En 2018, Marta Carsteanu-Dombi sufrió un grave accidente durante una competencia. Ahora, logró ponerse de pie con ayuda de un dispositivo que conecta un implante en el cerebro a un estimulador. El método aún está en fase de ensayo clínico.
Fuente: Infobae
En 2018, Marta Carsteanu-Dombi participaba en una carrera cuando un accidente en el tramo de ciclismo cambió por completo el rumbo de su vida.
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El golpe fue devastador: ocho costillas rotas, hemorragia interna, pulmones perforados y una lesión en la médula espinal que interrumpió toda conexión nerviosa con la parte inferior de su cuerpo. Los médicos fueron tajantes: no volvería a caminar.
A más de seis años de aquel diagnóstico, con ayuda de una innovadora tecnología desarrollada en Suiza, logró dar sus primeros pasos utilizando solo un andador, sin arnés, impulsada por una voluntad que se mantuvo firme incluso en los momentos más oscuros. Detrás de este logro se encuentra una solución médica conocida como “puente digital”. El dispositivo conecta de forma inalámbrica un implante colocado en la corteza motora del cerebro con un estimulador ubicado en la médula espinal.
El objetivo: restaurar, a través de inteligencia artificial y señales eléctricas, la comunicación interrumpida entre cerebro y músculos. El resultado: un nuevo canal que permite que las personas con parálisis puedan mover sus extremidades simplemente con el pensamiento.
Aunque los resultados aún se encuentran en fase de ensayo clínico, la tecnología entusiasma a los expertos.
“Ahora, con estos implantes, soy una auténtica Ironwoman”, declaró con ironía y orgullo.
Un camino de investigación que comenzó hace más de una década
La tecnología fue desarrollada por el neurocientífico francés Grégoire Courtine y la neurocirujana suiza Jocelyne Bloch, quienes lideran el centro de investigación NeuroRestore, una colaboración entre el Instituto Federal Suizo de Tecnología y el Hospital Universitario de Lausana. Desde 2012 trabajan en sistemas que reestablecen el control motor en personas con lesiones medulares. Su laboratorio, ubicado cerca del lago Lemán, es hoy un referente mundial en neurotecnología aplicada.
La primera etapa de su trabajo consistió en implantar dispositivos de estimulación en la médula espinal de pacientes con parálisis. Estos dispositivos, controlados mediante botones, permitieron que varias personas se pusieran de pie, caminaran con asistencia y hasta levantaran pesas. Pero el siguiente paso fue aún más ambicioso: establecer una conexión directa entre el cerebro y la médula para activar el movimiento sin necesidad de botones externos.
“Nuestro objetivo es evitar la lesión mediante una conexión digital directa entre el cerebro y la región de la médula espinal que controla el movimiento de las piernas”, explicó Courtine.
El procedimiento comienza con la implantación de un pequeño dispositivo de titanio en el cráneo del paciente, justo sobre la corteza motora. Este implante cuenta con 64 electrodos que capturan la actividad cerebral relacionada con la intención de moverse. Una computadora equipada con algoritmos de inteligencia artificial traduce esas señales en comandos eléctricos, que luego se transmiten al estimulador de la médula espinal. Todo este proceso ocurre en menos de un segundo.
Cuando Carsteanu-Dombi se unió al ensayo clínico, era la paciente más gravemente afectada, según los expertos. No solo había perdido toda sensibilidad de la cintura hacia abajo, sino que no podía mantener el equilibrio ni sentarse por su cuenta. “Debo haber tenido una colisión bastante fuerte porque mi columna básicamente se rompió, como en dos dimensiones”, relató sobre el accidente.
Después de la cirugía en la que le implantaron el puente digital, comenzó una intensa rutina de entrenamiento con ingenieros y fisioterapeutas para calibrar la estimulación necesaria para que sus músculos respondieran. Parte del desafío incluía pensar en moverse de forma precisa y constante para que la inteligencia artificial pudiera identificar esos patrones cerebrales. Usó primero un avatar para practicar y entender qué significa, desde el pensamiento, dar un paso. ¿Es mover la cadera o levantar la rodilla?
Luego de dos jornadas de preparación, con un arnés que soportaba parte de su peso corporal y el acompañamiento del equipo médico, logró dar pasos usando únicamente su mente para activar las piernas paralizadas.
“No está cambiando mi día a día de una forma que la gente podría pensar: ‘Oh, está recuperando la vida que tenía antes’. Mientras me haga sentir bien, poder levantarme y abrazar a mi esposo o a alguien a quien quiero, eso significa mucho”, reflexionó Carsteanu-Dombi.
Más allá de las piernas: restaurar el movimiento de los brazos
La tecnología no solo fue aplicada a casos de parálisis en las piernas. El periodista suizo Arnaud Robert, paralizado desde el cuello hacia abajo tras un accidente en hielo, se convirtió en uno de los primeros pacientes en probar el puente digital para recuperar el uso del brazo izquierdo.
A diferencia del movimiento de las piernas, los brazos —y especialmente las manos— implican un control mucho más fino. “La mano es complicada, con todos estos pequeños músculos diferentes. Es muy sutil”, explicó Bloch.
Después de ocho meses de trabajo en el laboratorio, Robert pudo volver a usar su mano izquierda para realizar tareas básicas como sostener un vaso o escribir. “Hay un largo camino por recorrer para que sea funcional para todos los tetrapléjicos del mundo. Pero sin duda fue un éxito, porque veo que puedo hacer cosas que antes no podía”, afirmó.
De manera inesperada, tanto Robert como Gert-Jan Oskam, otro paciente del ensayo, comenzaron a mostrar mejoras motoras incluso cuando el sistema estaba apagado. Para entender por qué ocurría esto, el equipo realizó estudios en animales y encontró algo sorprendente. El entrenamiento intensivo con el puente digital habría estimulado el crecimiento de nuevas conexiones neuronales.
“Empezaron a crecer nuevos nervios”, explicó Courtine. “Y crecen en un tipo muy específico de neurona, especialmente capacitado para reparar el sistema nervioso central”.
Bloch advirtió que el grado de regeneración depende del tipo de lesión. “Si se trata de una lesión medular completa, será difícil que vuelva a crecer. Pero, de hecho, algo está sucediendo”, sostuvo.
El desarrollo del puente digital abre una puerta que hasta hace poco parecía cerrada. Aunque los resultados aún se encuentran en fase de ensayo clínico, la tecnología entusiasma a los expertos.