Esta acción bélica es catalogada como una invasión, debido a que no fue previamente declarada por Chile.
Fuente: El Diario
El asalto chileno realizado el 14 de febrero de 1879, hace 146 años, con nula resistencia, en el entonces puerto boliviano de Antofagasta, fue la primera acción militar de Chile en la Guerra del Pacífico. Con la acometida se dio inicio a la Guerra del Pacífico, acción bélica catalogada como una invasión, debido a que no fue previamente declarada por Chile.
Sin duda alguna, con el pasar de los años, lo que se escribe puede cambiar los conceptos del amor a la patria y de nuestros héroes, que se enmarcan en los viejos y nuevos preceptos de patriotismo o de traición, señala el historiador y docente universitario Xavier Gonzales Conde.
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En su opinión, la razón para la invasión de Chile a territorio boliviano no fue el impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, “esa no fue la causa del conflicto bélico, ese solo fue el ‘pretexto’. Sin embargo, el país vecino ratifica que Bolivia incumplió el Tratado de Límites de 1874, luego de haber impuesto ese tributo”.
Inglaterra, en ese entonces, se encontraba en una etapa de exportación de capitales y con la mira puesta en Sudamérica, el país anglosajón había descubierto el beneficio a la producción del guano como fertilizante. Entonces, “la intención de chilenos e ingleses de monopolizar el comercio del guano y el salitral incentivó la ambición por las costas de Atacama, en Bolivia, y las provincias de Arica y Tarapacá, en Perú”, dijo.
De acuerdo con Gonzales, otro aspecto importante, considerado por muchos como un mito, es la premisa de que Bolivia provocó la guerra. “Esa idea es tan falsa como afirmar que Inglaterra no tuvo nada que ver en el conflicto”, indicó al recordar que los británicos tenían gran interés en la Guerra del Pacífico, porque en su territorio se vivían las consecuencias de una sequía y la hambruna.
En este contexto −dijo− el enfrentamiento comenzó el 14 de febrero, cuando la minera anglo-chilena se negó a pagar un impuesto y Bolivia confiscó sus bienes. El día de la subasta, un contingente militar que llegó desde Santiago para ocupar Antofagasta, con el justificativo de que recuperaban un territorio al que habían renunciado antes.
El conflicto bélico, se expandió hasta Lima, que también fue ocupada por el ejército chileno. Bolivia tuvo que enfrentar varias batallas en el transcurso de la guerra, incluida la resistencia de Pisagua.
Bolivia y Chile en 1884 formaron un Pacto de Tregua que puso fin a la guerra y en 1904 un Tratado de Paz y Amistad que dio a Santiago el “dominio absoluto y perpetuo” de Antofagasta, dejando a los bolivianos sin un acceso soberano al mar. Allí, Chile se obligó, también a perpetuidad, a otorgar un sistema de libre tránsito en favor de Bolivia hacia el mar.
Para el investigador y columnista, Juan José Toro Montoya, uno de los episodios vergonzosos de la Guerra del Pacífico se encuentra plasmado en la resistencia que opuso el comandante de la quinta división, Narciso Campero, para cortar el avance de los chilenos, como le había instruido el presidente Daza.
Expuso que Aniceto Arce y Gregorio Pacheco eran miembros del directorio de la Compañía Minera Huanchaca, la empresa a la que no le convenía la guerra, porque perjudicaba sus exportaciones de minerales.
Un diario de campaña de la quinta división del ejército boliviano demuestra que Arce visitó a Campero en plena campaña. Se desconoce qué fue lo que trataron.
Lo que, si se conoce, es que Campero le siguió un juicio a Pacheco en reclamo de una participación en una mina que poseía este último. Esta premisa cobra importancia, si se toma en cuenta que Campero tenía intereses en esa zona minera, razón por la que nunca salió a cortar el paso a los chilenos, lo que quizás habría evitado que ellos continúen avanzando. Como nadie los detuvo, el ejército chileno llegó hasta la mismísima Lima y la opinión pública, tanto en Perú como en Bolivia, se volcó en contra del presidente Hilarión Daza”, devela Toro Montoya.
De acuerdo con el investigador, el presidente Hilarión Daza fue acusado de haber retrocedido en Camarones, en lugar de haber reforzado el ejército peruano, y “ahí nació la mentira, el mito, de que él (Daza) se guardó la noticia de la invasión chilena para seguir festejando el Carnaval.
El investigador explica que las mentiras que se fabricaron, en ese periodo histórico, tenían el propósito de desprestigiar a Daza y posibilitar un golpe de Estado, que finalmente se produjo. “Hay razones para suponer que la oligarquía minera armó la conspiración con el fin de que Bolivia se retire de la guerra y deje fuera del conflicto a la ruta que utilizaba la Huanchaca para sacar sus minerales. El juicio por la mina es una prueba de que Campero tenía un acuerdo con Pacheco y, consiguientemente, actuó obedeciendo las órdenes de Arce”, señaló al recordar que luego de la destitución de Daza, Campero fue presidente y le siguieron Pacheco y Arce.
Años más tarde, en los años 70, cuando en Latinoamérica, se vivía la Guerra Fría, los gobiernos defecto de Chile, con Augusto Pinochet, y Bolivia, con Hugo Banzer, iniciaban conversaciones para otorgar al nuestro país un corredor hacia el Oceáno Pacífico. El interés chileno, en ese entonces, radicaba en su temor de un ataque armado por parte de Perú, presidido por el izquierdista Velasco Alvarado. Ante esta situación, Estados Unidos le pidió a Bolivia neutralidad y es en este escenario que se presenta el abrazo de Charaña.
En opinión de Juan Diaz Salas, historiador y docente universitario, Pinochet y Banzer pusieron todos sus esfuerzos para viabilizar un encuentro bilateral en 1974, cuando se conmemoraba un año más de la Declaración de Ayacucho, en memoria de la Batalla de Ayacucho (1824), momento clave que sirvió para abrir un espacio de diálogo sobre la mediterraneidad de Bolivia, lo que dio origen al Abrazo de Charaña del 8 de febrero de 1975, con lo cual Bolivia debía reanudar relaciones diplomáticas con Chile, siempre que tuviera la opción de un acceso soberano al mar.
El Abrazo de Charaña representó una de las mejores posibilidades de acceso al mar para Bolivia a lo largo de su historia diplomática. Sin embargo, surgieron varios intereses y diferencias de percepción que entorpecieron el proceso y provocaron que su resultado final no fuera favorable para las pretensiones políticas de ambos regímenes, sostuvo.
Más adelante, el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) en 2018 determinó que ninguno de los ocho argumentos planteados por Bolivia es suficiente desde el punto de vista jurídico internacional. “Chile no tiene obligación alguna con Bolivia para negociar el acceso que reclama nuestro país”, señala una de las partes salientes de la sentencia de aquel entonces.
Para los historiadores, presentarse ante la CIJ ha sido la peor decisión que pudo tomar el gobierno de Evo Morales para hacer el reclamo de una salida soberana al mar y que ese fracaso no haya tenido consecuencias en contra de los promotores, cuando es evidente “que la cuestión marítima fue simplemente un elemento de política electoral”.
“A esta alturas, solo nos queda decir que fue inexplicable la irresponsabilidad con la que se condujo el tema marítimo boliviano en la Haya, el mismo que no tuvo consecuencias para el gobierno de Morales, que utilizó narrativas falsas para desvirtuar esa catástrofe histórica”, concluyeron los entrevistados.
Fuente: El Diario