Ya sabíamos que la oposición boliviana no se iba a unir para derrotar al masismo. Unos porque creen que es su última chance electoral frente a un MAS fracturado y otros creen que, si Milei arrasó en su primer intento con la corrupción kirchnerista, es posible, imitándolo, se pueda ganar en primera instancia al MAS en sus tres versiones: Arce, Morales, y Andrónico; éste último que acude asustado a todas sus proclamaciones a la presidencia, pero que dice, burlescamente, que no sabe si va a ser candidato.
Siempre hemos dicho que creemos en la posibilidad de una unidad política de oposición que aplaste a quienes nos llevaron hasta las puertas del infierno. Lo hemos dicho porque el cambio es nuestro deseo y porque es el anhelo de millones de bolivianos atormentados por tantos años de ignorancia, incapacidad y de asalto a los recursos del Estado y la propiedad privada.
Pero el populismo masista y la izquierda afirman que la mal llamada “derecha”, multiforme y heterogénea, (democristianos, socialdemócratas, nuevos liberales, movimientistas, miristas, neo adenistas, “FRItangos”, “granadistas”, “ponchos rojos”, kataristas, manfredistas, “chiístas”, republicanos, hasta los de la Inteligencia Artificial y otros) es mucho menjunje para que pueda unirse. Eso lo sabíamos nosotros, pero quisimos creer a los precandidatos que buscarían la candidatura única para ganarle al MAS.
Quienes, desde hace más de dos décadas que le damos con garrote al MAS y a Evo Morales y sus jenízaros, veníamos clamando por la unidad. Y somos tan ingenuos que, en cada elección presidencial, creíamos que el candidato único iba a surgir. ¡Pobres aves! Tan imbéciles de creer que había sujetos que se presentaban a unas elecciones presidenciales porque amaban a la patria y que el poder personal no les importaba. Realmente hay que ser imbécil para creer algo así, como que hay que ser sinvergüenza para decir sin sonrojarse, que se es candidato por un amor sublime, excelso, incontenible, por la patria. Claro, todos amamos a la patria, yo la amo obviamente, pero eso es algo natural, no es nada que se tenga que ir pregonando por calles y plazas como un mérito, como un gesto excepcional. Ahora la palabra mágica de todos es la patria.
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Con los masistas el tema es más complejo, porque la mayoría no tiene el concepto cabal de “patria”. Su patria era el MAS. Su patria era Evo. Su patria no estaba más allá de su ayllu. ¿Y ahora, qué? Esa es la patria que los hace ministros, diputados, senadores, embajadores, directores. Es la patria que les da unos billetes que no han visto nunca. Es la patria que los hace personas y que no pueden perder en manos de los “karas”. Es la patria que les está devolviendo, en cuotas, dizque, toda la plata que blancos y mestizos se llevaron del Cerro Rico. Entonces están amando a la patria más que los de la “derecha”; esos la venden, son los “vende patria”, que ya han conocido los placeres del poder, aunque no saben, que, asimismo, han sufrido la enorme desgracia de perderlo. Esa desgracia de perder el poder, que puede acontecerles a ellos, y que no lo quieren ni pensar.
Esperemos que el tiempo que resta sea el cernidero que nos lleve al candidato único. Quedan tres meses y medio por delante y nada se puede prever entre la montonera de siglas y postulantes de la “derecha”, todos amantes de la patria, y los “tres mosqueteros” del populismo que no tienen a un D°Artagnan que los salve de tener que rendir cuentas al país, por tanta fechoría que están cometiendo contra la patria que dicen amar y que ignoran hasta su significado.