Que la suerte nos acompañe


El lunes no ha sido tan catastrófico como podíamos esperar; aún más, ha sido bastante bueno para la democracia de Bolivia, dentro de lo que era posible. Hubo algo que no tiene precio y de lo que todos los bolivianos sensatos debemos estar contentos: no se le permitió participar en las próximas elecciones a Evo Morales. A un sujeto ineficiente, tramposo, venal, que llevó a la quiebra al país, se le puso freno. Había cumplido de sobra con los períodos que permite la Constitución, por tanto, inhabilitado, puede quedarse cercado en el Chapare o escondido en una “casa de seguridad” o asilado en alguna embajada. Eso sí, si desde una embajada quiere alentar a la subversión, rompe con la norma internacional y arriesga al país que lo cobija.

Ahora, alejado el peligro mayor, hemos quedado derechas e izquierdas (no hay otra forma de identificarlos) más o menos parejas. Tres importantes fuerzas conservadoras por un lado (aunque el término no guste) y tres zurdo-populistas por el otro. Hay otras candidaturas cuyos partidarios se irán plegando donde más les convenga en los próximos tres meses, salvo que aparezca un Milei, que, a estas alturas, no podemos avizorar.



Así que volvemos a la muletilla de siempre: imposibilitado el candidato único, descartada la unidad, no queda, sino clamar por el voto útil. Eso va a suceder, tanto con la derecha como con el populismo post-Morales. ¿Cómo vamos a saber cuál es el voto útil si cada encuestado va a decir que es él? Las encuestas serán de relativa confianza siempre que no estén pringadas con el tejemaneje de los interesados. Tendrán mayor credibilidad las empresas grandes, las multinacionales, que, ya sabemos, tienen también unos errores memorables.

En vista de eso, el voto ciudadano se va a ir decantando a medida que avance la campaña. El candidato más ducho, el mejor asesorado, el más arrojado, el de mayores condiciones, irá captando votos como ya lo hemos visto en anteriores ocasiones. Y también, por qué no, el candidato que tenga la suficiente espalda como para soportar los gastos de una campaña que durará más de medio año, porque hay que contar que la campaña se inició hace tres meses.

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Me parece obsceno pensar que Del Castillo pueda ganar luego de haber sido ministro del peor gobierno de la Historia de Bolivia. Mas, con tanta ignorancia, todo puede suceder. Andrónico puede alzar algunos votos del evismo rendido más los propios que ha cosechado, pero no como para ganar o tan siquiera disputar un balotaje. Y doña Eva Copa, extrañamente acompañada a última hora por el sibilino Richter, no sabemos si podrá dar guerra, salvo que se pliegue a uno de los otros dos candidatos del post-evismo.

En cuanto a la derecha, Tuto Quiroga y Samuel Doria parecen ir rumbo a la meta hocico con hocico, como en las carreras de caballo, acosados por Reyes Villa. O a la inversa, Reyes Villa sintiendo el resuello en las orejas de los otros dos. De los restantes candidatos no sabemos qué se puede esperar. Curiosamente, el señor Chi, que en todas las encuestas le ganaba a Reyes Villa, ahora resulta que se confió en los partidos, y que, sin poderse inscribir, no lo dejaron ni ingresar a la Corte Electoral. Debe ser el más infeliz de los candidatos porque obrar con mentalidad asiática en un país de cholos pendejos es caer, uno por uno, por los nueve círculos del infierno de Dante.

Mucho dependerá de la calidad de los candidatos a ocupar curules en el Parlamento. No conocemos las listas de senadores y diputados, pero pensamos que, en los próximos tres meses, deberán tener una labor de acción popular más que de discurso de plaza. Ojalá, aunque lo dudamos mucho, que los parlamentarios que optarán ahora para ganarse sus escaños sean mejores que los iletrados masistas de la gestión que concluye, que fuera de mascar coca y ver TikTok, no sirvieron, sino para cobrar puntualmente sus sueldos.