Ismael Schabib Montero*
Una vez que el Sr. Evo Morales llegó a la presidencia lo promocionaron como postulante al Premio Nobel de la Paz, lo parangonaron con Nelson Mandela y Mahatma Gandhi, ejemplos de tolerancia, perdón, pacifismo y cultura. Ambos eran abogados. Se aseguraba que con Morales en la presidencia no habría corrupción en el gobierno, que había llegado al poder como premio a su honestidad, a su liderazgo; que era patriota; muy inteligente; un líder, un estadista que encarnaba la grandeza de un hombre humilde.
El Sr. Evo Morales de la ficción parecido a Mandela y Gandhi no hubiese violado la Constitución Política del Estado presentándose como candidato a las elecciones del 12 de octubre venidero; no estuviera preparando un fraude descomunal cuyas señales son clarísimas; no se hubiera hecho coronar como una deidad mitológica por un sacerdote aimara que fue preso por posesión de más de 100 kilos de cocaína; no sería el que se jacta de “meterle nomás contra la ley y que arreglen los abogados…”; el que ordenó el operativo del Hotel “Las Américas” en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde personal de seguridad del gobierno asesinó un grupo de individuos acusados dudosamente de terrorismo; no se hubiera producido la “Masacre de Porvenir”, los asesinatos de la Khalancha, la pateadura a los indígenas del TIPNIS, no hubieran casi 800 exiliados, ni varias decenas de presos políticos con cargos inventados. No hubiese violado los DD.HH., ni desvirtuado la democracia boliviana.
No hubiese gastado casi 100 millones de dólares para realizar un acto trivial, como la reunión del G-77 criticado hasta por uno de los invitados, el presidente del Uruguay. No hubiera pagado pasajes y viáticos a extranjeros mientras tanto los benianos, sufren todavía las consecuencias de una gigante inundación a los que se le negó la posibilidad de conseguir fondos de la ayuda internacional para mitigar sus pérdidas. No hubiera comprado un satélite muy poco útil por la fabulosa suma de 300 millones de dólares o aviones caros para transportarse. ¿Sobreprecio?
El Sr. Evo Morales de la ficción, parecido a Mandela y Gandhi, no hubiese propalado que la bonanza económica del país se debe a la eficiencia de su gobierno socialista, sino que está cosechando desde el inicio de su gestión, lo que sembraron otros que tuvieron la visión de vender gas, de aumentar y certificar las reservas; que apoyaron la industria no tradicional aplicando una política económica liberal coherente.
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El Sr. Evo Morales de la ficción parecido a Mandela y Gandhi, no se hubiera hecho del poder absoluto, distorsionando las instituciones. No se autoproclamaría nacionalista con extranjeros digitando la seguridad del Estado. No nos hubiera mentido diciendo que los médicos cubanos vinieron para curar gratis a los pobres y no alquilados por la dictadura de ese país.
El Sr. Evo Morales real, el que conocemos, no fue a la universidad a estudiar una profesión, no le gustas leer (son sus palabras) ¿Es flojo? ni a la universidad del hogar para formar una familia amándola, es soltero pero tiene hijos; en ocasiones fue conminado a pagar pensiones retrasadas; es un político que hizo carrera defendiendo a sangre y fuego la coca ilegal del Chapare con la que se elabora cocaína; un personaje odiado y temido que lideraba interminables bloqueos de carreteras a veces con muertos y heridos; que le causó daños económicos al país, que estuvo detrás de hechos luctuosos como el de Sacaba donde murieron militares y cocaleros, el 16 de enero del 2002, que tuvo importante participación en la falsa “guerra del gas” en octubre del 2003, un verdadero golpe de Estado. El Sr. Evo Morales que conocemos, fue un Diputado Uninominal que hacía intervenciones que causaban hilaridad en el parlamento por ser muy limitado culturalmente. Nada que ver con Nelson Mandela y Mahatma Gandhi.
Este es el Sr. Evo Morales real, que preside la Bolivia real; el otro es una fantasía creada por quienes nos irrespetan y subestiman a los bolivianos. ¡Acabemos con la farsa ya!
*Vicealmirante de la República de Bolivia