La minería de tierras raras aumenta la presión sobre indígenas en aislamiento


Dos proyectos de prospección (Rincón del Tigre y Manomó) que se realizan en territorios indígenas pueden provocar el desplazamiento de ayoreos en situación de aislamiento voluntario. Observan falta de voluntad política para protegerlos

Freddy Lacio Fernández

Fuente: eldeber.com.bo



En las selvas profundas del Chaco boliviano y las extensas áreas boscosas de la Chiquitanía viven pueblos indígenas que han decidido mantenerse al margen del resto de la humanidad. Son los denominados Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV), cuyas vidas hoy enfrentan una amenaza silenciosa y persistente: la minería de tierras raras, impulsada en nombre de la transición energética global, pero sin contemplaciones con quienes habitan esos territorios.

“El Estado boliviano ha comenzado a impulsar proyectos de prospección de minerales tecnológicos en al menos 17 puntos del país desde 2022 y 2023”, explica Miguel Vargas, director del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS). “Estos proyectos se ubican en zonas donde viven pueblos indígenas altamente vulnerables. La minería de tierras raras, lejos de ser una alternativa sostenible, es una actividad de gran escala y muy especializada, que requiere la remoción masiva de suelos, afectando aún más a estos pueblos en contextos ya deteriorados por la deforestación y los incendios”.

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El Proyecto Rincón del Tigre, en el Pantanal chiquitano, y el Proyecto Manomó, en San Ignacio de Velasco, ambos en el departamento de Santa Cruz, desarrollados por la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) y con avistamientos de PIAV Ayoreo, son ejemplos concretos de estas exploraciones. Lo alarmante, según Vargas, es que estas actividades no consideran —ni de manera técnica ni política— la existencia de indígenas en aislamiento voluntario.

De la Cruz, Alarcón y el director del Cejis, Miguel Vargas
De la Cruz, Alarcón y el director del Cejis, Miguel Vargas

 

A pesar de que la Constitución Política del Estado reconoce el derecho a la consulta previa, la Ley de Minería aprobada en 2014 excluye esta obligación en fases de prospección, precisamente la etapa que ahora se está impulsando. “El gobierno está repitiendo un patrón histórico: ver a los territorios indígenas como depósitos de recursos, útiles para paliar la crisis económica o energética, sin considerar las implicancias humanas y culturales de esas decisiones”, sostiene Vargas.

La amenaza no es exclusiva de Bolivia. En el vecino Paraguay, donde también habitan pueblos ayoreos, la situación es igual de crítica. Para Miguel Ángel Alarcón, director de la organización Iniciativa Amotocodie, la lucha por los derechos de los pueblos indígenas en aislamiento “es, en esencia, una lucha por la vida misma”. Según él, estos pueblos sobreviven en los últimos rincones donde aún existen bosques biodiversos capaces de sostener sus formas de vida. Pero la presión sobre sus territorios ha escalado de manera alarmante.

“El oro, la extracción ilegal de madera y ahora la minería de tierras raras están reduciendo el espacio vital de estos pueblos, Esos territorios están siendo arrasados por grupos sin conocimientos técnicos ni respeto ambiental, muchas veces amparados por la inacción o complicidad estatal. Las leyes existen, pero falta voluntad política para aplicarlas”, dice Alarcón.

En este escenario, Luis María de la Cruz, también de Amotocodie, subraya tres condiciones básicas para revertir esta amenaza: reconocer oficialmente a los PIAV, garantizar sus territorios extensivos, y sobre todo, actuar en consecuencia. “No basta con decir que existen o con hacer estudios de campo. Se trata de garantizar su derecho a vivir como ellos deciden, proteger los territorios que habitan y evitar su invasión por intereses económicos ajenos”, explica.

El riesgo más grave, advierten los expertos, es la desaparición silenciosa de pueblos enteros. Una desaparición que no será por violencia directa, sino por desplazamiento, contaminación y destrucción del hábitat.

El reconocimiento legal, aunque insuficiente por sí solo, es un punto de partida crucial. Porque si bien la existencia de un pueblo en aislamiento no depende del reconocimiento formal, su protección sí lo hace.

Las naciones indígenas piden atención, que se reconozca el derecho de sus hermanos aislados a vivir en paz y es una responsabilidad compartida lograr que eso se respete.

Sobre el tema

Sudamérica. De los 188 registros de pueblos indígenas en aislamiento en Sudamérica, solo 60 han sido reconocidos oficialmente por sus Estados.

Caso boliviano. En Bolivia, apenas 10 pueblos han sido reconocidos oficialmente como PIAV, pese a reportes de presencia o avistamiento de grupos ayoreos en el Chaco, y de chácobos y tacanas en la Amazonía norte del país.

Tierras raras. Las tierras raras son 17 elementos químicos que comparten propiedades magnéticas y electroquímicas, que son cruciales para la energía renovable y la tecnología digital.