Seis policías que sobrevivieron a las pedradas, golpizas, vejaciones y el secuestro del que fueron víctimas por parte de los bloqueadores afines a Evo Morales, el 11 de junio, en el municipio potosino de Llallaga, relataron que su proeza se dio gracias a la mediación de una doctora y la pericia de un teniente, que rogó y convenció a los comunarios que no los dejen morir igual que a su camarada, el sargento de Bomberos, José Alberto Mamani Morales.
Uno de los héroes de sus camaradas relató que tuvo que pagar 1.000 bolivianos para alquilar una camioneta, con la cual logró extraer, él solo, a cinco de sus compañeros, que permanecían como rehenes en la comunidad la población de Janko Calani, en el sector de Aguas Calientes. Todo, luego de que el sargento primero Mamani Morales agonizó por varias horas y murió al interior de un cuarto, donde los retuvieron desnudos, con el fin de intercambiarlos por bloqueadores detenidos.
El teniente de nombre Miguel A. R. P., relató que la extracción se dio sin autorización de sus superiores, quienes le dijeron que no podían arriesgar la vida de otros policías y que no tenían patrullas u otros recursos para el rescate.
Relato
“Buenos días queridos camaradas, primero quiero agradecer por toda su ayuda moral, espiritual y económica, gracias camaradas, hermanos y hermanas. De antemano, espero que se encuentren bien de salud. Dios y la virgencita de Copacabana los cuide siempre y nos proteja de toda desgracia, yo me encuentro internado en la CNS (Caja Nacional de Salud) en la ciudad de Cochabamba, producto de los enfrentamientos en Llallagua, donde fui tomado como rehén de los bloqueadores, me hicieron de todo, recibí golpes y pedradas en la espalda y cabeza, que no me están dejando caminar bien…”, así inicia el relato del teniente Miguel.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
A continuación, el uniformado detalla lo sucedido ese día, durante los operativos de desbloqueo que iniciaron a las 10.00 de la mañana, en un punto cerca a la población de Aguas Calientes, donde ocurrió un enfrentamiento. “Empezamos a avanzar y los bloqueadores se encontraban en los cerros y desde ahí empezaron a tirarnos piedras y cachorros de dinamita y la carretera se encontraba llena de piedras”, recordó el teniente.
Los grupos de policías pertenecían a diferentes unidades de Cochabamba, La Paz y Oruro. En determinado punto, verificaron que unos 10 bloqueadores arrojaban piedras grandes al contingente y las patrullas. Ese momento, tomaron una decisión que luego les costaría.
“Subimos al cerro con un escudero y tres morraleros e hicimos bajar a esos bloqueadores, cuando llegamos a la altura del puente las camionetas con las flotas pasaron volando y nosotros quedamos rezagados, casi últimos, ahí nos encontramos con el coronel Franz Ortega Arias, el sub comandante de Oruro y el subteniente (Carlos) Chuncho y el ayudante, ellos estaban en la retaguardia con unos cuantos elementos más y nosotros llegamos ahí a apoyar con los últimos gases que teníamos”, detalló el oficial.
Fue durante esas acciones que los contingentes que estaban al frente y en la retaguardia se alejaron de su posición, debido a que ellos eran emboscados en diferentes puntos. Entonces, el grupo de policías rezagado supo que estaban rodeados, solos y a su suerte.
Mientras trataban de huir, las pedradas llegaban desde los cerros y cuando fueron acorralados los policías fueron golpeados por decenas de bloqueadores, quienes los interrogaban sobre quién los mandó a esa zona. “Aquí van a morir”, los amenazaron.
“Fueron momentos donde tuve que rogar por mi vida, decir ‘por favor no me maten, tengo hijos’. Realmente es una desesperación que no quisiera que a nadie le pase y ahí nos hicieron desvestir, nos quitaron el uniforme y el equipo policial y lo quemaron delante de nosotros: cascos, chalecos, uniformes y botas y nos quitaron nuestros teléfonos, billeteras y todas las prendas personales”, continúa la narración del teniente Miguel.
Entre los uniformados secuestrados, además del teniente Miguel estaba su compañero de curso, Wilson Colque Laura; los subtenientes Carlos Chuncho Andrade y Milton Baltazar Calle; además de los sargentos Gabriel Calle Troncoso, Iván López Portillo y el miembro del Batallón de Bomberos, sargento primero Jesús Alberto Mamani Morales.
Los comunarios y bloqueadores se preguntaban entre ellos, qué es lo que harían con sus rehenes, ante lo cual alguien propuso que servirían para intercambiarlos con los detenidos. Los uniformados relataron que, para ese fin, ellos fueron llevados a una comunidad a 800 metros de donde fueron capturados, en la comunidad Janko Calani.
“Ahí estuvimos en calidad de rehenes desde las 13.00 más o menos, hasta las 23.00 de ese día. En el transcurso, el sargento Mamani Morales empezó a vomitar sangre por la boca, harta sangre, y les decía a los comunarios que le auxilien, pero no nos dejaban de agredir, de insultar y no le auxiliaron. A las 18.00, aproximadamente, ya su cuerpo del sargento Mamani se enfrió y no aguantó más, murió producto de los golpes que le dieron. Es muy triste ver a un camarada morir. Me acuerdo y me pongo a llorar. Nos trataron como a perros, no lo auxiliaron y dejaron que se muera, pedí que llamen a una ambulancia, por lo menos, para salvarlo, pero no hicieron caso”, señala parte del testimonio que los uniformados difundieron entre los grupos de WhatsApp de policías.
De acuerdo al Comando de la Policía, Morales Mamani fue uno de los tres policías que fueron asesinados por los bloqueadores afines a Morales, esa jornada. Los otros dos fueron Brayam Jorge Barrozo, joven oficial de 22 años de la Unidad Táctica Delta, quien fue víctima de uno de cuatro francotiradores que se identificaron en esa zona y el teniente Carlos Enrique Apata Tola, cuya muerte fue grabada por pasajeros de un bus, cuando los bloqueadores los capturaron y golpearon con piedras hasta causarle la muerte en Aguas Calientes.
Esperanza
El teniente Miguel contó que luego de horas de insistencia, argumentando que la muerte del sargento Morales Mamani era un hecho grave para la comunidad, pues además le negaron el auxilio, una mujer le prestó a él un pantalón deportivo. Aseguró que la misma “se apiadó” de los policías y lo ayudó a escapar, para luego guiarlo hasta Llallagua, a dos horas de caminata.
Al llegar al municipio, el policía reportó todo lo sucedido a sus superiores y solicitó apoyo para rescatar a sus camaradas, pero el panorama era desfavorable. Le informaron que de todos los grupos que salieron por la mañana solo habían regresado 56 efectivos, y no contaban con motorizados para el rescate de sus camaradas.
“Dijeron que no había gente para ir a rescatarlos y que no arriesgarían al personal para ese rescate. Me dio mucha rabia. Pese a eso les dije que había un camino alterno de tierra y no había bloqueadores y que yo conocía el camino, aun así, no quisieron ir a rescatarlos les pedí por lo menos que me consigan un auto civil”, contó el teniente, pero el pedido no fue escuchado.
Ante la desesperación, la mujer que lo guio, logró convencer a un conocido, en Llallagua, para que les alquile por 1.000 bolivianos una camioneta, con la cual retornaron inmediatamente hasta Janko Calani.
Rescate sin orden
El teniente contó que cuando ya estaba por llegar a la comunidad recibió la llamada de un superior, para decirle que no había aprobación para el operativo de rescate, pero que si él estaba seguro de por hacerlo prosiguiera, aunque le remarcó que estaba operando sin una orden superior.
“Yo prometí volver sí o sí y entre de nuevo a la comunidad conduciendo el vehículo que me presté”, relató el teniente Miguel. Desde el Comando General de la Policía, que confirmó la versión del rescate, se mencionó que para la negociación que se hizo minutos después con los comunarios de Janko Calani, fue vital la mediación de la doctora Ingrid Veramendi.
“Hablé con los comunarios y les dije que tengo auxiliar a mis camaradas, ‘por favor ayúdenme, sino también ellos van morir por falta de atención médica’, les dije, y que sería su culpa, aparte que ya había un muerto. Accedieron a que me los lleve, cargue al maletero al camarada ya sin vida sargento Mamani Morales y salimos del lugar con los otros cinco funcionarios en doble ZZ (rápido). Llegué a la Fatecipol (Facultad Técnica Policial) de Llallagua donde ya me estaban esperando con las ambulancias”, señala el relato del sobreviviente.
“Es eso lo que pasó camaradas, es muy triste, a veces nosotros somos leales, pero otros nos dejan a nuestra suerte, pueden preguntar ahí tienen los nombres. Yo gracias a Dios estoy con vida y pude ayudar a los camaradas, nunca les dejé a pesar de que me dijeron que no había órdenes y demás cosas. Pude sacarlos, entré de nuevo (a la comunidad) porque cuando salí de ahí ellos me dijeron ‘por favor mi tango (teniente) va a volver no nos vas a dejar’, y yo prometí que iba a volver”, concluye el relato del teniente Miguel, que cumplió con su palabra.