EVO EL SUPREMO: “Bolivia no va a prosperar, mientras se permita que un solo hombre chantajee a millones. No habrá estabilidad si no hay justicia. No habrá futuro mientras se tolere que se bloquee el país cada vez que Evo Morales no obtiene lo que quiere”. Editorial del Diario El Día.
Vamos hacia un proceso electoral caótico en un país desaliñado, que ha estado bajo el dominio del MAS desde hace veinte años y donde todo está complicado por los enfrentamientos de los políticos populistas y los de los opositores entre ellos mismos y eventualmente contra los masistas.
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Para peor, leí por ahí que los sectores de izquierda se han unido y buscan construir un frente común y tener un candidato único. Asimismo, que ellos han comprado el apoyo de los sectores de la derecha, quienes se comprometen, nada es gratis, mantenerse divididos para garantizarles el triunfo.
Lo único que queda claro es que el próximo gobierno, cualquiera que este sea y que surja en las urnas, deberá enfrentar una “bomba de tiempo”, con una población dividida, políticos enfrentados, una economía y un aparato productivo destrozado, sin reservas de gas y petróleo, ni reservas internacionales, con inflación creciente, una deuda insostenible y subsidios que ya no se pueden pagar.
En el país existe una total inseguridad jurídica y la población por su experiencia cotidiana tiene una total desconfianza hacia las instituciones, especialmente por la justicia.
Tenemos una crisis que no solo es económica, sino también social y moral, por lo que se necesita un líder y un equipo con el coraje de decir la verdad y tomar decisiones valientes.
Es urgente que la ciudadanía, velando por sus intereses de supervivencia acompañe este difícil trance, que llevara su tiempo y no claudique en su apoyo al equipo gobernante para encontrar soluciones estructurales.
Decidir hacia dónde vamos. Los ciudadanos debemos unirnos y actuar para conseguir nuestras metas.
“Bolivia no es pobre. Ha sido empobrecida por un Estado que castiga al que trabaja, asfixia al que produce, persigue al que emprende y premia al que bloquea. Bolivia es un país donde un impuesto es una multa por hacer las cosas bien”. Jaime Dunn
La oposición, fragmentada, sin un liderazgo fuerte, ha sido incapaz de articular una alternativa seria y valiente. Tenemos que entender y asumir que Bolivia no va a cambiar, no va a prosperar, mientras se permita que un solo hombre chantajee a millones. No habrá estabilidad si no hay justicia. No habrá futuro para los ciudadanos en su conjunto, mientras toleremos que se bloquee el país cada vez que Evo Morales no consigue lo que quiere.
Evo tiene su propuesta identitaria que acuna a sus seguidores: Populismo, centralismo, racismo, coca, pichicata y contrabando. Esto funcionaría, pero es insostenible en un mundo democrático.
Hace unos días el Narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, que sabe de su oficio, manifestó al respecto: El narcotráfico sustenta a Bolivia. “En Bolivia, lo he dicho antes, el narcotráfico es el crecimiento del país. El país se sustenta de eso, así que entre fantasmas no nos vamos a pisar las sábanas”.
Ante esto los bolivianos demócratas, necesitamos unirnos y tener una propuesta política y económica que de seguridad y viabilidad al país.
El Estado Sexi. Extracto de un Editorial del Diario El Día.
Evo Morales sexualizó el poder, lo vulgarizó, él consiguió (determinó) que pertenecer al gobierno fuera la única vía rápida al ascenso social. Mientras el sector privado enfrentaba regulaciones asfixiantes, extorsiones, inseguridad jurídica e impuestos abusivos, los cargos públicos ofrecían estabilidad, ingresos jugosos y total impunidad.
El mensaje fue claro: El éxito no está en emprender, producir o crear, sino en arrimarse al poder.
Hoy, ser parte del aparato estatal es sinónimo de enriquecimiento ilícito, protección política, impunidad, privilegios desmedidos y poder sin rendición de cuentas.
El Movimiento al Socialismo (MAS) convirtió al Estado boliviano en una maquinaria perversa de premios para leales, en un afrodisíaco para mediocres y en un botín para los amigos del poder. El “Estado sexy” ya existe y ha sido uno de los instrumentos más dañinos del modelo masista.