«Pepe» y Lucía, la pareja guerrillera que triunfó en democracia


José Mujica y Lucía Topolansky se enamoraron entre balas, cultivaron su amor en democracia y rompieron los moldes al gobernar Uruguay. Una vida de lucha y militancia que para «Pepe» terminó el martes en su humilde casa, al lado de su fiel compañera.

Foto de archivo del expresidente uruguayo José Mujica (izquierda) y su esposa, Lucía Topolansky, durante una conferencia de prensa en la sede del Frente Amplio en Montevideo el 27 de agosto de 2024.
Foto de archivo del expresidente uruguayo José Mujica (izquierda) y su esposa, Lucía Topolansky, durante una conferencia de prensa en la sede del Frente Amplio en Montevideo el 27 de agosto de 2024. © Pablo PORCIUNCULA / AFP/Archivos
Fuente: rfi.fr

Montevideo (AFP) – El expresidente que gobernó Uruguay de 2010 a 2015 falleció el martes a los 89 años, un año después de anunciar que padecía un cáncer. Topolansky, de 80 años y al igual que Mujica, una exguerrillera del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), lo acompañó firme hasta el final.

En el camino, tuvieron dos vidas de película.



Primero, una juventud en la guerrilla que intentó derrocar al gobierno de turno en Uruguay en la década de 1960 y principios de los 70, seguida por la tortura y prisión para ambos hasta el renacer de la democracia en 1985.

Apenas veinteañera, Topolansky se sumó en 1969 al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros dispuesta a desmontar el Estado «burgués» y se cruzó con Mujica en la clandestinidad.

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«Estábamos en un momento de mucho peligro. Y habíamos quedado solos. Y cuando usted vive mucho peligro, tal vez inconscientemente necesita el amor mucho más que comúnmente», dijo Mujica a la AFP en noviembre pasado.

La cárcel los separó. Sin embargo, al salir de prisión la relación continuó.

«Me fui a encontrar con Pepe (…) y al otro día nos pusimos a militar», rememoró Topolansky en charla con el canal Encuentro en 2021.

En libertad, «había que reorganizar todo desde cero», añadió, fiel a su estirpe militante.

Mientras protagonizaban el ascenso al poder de la izquierda en Uruguay, un país de 3,4 millones de habitantes dominado por la centroderecha hasta 2005, la pareja consolidó su relación en las afueras de Montevideo.

Entre mates, el cultivo de flores y el cuidado de sus perros, esa chacra en Rincón del Cerro se transformó en el refugio ideal.

«El mayor acierto»

El momento más icónico de su inusual camino al poder se dio durante la asunción de Mujica, cuando Topolansky le tomó juramento en su calidad de senadora más votada del país. Luego fue vicepresidenta de Uruguay de 2017 a 2020.

Durante la presidencia de «Pepe», la chacra se convirtió en lugar de peregrinación para políticos y personalidades internacionales que visitaban a la pareja, atraídos por su estilo de vida modesto y el mote del «presidente más pobre» que ganó Mujica.

Vivir con Lucía «es una dulce costumbre. Hablamos de política, de otras cosas, miramos fútbol, somos compañeros, somos amigos», comentó el exmandatario en entrevista con la AFP en 2014.

Más de una década después, en otro mano a mano en su casa con la AFP, el político repetía una de las máximas de su vida: encontrar a Lucía «fue el mayor acierto».

Militante hasta el final

Lucía, hija de una familia de buen pasar económica montevideana, y «Pepe», hijo de trabajadores agrícolas, se casaron tras décadas de convivencia.

Mucho antes de formalizar su unión, los políticos habían asumido otro compromiso, el de la militancia. Para Mujica eso significó no tener hijos.

«Me dediqué a cambiar el mundo (…) se me fue el tiempo» para tener hijos, dijo a la AFP.

Al llegar su partida, sus hijos políticos -como el actual presidente Yamandú Orsi – arroparon a Lucía.

Topolansky abrió este miércoles el cortejo fúnebre y recibió las condolencias durante el velatorio público en el Palacio Legislativo.

Lucía «está bien, con una fortaleza tremenda», dijo el cantautor uruguayo y amigo de la pareja, Mario Carrero.

«Quedó con un montón de tareas que le dejó (…)Él (Mujica) siempre consideró que el mejor dirigente es el que deja una barra que lo supera, y eso lo aplicó».

Sin Mujica y con la tarea de continuar tejiendo el complejo entramado de la izquierda uruguaya, Topolansky resguardará el legado de su esposo.

Ya en 2021 lo adelantó en su charla con Encuentro: «Mientras esté lúcida, voy a militar».