En cinco años, la subvención a la harina que realiza el Estado al sector panificador subió en 130% en volumen. Es decir, de las 1.002.183 bolsas de 50 kilos de entregadas en 2020, el año pasado se dotó 2.305.205 quintales de este producto a los panificadores.

“Si revisaríamos el histórico, ha sido uno de los volúmenes más importantes entregados en harina. Gracias a esta entrega, el Gobierno ha garantizado el precio del pan a 0,50 centavos en La Paz, Cochabamba, Beni y otros”, destacó Franklin Flores, gerente general de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) en la Rendición Público de cuentas final de 2024, el 28 de marzo.

De acuerdo con la empresa estatal, para esta gestión se tiene una proyección de entrega de 2.495.392 bolsas de harina.

Del total de la subvención, según la Confederación Nacional de Panificadores Artesanos de Bolivia (Conapabol), se benefician 2.030 panificadores a nivel nacional.

En marzo, Flores señaló que la bolsa de harina de 50 kilos se compra en Bs 315, pero está se entrega a un costo de Bs 96. Es decir, el Estado asume el costo de Bs 219.

O sea, de los Bs 726 millones  que costó en 2024 la entrega de 2,3 millones de quintales de harina, el Estado asumió Bs 504 millones y el sector panificador pagó solo Bs 221 millones por esa cantidad de harina distribuida.

Asimismo, de los 2,3 millones de bolsas de harina distribuidos en el país, La Paz y El Alto concentran el 74% de la distribución de insumo subvencionado.

Vale decir, que 1,7 millones de bolsas son destinados al mercado altiplánico. Le sigue Cochabamba con 290.630 bolsas; Oruro con 137.284; Potosí con 69.835; Chuquisaca con 53.840 y Beni con 30.070 bolsas de 50 kilos.

Según Conapabol, de 2.030 afiliados a nivel nacional, en La Paz se concentra 1.400 panificadores beneficiados con la subvención.

Asimismo, el Gobierno anunció que entregará en está gestión, además, de la harina, 132.000 cajas de manteca; 126.000 quintales (qq) de azúcar y levadura.

A marzo de esta gestión al sector se entregó 14.165 bolsas de 46 kilos de azúcar; levadura 4.680 cajas de 25 unidades y 17.027 cajas de manteca de 16 kilos.

El presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Luis Fernando Romero, indicó que además del crecimiento del volumen de la subvención de 160%, también se debe recordar que el presupuesto a la subvención desde el año 2021 hasta el año 2025 creció en 191%.

“Es importante la subvención en sí para mantener estabilidad de precios, pero esto ¿qué supone para el tema de la economía pública? Mayor erogación de gastos, porque inclusive a inicios de este año se ha visto un incremento de recursos para la subvención de soya, de trigo y de harina, para mantener estabilidad de precios”, manifestó.

Eficiencia.

Añadió que “cualquier intervención estatal y una subvención modifica el mercado” porque no se está pagando un precio real, si no uno subvencionado lo que “hace que la economía sea menos eficiente” porque quita la competitividad a una producción pequeña de manera privada.

“Al igual que el dólar o los hidrocarburos, tenemos una sensación equivocada de que los precios son bajos, y en realidad no son. La población vive con esa idea, que en algún momento, como ocurrió este año, va a vivir un golpe duro cuando la economía también se sincere”, advirtió.

Lo cual —dijo— que hará que, “paulatinamente, tal vez con un nuevo ajuste o incremento en el presupuesto para la subvención a los alimentos, incluido la harina, va a ser más costoso”.

El viceministro de Comercio y Logística Interna, Grover Lacoa, en enero, aseguró que el Gobierno cuenta Bs 528 millones para cubrir la subvención de alimentos en esta gestión.

Sin embargo, el Presupuesto General del Estado (PGE) de 2024 estableció que para la subvención de alimentos se destinó Bs 700 millones. De esa cantidad, Bs 331 millones fueron para la compra de trigo; Bs 262 millones para el maíz y Bs 107 millones para la adquisición de arroz.

Para esta gestión, el Gobierno presupuestó el valor de Bs 750 millones, Bs 383 millones para harina de trigo y el resto para la compra de maíz y arroz.

El viceministro de Políticas de Industrialización, Luis Siles, señaló también en enero que Bolivia enfrenta un déficit estructural de trigo, frente al requerimiento promedio anual de 800.000 toneladas .

Según la autoridad, en los mejores años la producción nacional solo alcanzó el 50% de esa cifra.

“La subvención para el pan es fuerte. Este modelo ha funcionado y está funcionado, sin embargo, depende de la importación”, aseveró.

Al respecto de la subvención, el gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, indicó que si bien las subvenciones “pueden tener el interés social de beneficiar a la población” —como el caso de la subvención a la harina, para que no suba el precio del pan— éstas acaban provocando distorsiones en el mercado interno desalentando la producción nacional.

Indicó que estas distorsiones llevan “a gastar cada vez más y a volverse cada vez más dependiente del mercado externo, y la creciente subvención estatal a quien acaba beneficiando es al productor extranjero de trigo y harina de trigo”.

A ello, indicó que uno de los problemas de la subvención es que alientan el contrabando, a que se especule con el producto y se “beneficie al contrabandista”.

“No va a ser fácil suspender la subvención, cuando la gente se ha acostumbrado a un producto artificialmente barato por tanto tiempo. Pero, habrá que hacerlo en algún momento, para lo cual se deberá implementar políticas de apoyo al agricultor, para ir sustituyendo el trigo y la harina importada”, indicó.

Añadió que “en el peor de los casos”, “siempre” será mejor subvencionar al productor nacional que, al extranjero, porque, de otra manera, “las divisas que se gastan y la subvención al producto importado, benefician a los productores extranjeros”.

Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que en 2024 el país importó harina de trigo por un valor de $us 45 millones y un volumen 118.540 toneladas.

Sin embargo, entre 2020 y 2024 el valor sumó $us 376 millones y un volumen fue de 984.292.

Autosuficiente.

En esa línea, Romero aseveró que por “el momento” hasta que no seamos autosuficientes se debe mantener la subvención porque si se “quita”, el precio del pan subirá de manera extraordinaria, lo cual provocaría una espiral de inflación mucho mayor.

“Por el momento, la subvención a los alimentos, y en especial a la harina, tiene que mantenerse porque el pan de batalla es un alimento de consumo diario masivo y es muy sensible a cualquier variación de precios”.

Rodríguez acotó que para lograr la autosuficiencia en este campo y dejar de gastar tanto dinero en la importación y subvención a la harina extrajera se precisan tres seguridades del Estado.

En la primera destacó que está la “seguridad jurídica” para los predios productivos y así acabar con los avasallamientos.

Dijo también que debe existir seguridad del mercado, esto relacionado a combatir el contrabando de ingreso y salida.

También indicó que la seguridad de buenas políticas públicas permitirá el uso de semilla de trigo genéticamente mejorado que otorgará un precio de garantía atractivo para el productor nacional, al ser un cultivo de alto riesgo; así como la provisión de urea a un precio razonable, financiamiento concesional para riego, semilla, equipos, maquinaria, entre otros.

A ello, Romero agregó que se debe ampliar lo que es la frontera agrícola, pero “obviamente” sin dañar el tema medioambiental y permitir que los productores que tienen que ver con la alimentación y la seguridad alimentaria de la población tengan condiciones favorables con la llegada de inversiones.