La era de la ira


Vivimos una era signada por las emociones negativas y el extremismo político, justamente cuando la humanidad vive la mejor situación de su historia. Las diferencias entre los actuales líderes no tienen la profundidad propia del siglo pasado. En estos años, tienen éxito en las elecciones quienes ofrecen humillar al establishment, atacar a la casta. Pero no es el mismo establishment al que combatían los revolucionarios del siglo pasado, ni son los líderes proletarios los que encabezan el levantamiento, porque también ellos son parte del orden vigente. Esto va más allá de la campaña, se extiende a las acciones del gobierno. El caso argentino ayuda a comprender esta situación. Los seguidores de Milei no aprueban lo que él hace, sino a Milei.

Jaime Duran Barba

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William Blake (1757-1827), Extracto de “Los howl’d”, del Primer Libro de Urizen (1796). Grabado en relieve a color, Museum, London. | cedoc

 

Fuente: Perfil.com



iuliano Da Empoli ha escrito dos libros polémicos, con interesantes ideas que sirven para comprender lo que ocurre con la política de la sociedad hiperconectada: El mago del Kremlin y Los ingenieros del caos. Algunos intelectuales europeos no comprenden cómo funciona la consultoría política de origen norteamericano, que cuando participa de un proceso electoral enfrentando a políticos y asesores tradicionales parece producir resultados mágicos, que Da Empoli atribuye a los ingenieros del caos. Sin embargo, las observaciones del autor sirven para comprender esta etapa de autodestrucción en que ingresó el mundo, como consecuencia de la tercera revolución industrial.

Como repetimos en esta columna desde hace años, las transformaciones más radicales de la revolución de la inteligencia se producen dentro de nuestras mentes, y en estos días se están haciendo visibles en todas las esferas, desde la política mundial, nacional, hasta nuestra vida cotidiana. El descomunal desarrollo de la ciencia y la tecnología no nos ha llevado a un mundo más racional. Nos dirigimos a un caos en el que nuestra especie, como la entendíamos, está naufragando en una ola de mitos y teorías conspirativas que nos hacen cada vez más supersticiosos, fanáticos, agresivos y negativos.

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Las redes sociales dejaron caducas a las formas de la política y vaciaron el fondo que les daba coherencia en el siglo pasado, llevándonos a compromisos extremistas con posiciones religiosas, éticas, o personales, que no tienen que ver con una concepción racional de la política. Hasta 1990 se enfrentaron dos bandos que tenían consistencia lógica: el capitalismo y la democracia defendidos por el un sector, y la dictadura del proletariado y la economía centralmente planificada, que gobernaba a la otra mitad de la humanidad.

Fuente: Perfil.com


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