En 2015, Tarija reportó 3.458 casos de embarazo adolescente. Nueve años después, en la gestión 2024, esa cifra descendió a 800 casos, según datos oficiales del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges)
Fuente: El País.bo
Cada semana, en promedio, cinco niñas y adolescentes quedan embarazadas en el departamento de Tarija, según cifras de enero a abril de este año. Algunas tienen apenas 10 años. Son niñas que aún juegan con muñecas, pero que hoy cuidan a sus bebés. Un drama que, pese a la disminución de casos en los últimos años, mantiene en vilo a autoridades, instituciones y a toda una sociedad que aún no logra erradicar una de sus más dolorosas realidades, el embarazo infantil.
Una cifra que duele
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En 2015, Tarija reportó 3.458 casos de embarazo adolescente. Nueve años después, en la gestión 2024, esa cifra descendió a 800 casos, según datos oficiales del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges). La directora de esta institución, Esther Valencia, reconoce que este descenso es alentador, pero advierte que no se puede bajar la guardia.
“De esos 800 casos, 45 corresponden a niñas entre 10 y 12 años. Niñas embarazadas, niñas que han dado a luz a otros niños. Esto debe llamarnos la atención”, manifestó.
Valencia explica que la mayoría de estos casos en edades tan tempranas son producto de agresiones sexuales, mientras que en adolescentes mayores (13 a 19 años), predominan factores vinculados a la falta de educación sexual, ausencia de acompañamiento familiar y la natural exploración de su desarrollo biológico.
La niñez interrumpida
Las adolescentes embarazadas son atendidas a través del Centro de Promoción y Atención Terapéutica Integral (Cepat), dependiente del Sedeges. Sin embargo, la atención no basta. La maternidad temprana implica una ruptura profunda en sus proyectos de vida.
Valencia menciona que muchas de estas jóvenes ya no pueden retomar sus estudios ni pensar en una carrera profesional, ya que su prioridad pasa, es cuidar a sus hijos.
El drama no termina ahí. Existen casos en los que los embarazos derivan en mortalidad materna, pues los cuerpos de niñas menores de 15 años no están preparados físicamente para gestar. “Son cuerpitos que todavía estaban creciendo, no listos para ser madres”, señala, a tiempo de hacer referencia que entre los casos del 2015 se registraron decesos.
Embarazos y rostros rurales en 2025
Hasta abril de 2025, el Sedeges reportó 84 nuevos casos de embarazo adolescente en Tarija. La mayor incidencia se encuentra en municipios como Villa Montes, y zonas rurales como Uriondo, Yunchará y Entre Ríos. En estas regiones, la falta de acceso a servicios de salud, educación sexual y oportunidades de desarrollo agudizan el problema.
Además, Valencia señala que hay una alerta que pocos mencionan, y es la posibilidad de que parte de los embarazos no deseados no se reporten porque culminan en abortos clandestinos, lo que podría ocultar la verdadera magnitud del problema.
Un fenómeno nacional
A nivel nacional, el Ministerio de Salud y Deportes confirmó una disminución sostenida del embarazo adolescente entre los años 2015 y 2023. Según el Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS), en 2015 se reportaron 82.416 embarazos en menores de entre 10 y 19 años; para 2023 la cifra bajó a 32.660, es decir, una reducción del 60%.
La técnica de la Unidad de Redes de Servicios de Salud, Alexia Paredes, a finales del 2024, explicó que esta baja se debe a varios factores, la implementación de orientación en salud sexual y reproductiva, la disponibilidad de métodos anticonceptivos gratuitos a través del Sistema Único de Salud (SUS), y el fortalecimiento de los proyectos de vida en adolescentes.
“Mientras más información posean, más se demoran en iniciar su vida sexual. Esa es la clave”, destacó Paredes en conferencia de prensa.
Historias que no deben repetirse
Cada cifra representa una historia. Una niña que no llegó a terminar la escuela, que carga con responsabilidades impuestas, muchas veces sin entender cómo llegó a ese punto. Un embarazo infantil no es una elección, es una vulneración de derechos.
Si bien Tarija ha dado una muestra de avance para disminuir estos casos, queda en evidencia que el camino está lejos de completarse. Cabe señalar, que este tipo de casos suelen suceder con mayor frecuencia en comunidades de los pueblos indígenas.
El director ejecutivo del Fondo de Población de la ONU (UNFPA), Babatunde Osotimehin, a tiempo de hacer un llamado para poner fin al ciclo de embarazos infantiles, mencionó que requiere el compromiso de las naciones, las comunidades y las personas, tanto en países en desarrollo como en países desarrollados, de invertir en la educación de niñas y adolescentes.
Educación y prevención, la deuda pendiente
Pese a los esfuerzos institucionales, la prevención sigue siendo débil y desigual. Las campañas educativas no siempre llegan a las zonas rurales y muchas veces carecen de enfoque integral. A esto se suma la estigmatización social que aún pesa sobre las jóvenes embarazadas, lo que muchas veces las empuja al abandono escolar y a la exclusión comunitaria.
Desde el Sedeges, se insiste en la necesidad de trabajar articuladamente entre Gobernación, Ministerio de Salud, gobiernos municipales y el sistema educativo. Pero también, reconocen que se requiere una mayor participación de las familias y de la comunidad.
Fuente: El País.bo