La jornada estuvo marcada por la ausencia masiva de votantes, en una clara demostración de repudio y desconocimiento hacia el régimen. La oposición reportó una participación del 12,56%, mientras que el CNE chavista aún no se pronunció.
Por Lucas Goyret
Fuente: Infobae
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Calles desiertas, centros de votación vacíos… Esa fue la imagen de Venezuela durante toda la jornada de este domingo. Una jornada en la que el régimen de Nicolás Maduro sufrió una histórica abstención en una nueva farsa electoral para renovar 24 gobernaciones, 285 diputados y 520 legisladores regionales. Pero el estruendoso silencio de la población fue más fuerte que cualquier anuncio del Consejo Nacional Electoral (CNE), o que cualquier declaración estridente de la cúpula de la dictadura.
Pese a las constantes amenazas y hostigamientos -en especial a los empleados públicos-, la gente le volvió a dar la espalda al dictador. Le dijo “no” a su show electoral; uno más en su larga lista desde que llegó al Palacio de Miraflores.
Pero Maduro recibió el primer golpe de realidad el pasado 28 de julio, cuando Edmundo González Urrutia lo venció -con actas en mano- por más de 30 puntos. Como era de esperarse, el dictador desoyó la voluntad popular y se proclamó ganador de los comicios presidenciales sin ninguna prueba que certificara tal victoria. Ni siquiera su servil CNE pudo mostrarle al mundo registros concretos que acreditaran un triunfo del chavismo. Bastó con un frío anuncio aquel domingo por la noche para dar por cerrada la jornada y cumplir con la orden que llegaba desde Miraflores: proclamar ganador al dictador.
La dictadura quedó muy expuesta ese día, y se supo más débil. Por eso, en su afán de perpetuarse en el poder, el dictador emprendió, una vez más, un amplio esquema represivo contra la oposición y contra todas aquellas personas que discutieran el resultado electoral.
Más específicamente, la participación fue del 12,56%, según los datos divulgados por el Comando Venezuela. En esa línea se pronunció la firma Meganálisis, que también ubicó la participación en poco más del 12%.
Para encontrar una cifra tan baja hay que viajar al 2005. En aquellos comicios parlamentarios, con Hugo Chávez todavía en el poder, la participación fue de poco más del 25%.
El dato de este domingo es aún más revelador si se tiene en cuenta que en el fraude electoral del 28J, la participación fue de casi el 59%. Ese día, millones de venezolanos se movilizaron a pesar de las dificultades que instaló el régimen para expresar mediante el voto su respaldo a la candidatura de González Urrutia. Queda en el recuerdo aquella imagen de María Corina Machado desafiando a las fuerzas de seguridad recorriendo en moto las calles de Caracas y recibiendo la ovación de los votantes en cada uno de los colegios electorales.
Este 25 de mayo, el escenario fue distinto. La población respaldó el llamado al boicot y vació las calles y los centros de votación.
Consciente de este escenario, el dictador este mismo domingo adelantó su intención de reformar el sistema electoral, en lo que representará una nueva arremetida contra la democracia venezolana: “Tengo una idea que le estoy dando vuelta la cabeza, que es perfeccionar el sistema electoral general (…) que se cree el sistema electoral de los circuitos comunales. Que se haga una reingeniería de todo, dónde la gente vota, cómo vota la gente, para actualizar”.
Maduro sabe que los venezolanos definitivamente le dieron la espalda, y lo único que le queda es la represión para sostenerse en el poder.
Por eso hoy María Corina Machado destacó la “valentía” del pueblo, de no movilizarse pese a las amenazas y los chantajes: “Venezuela venció el miedo”, afirmó.
O como dijo Edmundo González: “Un acto de coraje cívico. Una declaración silenciosa, pero contundente, de que el deseo de cambio, dignidad y futuro sigue intacto”.
Ni siquiera los datos incomprobables del CNE pudieron tapar el fracaso estrepitoso del chavismo en su farsa electoral. Pasadas las 12 horas de votación, el presidente del ente electoral, Elvis Amoroso, anunciaba una prórroga del proceso “en virtud de la gran afluencia de electores”. Pero lo cierto es que los centros de votación estaban igual que como se los vio durante todo el día: vacíos.
En este contexto, la abstención de este domingo adquiere también una dimensión política. No se trata solo de una falta de motivación, sino de un rechazo explícito al sistema electoral como herramienta de legitimación de una dictadura. Un sistema que, por ejemplo, para no repetir lo del 28J, decidió eliminar el código QR de las actas, herramienta clave para verificar su autenticidad. Además, nuevamente el régimen no permitió la participación de observadores internacionales independientes.
De modo que lo que se disputaba en esta farsa electoral no era el control de gobernaciones o curules parlamentarios -ya que cada cargo será decidido a dedo por el dictador-, sino la legitimidad del régimen. A falta de reconocimiento externo y de apoyo interno, el chavismo se ve obligado, una vez más, a sostener una narrativa de normalidad institucional que no se sostiene ni en cifras de participación ni en garantías democráticas.
La oposición, mientras tanto, con María Corina Machado y Edmundo González a la cabeza, apuesta a que la comunidad internacional mantenga la presión y no convalide estos comicios como expresión de soberanía popular. Ya lo aclararon muchos venezolanos este domingo: “Yo ya voté el 28 de julio”. Lo que sigue pendiente es su reconocimiento y aplicación.
Por eso, el presidente electo renovó este domingo su llamado a la comunidad internacional: “Les pido que leamos bien este momento. El país cambió. Ya no se conforma con promesas de poder momentáneo. El país está anclado en una fuerza invencible: la de un pueblo decidido a recuperar su libertad”.
“Estos son los últimos coletazos de una era que se cierra, de un sistema que colapsó. No les queda nada, ya ni plata tienen. Les queda el miedo, sí. Ellos intentan sembrar el miedo, pero hoy tienen miedo. Yo duermo tranquila. Te aseguro que ellos no, porque se tienen miedo entre ellos”, dijo María Corina Machado durante una entrevista a Infobae, horas antes del show electoral de este domingo.
De esta manera, en la Venezuela de 2025, la abstención ha dejado de ser una estadística para convertirse en un gesto político. En un país donde las urnas se vacían mientras las cárceles se llenan, negarse a votar puede ser, paradójicamente, una de las formas más elocuentes de ejercer la ciudadanía y de darle la espalda a una dictadura que lleva años cometiendo los más atroces crímenes de lesa humanidad.