Carburantes, el árbol caído


 

Hacer leña del árbol caído, es un viejo y popular refrán, que hace referencia a las actitudes y posiciones, posteriores a un hecho, postura que no tiene moral, sino el fin de lavarse las manos.



Esa es la posición que tienen políticos de derecha, ahora candidatos, evistas, representantes de algunos sectores gremiales y empresariales, analistas económicos, que critican la falta de combustible y divisas, que afecta el normal desarrollo de las actividades de los bolivianos, con pronunciamientos como: que levante la subvención a los hidrocarburos, donde están los dólares, se farrearon la plata, denme cien días y arreglaré el país, diez días y el gobierno se cae, quieren endeudarnos más.

Estas expresiones tienen el objeto de posicionar en la mente de las personas una desesperación de caos y psicosis, minimizando toda medida asumida por el gobierno, para generar un descontento social, el cual puede empeorar la situación, sin medir las consecuencias sociales.

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Pero vayamos respondiendo cada una de estas expresiones, haciendo un poco de memoria:

Levantar la subvención ya fue una propuesta para llevarla a referéndum, porque esta es una decisión que tiene un efecto brutal sobre los precios y bolsillos de la población, medida que es de alta sensibilidad, que dio estabilidad por muchos años.

La falta de dólares, se debe a la baja de la producción de los hidrocarburos, ósea, los pozos de gas se fueron secando y por una falta de previsión para nuevas exploraciones, para encontrar nuevos pozos. La segunda, el mercado argentino dejó de comprar los volúmenes acostumbrados, los cuales fueron sustituidos por su propio gas del campo de vaca muerta. Reduciendo así los ingresos que recibíamos de la venta de este elemento.

Hay que recordar, que antes de la nacionalización de los hidrocarburos, las transnacionales se llevaban la mayor parte de los ingresos, por la venta de gas al Brasil y la Argentina, y se pensaba vender a EE.UU a precio de gallina muerta por puertos chilenos. Al migrar a nuevos contratos, esos ingresos se quedaron en el país y fue acompañado con precios altos, generando buenos ingresos para el país. Los cuales fueron destinados para mejor el nivel de vida de los bolivianos, subiendo indicadores sociales que fueron reconocidos por organismos internacionales, logros que nadie recuerda.

El “denme cien días para arreglar el país” y “diez días este gobierno se cae”, hace recuerdo al gobierno de los ochenta, que no tenía el apoyo legislativo y sus colaboradores se volvieron oposición y articularon a sectores para generar presión, motivando medidas que iban más en contra, que a favor de la población.

En tema de la deuda, los mismos precandidatos que ya hacen campaña, no ven otra solución para solucionar la falta de divisas, que la opción de créditos del exterior, lo que significa deuda. Y se rasgan las vestiduras por los mil seiscientos millones, que no se aprueban en el legislativo. Para esto tomamos el Ranking de la CEPAL, en donde Bolivia no se encuentra entre los países más endeudados, haciendo referencia este organismo a Ecuador con el 60.4%, Colombia con el 58.5% y el Salvador del presidente Bukele con el 54% respecto a su PIB, este último goza de una gran popularidad, por la estabilidad que logro dando seguridad a su población, sin importar el costo de la deuda.

Otra referencia es el HIPC, abreviatura en inglés que traducido al español significaba «Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados», al cual Bolivia pertenecía, y del cual salió. Servicio de la deuda que cumple y que da buena referencia, para adquirir otros.

Como se ve la oportunidad política no tiene escrúpulos, lo que Bolivia necesita en estos momentos es un acuerdo Político-Social, el cual genere propuestas, para una fuente de recursos que estabilice la provisión de carburantes y se dé continuidad a la inversión pública, que genera crecimiento. En esta situación hay que buscar la unidad, dejando de lado los cálculos políticos e intereses sectoriales, esto debe enseñarnos a planificar mejor el futuro y a diversificar los ingresos, para reducir cualquier impacto económico y cuidar la estabilidad.

 

 

 

 

 

 

 

 


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