Fuente: Visión 360
En 2001, la Alcaldía de La Paz inició un programa para educar sobre la función e importancia del, constantemente ignorado, paso de cebra. La idea fue tomada de otras iniciativas en la región, pero en menos de cinco años se convirtió en uno de los símbolos de la ciudad y un ejemplo para el mundo. Sin embargo, las calles extrañan su presencia, a cuatro meses del inicio de este año.
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Concejales como Javier Escalier acusaron al ejecutivo municipal de descuidar el programa, mientras que el responsable de la Unidad de Fomento a la Ciudadanía de la Alcaldía, Wilder Rodrigo Siles Claros, rechazó esa afirmación; explicó que la iniciativa continúa, solo que ahora se encuentra en una etapa de preparación y capacitación de voluntarios.
“Actualmente, el programa Cebras está paralizado. Las educadoras urbanas dejaron las calles, los colegios y los hospitales de La Paz por la falta de previsión de la Alcaldía. A pesar de que en enero se lanzó una convocatoria, hasta la fecha no se ha remitido el convenio al Concejo Municipal, un paso fundamental para que podamos aprobarlo y permitir el regreso de las Cebritas. Llevamos casi cuatro meses del año y no hay avances concretos”, reclamó Escalier.
«No se remitió el convenio al Concejo, para que podamos permitir el regreso de las Cebritas»
Javier Escalier
Por su parte, Siles explicó a Visión 360 que lo que ocurre es parte del proceso normal del programa. En ese sentido, informó que ahora los voluntarios y responsables se encuentran en la etapa previa.
“Las Cebras Educadoras Urbanas, para poder actuar en las calles, necesitan capacitarse, ser evaluadas y aceptadas. La capacitación para los postulantes de esta gestión terminó el jueves 17 de abril y las evaluaciones se realizarán del 28 al 30 del mismo mes” indicó.
Agregó que, antes de que salgan a las calles, el Concejo Municipal de La Paz debe aprobar el convenio con una institución que brinda los voluntarios. Estima que esto se logrará a mediados de mayo.
Las Cebritas no podían dar órdenes, sino aconsejar.
Debían ser alegres.
Kathia Salazar
Sea la razón, no hay duda de que la ciudadanía extraña a los educadores. Ya sea en las visitas que realizaban a los centros educativos, en la ayuda que los transeúntes recibían cuando tenían que cruzar las caóticas calles de la ciudad o aplacando los alterados ánimos de choferes y peatones por igual.
“Antes, en el centro, siempre encontraba una cebrita que me ayudaba a pasar de acera, cuando lo necesitaba. Ahora tengo que esperar que alguien se compadezca”, explicó Carolina, de 72 años, a la altura de la plaza Venezuela, en El Prado.
“En los últimos años los choferes han vuelto a ser unos abusivos. Hay pocas cebritas que expliquen lo que están haciendo mal”, agregó Rolando, de 42.
Kathia Salazar, quien dirigió el programa entre 2007 y 2015 y se ganó el apelativo de Mamá Cebra, lamenta que el retraso en el regreso de los educadores a las calles provocara daños a la convivencia entre paceños.
“Hemos vuelto al caos, al desorden y la falta de respeto. Otra vez la ciudad vuelve a ser la de antes, lamentablemente. Las pocas veces que salen las Cebras lo hacen en pocos números y sin un acompañamiento verdadero por parte de las autoridades”, dijo a Visión 360.
Estos reclamos son una señal de la importancia que adquirieron estos educadores viales para la convivencia en la sede de Gobierno. Una importancia que se fue forjando cuando se vio que su utilidad va más allá de enseñar a respetar los pasos que llevan su nombre.
Sembradores de cambio
“Las Cebras nacen como una respuesta a la ciudad y el desorden en el que vive. Durante la gestión de Juan Del Granado se vieron diversas opciones de educación ciudadana y Pablo Groux, en ese tiempo parte del equipo de comunicación de la Alcaldía, viajó a Colombia, donde conoció al alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, que implementó un programa de ese tipo. Trajo la idea al país y, en 2001, nació el programa de las Cebras”, recordó Salazar.
El personaje no nació con la apariencia que tiene en la actualidad. Al inicio, en la etapa experimental, se utilizaba un cuerpo complejo, formado por dos personas.
“Ciertamente funcionó en llamar la atención de las personas, porque jugaban, se burlaban. De pronto no era tan efectivo en el tema de la educación, pero sí se logró captar la atención”, explicó Salazar.
Fue hace 20 años, en 2005, cuando debutó el traje de peluche actual. Fue también cuando la Alcaldía acudió a organizaciones como las fundaciones Arcoíris y Alalay para conseguir voluntarios. Fue también en ese periodo cuando comenzó a verse el potencial didáctico del personaje, una forma de enseñar a los paceños a ser, digamos, pacíficos los unos con otros.
En 2007 entra Salazar al programa y se cambia el enfoque. Se trabaja en unir al equipo, establecer una red de seguridad para proteger a los voluntarios de las personas más violentas y capacitarlos en cómo entregar el mensaje de la mejor manera.
“Decidimos que había que eliminar el pito y el lenguaje coercitivo. Las Cebritas no podían dar órdenes, sino aconsejar y explicar por qué algunas acciones eran negativas. Debían ser alegres, saludar siempre a todos. No fue fácil, hubo momentos en que recibimos amenazas y agresiones, pero fuimos avanzando”, agregó la Mamá Cebra.
Los datos del Concejo y del ejecutivo municipal avalan ese progreso. Siles reveló que se considera que los beneficios para la ciudad se agrupan en internos y externos. En los primeros se destaca la mejora en la calidad de vida de los voluntarios, de cómo ellos se capacitaron para prosperar cuando colgaban las crines.
“La educación que les brindábamos para que cumplan su papel era tanto artística como referente a la pedagogía y cómo interactuar con la gente. Se les preparaba para trabajar en equipo, para asumir liderazgo y gestionar situaciones complicadas”, dijo Salazar.
En el impacto externo que tuvieron los educadores urbanos, Siles indicó que “son un ícono de La Paz, son los educadores que mediante la alegría y el amor llegan mejor a la población, para poder concientizar, sensibilizar en temas que son parte de nuestro día a día”.
Por su parte, Escalier destacó que el papel de las Cebras va más allá del control vehicular. “Son agentes de cambio, sembradoras de valores, generadoras de esperanza”. “No estamos hablando solo de disfraces con rayas, estamos hablando de un modelo educativo que ha funcionado y ha hecho historia”, agregó.
Tal fue su éxito, que otras ciudades buscaron “importar” el modelo. Lo hicieron en Sucre, Tarija y Viacha. Los turistas llegaban y buscaban fotos con ellas o, de ser posible, ser una de ellas por un día, dando lugar a Cebra por un día, acción en la que los famosos se enfundaban en el traje.
«Dentro de poco, las Cebras volverán a las calles para continuar educando, concientizando»
Wilder Siles
Su importancia llegó, incluso, al punto de que, en algunos puntos de la ciudad, la Policía les delegaba su trabajo de ordenamiento vial. Siles y Salazar coincidieron en asegurar que las Cebras “no son agentes de parada”. Por lo que, en algún momento, se tuvo que quitarlas de rutas conflictivas, para evitar ese abuso.
La autoridad municipal aseguró que “dentro de poco, las Cebras volverán a las calles para continuar educando”. Sin embargo, Escalier denuncia que lo harán en menor número. Sea como sea, la población espera, con ansias, su regreso.