La inflación de alimentos obliga a incrementar los ingresos


 

Insurgencia alimentaria



 

 

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La inflación en el precio de los alimentos golpea a las familias bolivianas de manera muy severa y esa situación se incrementa día a día.

Ya en septiembre de 2024 afirmaba que “en Bolivia hay pobres y existen personas que sufren hambre. Una inflación de precios puede incrementar estas condiciones” (https://erbol.com.bo/opinion/la-inflación-de-alimentos), a finales de ese año, la inflación de los alimentos fue del 15.4%, una  situación “alarmante para las economías familiares de ingresos bajos e inestables” (https://erbol.com.bo/opinion/154-de-inflación-y-crisis-en-alimentos).

Ahora resulta que la inflación proyectada para el 2025 será del 15.8% y considero que los alimentos llegarán a experimentar un incremento que puede llegar a ser del 30%.

El incremento de un 30% en el precio de los alimentos tiene como factores consolidados la dependencia de las importaciones de alimentos y el contrabando, tanto de entrada como de salida. Somos dependientes del Trigo y Harina de Trigo en una escala de importaciones de más de 500 millones de bolivianos. Esta dependencia está amarrada a la subvención del pan de batalla, pero no así de otros alimentos hechos con harinas, incluidas las pastas o fideos y todo lo que es pastelería.

Si bien producimos poco maíz, también lo importamos para consumo animal e industrial. Bolivia no es autosuficiente en maíz y depende de importaciones para cubrir su demanda, especialmente en el sector avícola (alimento balanceado) y consumo humano. El déficit llega hasta el 40% de lo demandado. Este maíz importado o de contrabando (más de 750.000 toneladas anuales) es transgénico y con ello, no existe ningún mecanismo de control de la calidad de ese producto ni de los efectos que se produce en animales y humanos que lo consumen de forma directa o indirecta. Adicionalmente, los productores de maíz prefieren sembrar soya por el precio, tal como sucede con el trigo. En otras palabras, el sector privado no tiene una agenda de producción de alimentos bajo requerimientos de soberanía alimentaria, sino de costo/beneficio.

El año 2008, Bolivia experimentó una inflación de alimentos del 23% anual mientras que la inflación general llegó al 11.8%.

Una inflación del 30% de los alimentos para el 2025 será la más alta después de la hiperinflación de 1985 (24.000%) y la del 2008.

Las consecuencias de una subida de los precios de los alimentos significa que las familias gastaran una mayor proporción de sus ingresos en comida, lo que reduce su capacidad para cubrir otras necesidades básicas como salud, educación o transporte, se reducirá el consumo interno.

Muchas personas, especialmente en áreas rurales o periurbanas, se verán forzadas a reducir la calidad y cantidad de los alimentos que consumen. Esto puede generar malnutrición, especialmente en niños, mujeres embarazadas y adultos mayores.

De manera concomitante, las pequeñas empresas, especialmente en gastronomía o alimentación, pueden verse afectadas si los costos suben y la gente consume menos. Por ejemplo, muchos restaurantes ya están subiendo los precios de las comidas.

Como otros impactos, pueden presentarse mayores tendencias migratorias fuera del país, mayores endeudamientos de las economías familiares.

Y así, como es legítima la preocupación por la situación del sector productor y comercializador de alimentos, también lo es pensar en la situación de los trabajadores que son consumidores de alimentos y que requieren generar mayores ingresos, ya sea como un incremento salarial o como un incremento por sus ingresos en calidad de cuentapropistas.

Resulta que la metodología del gobierno del MAS de incremento salarial tiene varias dificultades. Todos sabemos que los incrementos salariales sólo reponen parcialmente en incremento del costo de vida (la inflación acumulada es siempre mayor), que además es definida para el sector asalariado, cuando en Bolivia solo perciben sueldos con empleos formales y beneficios laborales un 25% de la población económicamente activa.

¿Cómo se incrementa los ingresos de los sectores por cuenta propia para enfrentar la inflación y la inflación de alimentos que empobrece a la gente?

Creo que la respuesta está en la arquitectura de unidades sociales de producción y de conocimiento, como unos mecanismos de reorganización del trabajo y de los emprendimientos con clara orientación productiva.

En este contexto de diseño de la solución a nuestros problemas, debemos asumir la posición desde la óptica del trabajo transformado desde la gestión del conocimiento para beneficio de las familias bolivianas.


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