Por Redacción Central – Los Tiempos – Subeditorial
El Gobierno del presidente Evo Morales Ayma se caracteriza —entre muchas otras facetas peculiares y distintivas— por su capacidad para autoenredarse en teorías conspirativas extraídas de frondosas imaginaciones, como también por incurrir en contradicciones entre lo dicho y hecho, contagiarse de “dimes y diretes” internos que luego salen a la luz, etc. Ya estamos casi acostumbrados a esta curiosa forma de gobernar, pero aun así debemos expresar que, cuando mucho se repite algo y se lo reitera ad nauseam, las cosas pierden veracidad (si la tienen) y el propio Gobierno pierde credibilidad, sobre todo si es el Jefe del Estado el que arma los zafarranchos de turno.
Podemos señalar muchos ejemplos de estas insólitas actitudes. Tal vez el más destacado —justamente por lo repetitivo— es el constante ataque a Estados Unidos, a su Embajada y a algunos órganos de cooperación de esa nación, como en los casos de las agencias de ayuda norteamericana y de la encargada del control de drogas (más conocidas por sus siglas en inglés Usaid y DEA). La primera vio restringida su actividad en varias áreas y la segunda directamente fue expulsada del país.
Durante sus recientes viajes a España y luego a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, las diatribas del presidente Morales contra el país del norte fueron incesantes. En Bolivia sucede lo mismo casi todos los días; el “imperialismo y el capitalismo norteamericano” son acusados por Evo Morales de ser la fuente de todo mal. La cosa sigue y sigue, aunque no se han presentado pruebas concretas de las diversas “conspiraciones” estadounidenses. Ahora, como corolario, resulta que Usaid sería la “causante” de la tragedia de Isiboro Sécure. Procurar otra teoría conspirativa no es la mejor manera de encarar la problemática de esa región, grave de por sí y que —todos lo sabemos— apenas es la punta de un inmenso iceberg.
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La causa de este problema, de otros anteriores y de los futuros que seguramente a este paso vendrán pasa por el camino de la expansión de cocales dedicados a la producción de estupefacientes. Es urgente solucionar el asunto de fondo, sin parches, excusas o pretextos baladíes.