La cuenta regresiva del MAS


Mgr. Fernando Berríos Ayala /Politólogo

Al ser el poder político un elemento esencial del Estado, creado para el bienestar del hombre, el principio elemental debería rechazar la idea de creer que el poder es sinónimo de maldad, de explotación o de dominación. Por esa razón, en la ruta de conceptualizar al poder negativamente, la tendencia actual casi uniforme es que deba existir un cambio, del poder y de quienes vayan a ejercer ese poder. Es decir que, quienes vayan a ejercer la autoridad del Estado, sean quienes tienen el deber de dirigir a la sociedad hacia los fines por el cual se ha creado el Estado. Entonces, si el poder es un elemento tan esencial en el ejercicio de la autoridad, ¿Cómo podemos cambiar ese sentimiento general de negativismo hacia el poder actual?, la respuesta es simplemente que el poder, al estar ligado a la relación humana, debe dejar de ser eminentemente instrumental, tanto por sus efectos y por sus consecuencias, no debe estar estrictamente ligado a las acciones personales de quien detenta el poder, debe servir para hacer el bien y no para hacer el mal, pero como ha servido más para lo último, la mayoría de la población está cansada del uso degenerado del poder.



Como resultado, la demanda es que el poder político, como dirección del Estado, debe ser utilizado para el beneficio de la sociedad y para el cumplimiento de los fines colectivos, obedeciendo y respetando las reglas, así como los parámetros establecidos para ello. Pero contrariamente hay una corriente enorme que piensa que el poder se ha utilizado, solo para el beneficio de los anteriores y actuales gobernantes del MAS, porque se la ha ejercido contrariando las reglas, entonces no solamente nos encontramos ante un mal gobierno sino también ante la degeneración y mal ejercicio del poder político. Debido a este mal gobierno y a esa forma autócrata de ejercer el poder, se ha relacionado la idea del poder político con algo negativo, y ésta es la consecuencia más trascendental del ejercicio degenerado del poder, ya que aquello que deriva de la capacidad de dirección del Estado, se ha transformado en algo absurdo que atenta incluso a la libertad de los ciudadanos.

Mucho se ha escrito y mucho tiempo se ha dedicado para entender al poder, y en la mayoría de los casos, se concibe como un elemento negativo que pervierte al hombre. Un viejo adagio reza: “Si quieres conocer a un hombre dale poder” es el reflejo negativo del poder como agente degenerativo que corroe la representación política. “Todo poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Como consecuencia de los hechos históricos, en la actualidad la lucha del MAS por perpetuarse en el poder no es más que otra cosa que la lucha por servirse del poder. No es para nadie desconocido que quienes detentan circunstancialmente el poder actualmente, han transformado ese poder en instrumento para su beneficio propio, es el uso indebido del poder y de la autoridad que ejerce.

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Viene una enorme tarea por su dimensión, a pesar del concepto tan negativo que se tiene del poder, éste debe volver a ser uno de los elementos esenciales del Estado, y como no se puede convivir fuera del Estado, hay que asumir con los riesgos que el poder engloba, puesto que de lo contrario se tendría que optar por la eliminación del Estado. En conclusión, si los análisis son tan dominantes y el consenso es general sobre los males del MAS, la unidad de la oposición gira en torno a la primera verdad: “Hay que derrotar al MAS”. Estas palabras sintetizan el sentimiento socio-político, de la mayoría de los sectores de la población. Tuto y Samuel lideran el olimpo de la oposición, con más/menos ideas concretas sobre cambios en el poder, todavía queda tiempo y espacio para que los demás candidatos opositores se unan para cumplir con la demanda ciudadana y para no dispersar el voto que sólo favorece al MAS. Si el poder es en beneficio de la sociedad, se necesita un buen director del Estado, Samuel lleva la delantera en aquello.

Fuente: eju.tv