesta del bloque de unidad o una posible primaria no lo favoreciera, podría ser que Tuto se presente de todas maneras. En ese caso algunos de sus votantes podrían abandonarlo por dividir el voto opositor. Son dos apuestas de alto riesgo.

Los votantes podemos esperar a que el grupo de unidad coordinado por Mesa escoja su candidato mediante una encuesta. Una vez determinado ese nombre podemos proponer una primaria abierta. Todos los votantes inscritos que quieran hacerlo, sean opositores o masistas, podrían escoger entre todos los aspirantes que hayan presentado sus candidaturas.

Marcelo Claure podría ser invitado a financiar esa primaria, que puede realizarse con la aplicación digital de nuestros celulares, tal como lo propone Amparo Ballivián. De esta primaria podría surgir un solo candidato del MAS y un solo candidato de la oposición.

Volviendo la mirada a los candidatos del MAS, Andrónico Rodríguez es el mejor ejemplo de los que están en pleno ascenso en lo social, económico y político. La clase media emergente se identifica fácilmente con sus éxitos.

A menos que Evo se le oponga y presente su propio candidato, Andrónico podría captar también a los votantes de Evo, que siguen viéndolo como un alto dirigente cocalero.

Otra ventaja de Andrónico es su juventud, que le permite conquistar un buen segmento del tercio de los votantes que nacieron o tenían 15 años alrededor del 2006, cuando Evo asumió su primera presidencia.

Bastaría con que Samuel, Tuto o Manfred pasen a la segunda vuelta para que cualquiera de ellos gane la elección. Es de esperar que la mayoría de los votantes que se oponen al MAS voten por cualquier candidato que compita en segunda vuelta contra cualquier masista.

Un tema que añade a la incertidumbre es cuál de ellos si es Presidente tendrá los dedos de organista en lo económico y los cojones en lo político que le permitan imponer un inevitable apretón de cinturones ante la oposición salvaje de un MAS encrespado por la falta de su botín.

La ruleta electoral está girando con mucha fuerza. Todos podemos apostar al ganador, esperando que el país no termine siendo el perdedor.


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